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Alcohol

Por qué hay gente que detesta los chupitos

'Cuando mis amigos pedían rondas de chupitos, yo iba a la barra y me pedía un Gran Pecher a escondidas, y aun así me generaba arcadas'.
Imagen por el usuario de Flickr linmtheu/CC BY-SA 2.0

El chupito, para muchos, es un buen amigo. Son esas escaleras mecánicas que te llevan a increíbles pisos superiores sin hacer ningún tipo de esfuerzo ni dispendio. A algunas personas les encantan los chupitos porque suponen esa taja barata que busca una España en crisis. Gracias a estas pequeñas píldoras, con tan solo 10 euros, uno puede llegar más fácilmente a la embriaguez, objetivo totalmente complicado si uno gestiona su noche a base de cubatas.

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Hay muchos más motivos para darle caña a los chupitos, como cuando llegas tarde a una fiesta y tienes que llegar al nivel de los allí presentes; también se utilizan como una especie de rito comunal, esa pandilla de gente que se acerca a la barra de un bar y brindan entre gritos para celebrar alguna banalidad, como una graduación, el nacimiento de un bebé o la muerte de un político.


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Pero también existe esa gente que los odia profundamente, esas personas que no pueden tolerar esa forma acelerada de beber. Creo que es una cuestión de contexto; por ejemplo, a mí me gusta tomarme un licor de hierbas después de comer, con la calma y con el estómago bien lleno de animales muertos; así está bien, pero si, a altas horas de la madrugada, con el cuerpo empapado en cubatas, un amigo me invita a un chupito de bourbon, la arcada es inmediata e inevitable.

A eso hay que sumarle la presión social que rodea todo el ritual de los chupitos, es una encrucijada letal que mucha gente sufre en silencio. Hemos hablado con varios individuos que los detestan para saber exactamente por qué.

NÚRIA, 32 AÑOS, PROFESORA DE INGLÉS Y TRADUCTORA

VICE: ¿Qué tienen de terrible los chupitos?
Núria: Que son literalmente vomitivos. Lo primero que sientes cuando te tomas uno es que vas a vomitar. ¡¿A quién le gusta eso?!

¿Odias también el “ritual de colegas"? ¿Esa obligación social a la que parece que no puedas negarte? Eso de quedar como un “aguafiestas” (hacía años que no utilizaba este adjetivo).
Profundamente, y por partida doble. Lo odio porque se te insiste, presiona y fuerza a participar en algo que te hace sentir muy mal físicamente. Y a su vez porque si no participo me siento como una rancia “malrollera” que no está dispuesta a sacrificarse un poco por el bien de la fiesta y del grupo. "Encima que te invitan…".

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Una vez, fuimos con unos colegas a Suecia a ver un concierto de Angel Olsen, en plan fans locos, y terminamos en un bar de fiesta con ella y algunos de sus músicos. Pues mi colega Albert invitó a todo el mundo a chupitos, ¡hasta llegó a ponerle sal en la mano a Angel! Y yo ahí, en el corro, solo mirando.

¡Qué “malrrollera”! Ellos se lo estaban pasando bien y tú no, ellos tenían los chupitos en común y tú eras distinta. ¿Te sentiste realmente apartada por culpa del odio a los chupitos?
Fue uno de los momentos más mágicos de la noche. Llevábamos rato bebiendo, riendo, bailando y de golpe Albert tuvo la gran idea de celebrar toda esa felicidad invitando a todo el mundo a un chupito de tequila.

Se pusieron en corro, se pasaron los vasitos, la sal, brindaron y “¡pa' dentro!”. Y yo ahí mirando y grabando esa imagen en mi cerebro. En ese momento me sentí muy pringada. Como una niña pequeña viendo a los mayores divertirse. Después lo tuve que compensar con unos buenos pasos de baile. Y funcionó. Pero aún tengo ahí esa imagen.


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¿Y nunca has hecho eso de fingir que lo bebes? Eso de, “¡ZAP!”, tirarlo al suelo y golpear la barra como si te lo hubieras bebido?
Claro. Cuando ya ves que el tío (porque siempre son hombres) está muy pesado, es la mejor opción. Aunque yo soy más de hacer ver que me lo tomo y dejarlo corriendo en un rincón sin que me vean. Nadie se empana porque está todo el mundo haciendo esa mueca chunga que provoca el chupito, con los ojos cerrados.

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¿Por qué crees que la peña toma chupitos?
Entiendo que el ritual puede tener cierto atractivo. Es un acto que ensalza la fiesta, el grupo, la noche, las ganas de estar juntos y pasarlo bien "bebiéndome a tragos toda mi juventud/senectud". Pero en ello también hay algo de mostrarse fuerte, hasta de sacrificarse por el bien del ritual. Y eso no me gusta.

Pero no deja de ser bonito. Sufrir por el bien común. De eso tratan las sociedades, las empresas y los matrimonios. ¿No?
Si el resultado compensa, sí. ¡Pero es que no quiero vomitar! Ahí es donde la gente se pierde, ¿no? En sopesar bien si el sacrificio compensa o no. Yo lo tengo muy claro. Tampoco estoy casada.

ENRIQUE, 24 AÑOS, ESTUDIANTE

VICE: Enrique, ¿por qué odias los chupitos?
Enrique: Si pienso en los motivos por los que los detesto me vienen antes las razones por las que amo una buena copa de Larios en vaso ancho y grande. Yo no puedo beber chupitos porque se agotan en el momento de pedirlos y precisamente bebo para tener una excusa para estar en los bares, para habitar ese espacio incluso cuando nadie a mi alrededor es mi amigo, me conoce o me reclama.

Prefieres un cubata clásico, entonces.
A veces, teniendo la copa a la mitad, ya estoy pidiendo una segunda que beberé simultáneamente solo para no arriesgarme a la intemperie de estar sin algo en la mano, algo que es como el santo y la seña del ambiente nocturno: "admitamos a ese chico que merodea porque es visiblemente un bebedor".

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¿Y los chupitos no aportan esta aura del “bebedor”?
Si bebiera chupitos tendría que acaparar unas cuantas decenas de ellos en una bandeja que pasear de aquí para allá e ir tomándolos en una especie de ritual extraño. No me compensa.

Y luego están los camareros que después de muchas copas de algo, te invitan a un chupito de todo lo contrario. Una muestra de hospitalidad tacaña y mezquina, un regalo en miniatura, tan pequeño como la generosidad del que lo ofrece.


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¿Qué utilidad tienen los chupitos entonces?
Solo entiendo los chupitos para quien quiera beber furtivamente y rápido: personas que se los sirven en su horario de trabajo, como los propios trabajadores de los bares, los oficinistas con una botella en la cajonera o los conductores con una en la guantera y como los estudiantes que aún no saben que, tan importante como llegar a estar borracho, es estarlo durante todo el tiempo que sea posible.

Digamos que lo tuyo no es un tema de indigestión, sino un tema estrictamente moral.
Efectivamente, no es tanto contra el líquido en sí como contra el formato.

¿Y qué me dices del chupito digestivo de después de cenar?
Sabía que llegaría este momento. Depende de la confianza con quien lo sirva. Volvemos a lo del regalo minúsculo, el desprendimiento miserable: si te dejan la botella en la mesa, me parece estupendo.

De hecho, tengo un amigo con un bar en Murcia que nos suele traer una garrafa de varios litros y así uno se va sirviendo en el vaso que prefiera.

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Si lo que te ofrecen es una bandejita con unos vasos como de juguete, te dicen "invita la casa" y los reparten como con pinzas, me da asco, no me lo bebo y ya no dejo propina.

¿Deberían ser siempre gratuitos?
Los chupitos son un jueguecito ridículo entre adultos, unos objetos que claramente están fuera de escala. Si pretenden cobrarte por esa ridiculez es que son unos tacaños.

Por otro lado, no veo el placer en algo que te quema la garganta, aunque entiendo que en algunos grupos de amigos sea como las collejas cariñosas. ¡Si paga otro al menos no estoy yo gastando en un error!

Ya veo.
Pasa como con los ordenadores Mac. Yo nunca me compraría uno, pero uso encantado los de mis novias.

ALICIA, 26 AÑOS, MÚSICA

VICE: ¿Eres de esas personas a la que los chupitos les generan unas terribles e inmediatas ganas de vomitar?
Alicia: Sí, de hecho, desde hace unos años, cada vez que pienso en ellos, me acuerdo de la imagen de mi persona entrando en los bares y berreando “dadme lo más fuerte que haya” para acabar potando en la salida del sitio justo al acabar de tragar el chupito y pensar, Coño, qué pérdida más tonta de dos eurazos del ala. En verdad, lo que me genera las ganas de vomitar es gastar los euros para nada.

Esa expresión "del ala", ¿qué significa?
¿No la usas?

No tengo ni idea de qué es.
Es la hostia, sacada de Mortadelo y Filemón.

¿Qué significa?
Te lo pego: “Expresión para poner de relieve cierta cantidad de dinero, por ejemplo: El jarrón me costó 100 euros del ala”.

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Me la apunto. En fin, el caso es que ya no te metes chupitos, ¿no? Tanto por el precio como por las arcadas. Es como pagar por algo que en breve saldrá de tu organismo y terminará en el suelo, tirar el dinero, vaya.
Claro. Aparte, en general, odio el alcohol y solo lo tomo cuando no tengo porros y estoy en una situación social.

Pero el chupito estaría el último en la lista, ¿no? La última opción.
Sí, sí, me joden viva.

¿Por qué crees que a la gente le gustan los chupitos?
Por lo mismo por lo que les gusta la coca, es fácil invitar o ser invitado y al final follas.

Yo nunca he follado después de tomarme un chupito.
Yo, si me tomase un chupito, potaría encima del pavo.

¿Eres de esas personas que hacen un uso racional del chupito, de esas que se toman uno para forzar el vómito y ya quedarse más tranquila?
Sí. Después de potar la vida es bella.

ALFONS, 31 AÑOS, TRABAJA EN LA METALURGIA

VICE: Hablemos de chupitos. ¿Opiniones?
Alfons: O sea, ¿qué sentido tiene intoxicarse de golpe? No puedes gozar de todos los matices del beber, de todas las fases del envilecimiento del pensamiento, del sistema nervioso, del malestar general, de la desinhibición. ¿Por qué perderse todo esto e ir directamente al final?

O sea, tú relacionas los chupitos con el hecho de terminar destruido de inmediato.
Sí, siempre ha sido así, al menos con los chupitos de licor fuerte. Solo puedo soportar los Gran Pecher y cosas así. Cuando mis amigos pedían rondas de chupitos yo iba a la barra y me pedía esta basura a escondidas, y aun así me generaba arcadas.

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¿Gran Pecher?
Sí, es lo más cutre de las discotecas. Está al nivel del chupito de flores del chino, otro que puedo tolerar. Te hacen parecer un cutre de cojones.

El de melocotón tenía su atractivo.
Es más digno tomarse unos cartones de vino en el parque que beber esta basura.


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Probablemente. Escucha, ¿alguna vez has fingido que bebías un chupito? Todo eso de hacer el gesto, no beber y después tirarlo al suelo antes de posarlo en la barra con un fuerte golpe?
Un clásico. Cuando tus colegas van muy borrachos no es nada difícil fingir que te metes un chupito.

Pero a veces no puedes escaparte.
Recuerdo la última vez que no me pude escapar. A los pocos segundos tuve que salir del bar corriendo y vomitar de golpe una pizza Tarradellas al lado de la puerta. Pero soy un profesional de la gestión de residuos y me di la vuelta indignado e increpé al portero diciéndole que debía vigilar más, que alguien había potado al lado de la puerta y que había estado a punto de pisar la pota.

Un genio. Una última pregunta: llegas tarde a una fiesta, la gente ya va muy bebida y tú no. Pongamos que quieres alcanzar su ritmo, ¿en algún caso tirarías de chupitos para llegar a su nivel?
Yo soy más un bebedor de fondo, de alargar mucho la borrachera. De hecho ya no bebo; cuando bebía, era de estos. Normalmente llegaba de los primeros a una fiesta, así cuando llegaba toda la gente ya me encontraban un poco contento. Entonces la gente se tomaba sus chupitos, me adelantaban y gripaban. Es como el cuento de la tortuga y la liebre.

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DAVID, 28 AÑOS, FOTÓGRAFO

VICE: ¿Te meterías un chupito ahora?
David: Ni ahora ni en diez minutos.

Pero los has probado, ¿no?
Sí, unos cuantos aunque no es que me apasionen.

¿Qué es lo que hace que no te apasionen?
Los odio con todo mi alma, siempre me escapo o intento escapar. No aportan nada bueno, es como pedir una ración de patadas en la barriga.

Lo peor es el sabor, sin duda. Ni a mí ni a nadie nos gusta. Sólo hay que ver las caras que pone la gente después de beberse un chupito. Otra cosa que detesto es la patada que te mete en el estómago y que te deja KO toda la noche.

Pero hay chupitos de todos los sabores. Lo que odias supongo es ese chute de alcohol a palo seco, ¿no?
Nunca me he puesto a probar combinados de chupitos pero para eso me pido una copa. Odio todos, así en general.

¿Y qué te pasa cuando tomas chupitos?
La última vez que tomé un chupito de mezcal tuve un blackout considerable.

Te generan una taja extrema. ¿Ganas de potar inmediatas?
Tal cual. Pasas de mantenerte de pie a mantenerte con vida.


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¿Qué es lo peor que te ha llegado a pasar tras un chupito?
Tener que irme a casa de un colega a morir en su baño.

¿Y qué te parece el ritual del chupito? Eso de beber de golpe para celebrar algo o para pillarse un pedo bien rápido.
Una basura, un ritual barato para emborracharse rápido. Siempre que puedo me escaqueo. Y si de por medio ya empiezan con lo típico de "Arriba, abajo, al centro y pa' dentro" ya ni te cuento. Ufff, es que me pongo de mala ostia solo de pensarlo.

Existe como un punto de obligación, de forzar, de presión social, ¿no?
Siempre. Por eso acabo tomando alguno y por eso los detesto.

¿Dirías que lo que odias es la velocidad? Porque un chupito de licor de hierbas te lo tomas poco a poco después de cenar y todo bien.
Lo de tomarlos de golpe es absurdo, está claro, pero es que el sabor, aunque los tome a sorbos pequeños, sigue siendo algo que no aguanto. Prefiero beberlo con café o rebajarlo con otra cosa, que beberlo solo.

¿Un cubata de whisky solo no es un chupito gigante?
No, amigo. Un cubata es otra cosa. Sabe bien, lo puedes beber con calma, no te abofetea la barriga en dos minutos. La cosa cambia. Y no hace falta hacer ningún ritual absurdo para beberlo.

Brindemos por los cubatas, pues.
Eso, con unos chupitos.