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Comida

La razón por la que los cubanos no beberán frappuccinos pronto

Si la cadena mundial del café quiere entrar al mercado cubano, tendrá que olvidarse de sus frapuccinos y sus lattes que parecen más postre que bebidas de café.

Nada dice: "Hola, capitalismo sin restricciones" como un Red Velvet Cake Crème Frappuccino compartido en esa cadena mundial de café con tus compañeros de trabajo. Y, quizás por eso, parece que las plazas y los bulevares históricos de La Habana no contarán con la icónica bebida franken llamada frappuccino. ¿La razón? Porque Cuba lo dice. Obvio.

Apenas el viernes pasado, el gobierno de Obama dio otro paso hacia la reversión del embargo en comercio y viajes de Estados Unidos contra la isla comunista de Cuba. Las puertas ya están abiertas para que los empresarios ansiosos, por fin, incrementen la dulce moneda nacional al estilo Rico McPato.

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Esto, claro, no quiere decir que una vez que las corporaciones logren atravesar dicho espacio encontrarán un panorama completamente de su agrado. Todavía hay un sin fin de obstáculos legales y regulatorios cubanos a los que hacer frente antes de empezar los negocios.

Aunque la mayoría de los ciudadanos estadounidenses todavía tienen prohibido viajar a Cuba, muchas empresas gringas ya están intentando entrar. Y se van a encontrar con limitaciones algo extrañas, según Reuters.

Por ejemplo, pensemos en Starbucks. Si el gigante del café quisiera entrar al mercado cubano, estaría limitado a vender exclusivamente café empacado, según el presidente de US-Cuba Trade and Economic Council Inc., John Kavulich. ¿Nada de sus icónicas bebidas que son más postres que cafés saborizados? Nada. Y quizás por eso, Starbucks no tiene planes de entrar a cuba. Por ahora, según declaró a Reuters.

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Empresas de otros giros enfrentan obstáculos parecidos. Por ejemplo, las empresas de Internet y telecomunicaciones son ahora totalmente bienvenidas para establecerse, pero no pueden meterse con el monopolio férreo de la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba S.A., de propiedad estatal. Las regulaciones también prohíben a las compañías estadounidenses extender crédito a Cuba. Además, los cubanos no pueden usar dólares en transacciones internacionales.

Pero los duros decretos no terminan en las políticas monetarias estrictas y los monopolios. En última instancia, le corresponde por completo al gobierno cubano decidir si una empresa extranjera tendrá licencia para ofrecer sus servicios o productos. Suena muy alejado de los tiempos de Murica, cuando si queríamos comprar los recortes de uñas de los pies de Gene Roddenberry, podíamos.

"No puedes llegar a Cuba a poner tu negocio así como así. Así no opera", explicó Kirby Jones, el jefe de Alamar Associates, un asesor veterano para las empresas en todo lo relativo a negocios en Cuba desde la década de 1970.

"Obama cambió por completo las regulaciones de Estados Unidos hoy en día, pero es un 50 por ciento de la ecuación", añadió Kavulich de US-Cuba Trade and Economic Council. "Nadie debería estar llenando con combustible el avión de la empresa y organizando un plan de vuelo hacia La Habana. No todavía.".

Al parecer, todas esas regulaciones han asustado a Starbucks para que no intente llevar su crema batida a los corazones y mentes del país caribeño. Al menos por ahora, claro.