La fiesta siempre ha sido loca

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La fiesta siempre ha sido loca

La marcha no se volvió loca porque siempre lo ha sido.

"La Santa Muerte viene a la marcha porque también la discriminan", nos dijo la chica encargada del altar. Fotos por Alejandra Arévalo.

En este momento ya casi todos saben que la Suprema Corte de Estados Unidos decidió que las parejas del mismo sexo tenían derecho a casarse en ese país. Menos personas saben que hace más de una semana nuestra propia Suprema Corte declaró el matrimonio igualitario como constitucional en todo México.

Con esos antecedentes para celebrar, uno podría pensar que la Marcha del Orgullo LGBTTTI de la Ciudad de México se descarrilaría en el gozo y terminaría como un carnaval apoteósico sin control. Y no. O sí. Más bien: la marcha no se volvió loca porque siempre lo ha sido.

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Había organizaciones políticas, pero también carrozas de antros. Fueron los leathers, los osos, las drag queen y las moles de músculos, lesbianas, trans, cristianos, charros, vaqueros, ancianos, queers, cisgéneros, madres, niños, perros, curiosos y el profeta apocalíptico que nunca falta.

Por supuesto, salieron los churros de mota en la calle, las carreolas de bebés para disfrazar expendios de cerveza, los orines en público y la gente que habría decretado un nuevo genocidio sólo para evitar el tráfico.

"Nos casamos hace cuatro años, aproximadamente. Traemos nuestro retrato porque es un símbolo para que nos identifiquen como un matrimonio. Para que los jóvenes sepan que esto también es un proyecto de vida, una forma de vida".