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Comida

No hay comida más deliciosa que la de Fiji

La gastronomía de Fiji es muy parecida al agua embotellada: Todos los sabores son muy limpios, muy ligeros y muy honestos. Y sí, toda el agua en Fiji es suave.

La gastronomía de Fiji es muy parecida al agua embotellada: Todos los sabores son muy limpios, muy ligeros y muy honestos. Y sí, toda el agua en Fiji es tan suave como el agua embotellada, así que te puedes bañar con ella si eso te hace feliz.

Creo que la comida de Fiji debe estar bajo la misma categoría que la comida del sudeste asiático.

Esta gastronomía, tan subestimada, comparte muchos de sus ingredientes básicos con la comida tailandesa, que depende del coco, del limón, de la cúrcuma, de la galanga, y de hierbas frescas para crear los sabores robustos que la conforman. Lo más triste es que la comida de Fiji no solo está insuficientemente representada en el mundo, sino también en Fiji.

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Ya que el ingreso de los fijianos depende principalmente de la cultura y del turismo occidental, la comida nativa prácticamente desapareció con la invasión de los complejos turísticos. Las cocinas empezaron a servir platillos occidentales –como la pizza y la carne– y se pasó por alto la cocina tradicional. Incluso ahora, los locales ya no están aprendiendo a cocinar platillos tradicionales. Realmente es una pena ver las raíces profundas de las personas con la gastronomía del sudeste de Asia, pero no con la de Fiji.

Afortunadamente, yo me di cuenta de esta tragedia a temprana edad, mientras exploraba mi propia herencia culinaria de Fiji junto a mi abuela fiyiano-china, y decidí hacerle caso a mi vocación nativa.

El primer platillo de Fiji que todo el mundo debería conocer es el lovo. Más que un platillo, es una aventura que dura dos días. Esencialmente, es nuestra adaptación de la cocción de alimentos bajo tierra, y es nuestro platillo predilecto para cualquier ocasión especial, principalmente para las bodas. El proceso inicia al prender una fogata y luego poner rocas de río en la superficie hasta que se calienten. Cuando el fuego se apaga, hay que marinar diferentes tipos de carne y tubérculos dulces –como el taro, la papa, el pollo, el cerdo –con cosas como crema de coco, salsa de soya y ajo. Hay que envolver todo en hojas de plátano, cubrirlo con una capa de tierra y con más hojas de plátano. Después, al llegar a la parte superior, se debe agregar pescado fresco marinado y verduras al interior de las capas para después cocinarlo por alrededor de cinco horas. La comida absorbe todos los sabores terrosos y se crea un platillo único que solo encuentras en Fiji.

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Ah, sí, también hacemos ceviche relleno de crema de coco.

Muchas comunidades en Fiji todavía dependen de la tierra en un cien por ciento –lo que significa que deben cosechar sus propias algas del mar, hacer su propia crema de coco de cocos frescos, y criar su propio ganado vacuno y su pollo. Llueve mucho y todo es muy verde, así que lo animales son felices en general, y todo –las frutas, las verduras, las carnes– tiene esos deliciosos sabores.

Fiji es un país archipiélago muy diverso. Si manejas por cualquiera de las islas más grandes, como Viti Levu y Vanua, donde vive el 88 por ciento de la población de Fiji, el paisaje cambiará al menos seis veces –pasa de ser selva tropical a tener clima árido a tener playas de arena blanca a ser selva tropical espesa. Te puedes imaginar la variedad de la gastronomía si te basas en los diferentes paisajes que existen en un pequeño tramo de tierra.

Mi incursión en los alimentos de Fiji fue algo natural, el momento crucial fue cuando me convertí en chef ejecutivo a los 29 años de edad en Australia. Me gustaba mucho aprender de otros chefs, pero fui escalando al punto en el que me convertí en el chef del que todos los demás cocineros buscan aprender recetas nuevas. Siempre he cocinado lo que más me gusta comer, es decir, para un fiyiano-australiano orgulloso como yo, son, naturalmente, los alimentos de Fiji.

"Realmente no pienso en las tendencias de los alimentos, ni presto atención a lo que quieren las celebridades locales".

Incluso ahora que acabo de abrir mi primer restaurante en Los Ángeles, E.P. & L.P. (una oda a mi amor por el reggae y por mi enorme colección de vinilo), realmente no pienso en las tendencias de los alimentos, ni presto atención a lo que quieren las celebridades locales. Me mudé a Los Ángeles desde Australia porque me gusta la facilidad con la que se pueden obtener los ingredientes aquí, como la albahaca morada, la cúrcuma, y ​​la hierba de limón; creo que el potencial de esos ingredientes no se ha explorado lo suficiente. A mis 30 años de edad, me siento orgulloso de finalmente mostrarle al mundo la gastronomía de Fiji.

Aunque ahora me toma diez horas en avión llegar a Fiji, y no solo tres horas como cuando vivía en Australia, pienso volver al menos una vez al año para aprender nuevas tradiciones alimenticias de Fiji que ahorita desconozco. En los seis meses que llevo de vivir en Los Ángeles, ya fui a Fiji una vez.

Como se lo contaron a Javier Cabral