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Comida

La cura para cruda que tiene más de mil años de antigüedad

Después de una tarde bebiendo vino infusionado con mariguana, quizás te sientas un poco mal. No te preocupes, consulta una de las páginas del libro de cocina más antiguo del mundo árabe y trata esa cruda con un poco de comida cómoda estilo medieval.
Photo via Flickr user Walters Art Museum

Ahí estás, despertando con el sol quemándote las retinas y las venas de tu cabeza latiendo a un ritmo satánico. Tu boca está seca como el desierto, hay una sensación horrible en tus dientes y tus intestinos revuelven algo verdaderamente pútrido.

Estás en Bagdad en el siglo X y debes ir a la corte del Califa —a pesar de que sufres una cruda del infierno.

Todo lo que puedes hacer es ponerte tus raros pantalones inflados y tu turbante persa, y arrastrarte hacia tus deberes, tratando de no arruinar el recital de poesía que se lleva a cabo en el camino. Eso es todo, a menos que seas amigo de un tipo llamado Ib Sayyar al-Warraq.

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Los historiadores afirman que el Kitab al-Tabikh de al-Warraq —también conocido como "El Libro de Cocina"—, escrito en el siglo X, es uno de los libros culinarios más antiguos del mundo árabe. (Para ustedes, aficionados a la cocina medieval, este libro no debe ser confundido con el Kitab al-Tabikh de Muhammad bin Hasan al Baghadadi, escrito en 1226). El libro de al-Warraq, brillantemente traducido al inglés por el académico Nawal Nasrallah, es una enorme compilación de más de 600 recetas del periodo Abbasid, muchas de las cuáles son totalmente irreconocibles en la actual cocina del Medio Oriente.

Como muchos autores de libros de cocina de aquél tiempo, al-Warraq incluyó consejos medicinales y tips para preparar tónicos curativos, porque alimentar al cuerpo no se trata solo de saciar el hambre. Esto nos lleva a las crudas, porque a todo el mundo le gustan las fiestas.

Igual que ahora, en el siglo X los musulmanes de Bagdad no podían consumir alcohol legalmente. Está prohibido en el Corán, por supuesto, y, de acuerdo con Nasrallah, el califa de Rashidun, Umar Ibn al-Khattab, llamaba a todas las bebidas alcohólicas "el vino de la India", declarando así que era consumo propio de los infieles.

Una versión moderna de la bebida egipcia kishk. Foto vía el usuario de Flickr Bernadette Simpson.

Pero eso no detuvo a aquellos a los que les gustaba la diversión de las borracheras salvajes. Y lo que bebían era ciertamente muy potente. Una de las recetas de al-Warraq es un vino conocido como dadhi, hecho con 22 kilos de jarabe de dátiles, 5 kilos de miel y 5 kilos de lúpulo, mezclados con agua y puestos a fermentar en contenedores sellados con barro durante dos meses. "Este vino será espléndido", escribió al-Warraq.

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Pero si este vino lupuloso de dátiles no es suficiente para emborracharte, existe evidencia de que el lúpulo era a veces reemplazado por una planta intoxicante que Nasrallah asegura que era marihuana. Ese vino era conocido como sharab al-fusaq —"el vino de los malhechores"—.

Al-Warraq no intentaba destruir el hígado de todo el califato de Abbasid, simplemente estaba dedicado a compilar exhaustivamente lo que se comía y se bebía en aquellos días. En su recetario también incluyó un buen número de recetas para hacer fuqqa', o cerveza sin alcohol —aunque también se usaba este nombre para los vinos con poco alcohol, usados comúnmente como medicina—. Una de esas recetas consistía en mezclar 9 kilos de miel con un poco de nuez moscada, clavos de olor, cardamomo negro, jengibre, hinojo, cúrcuma, un poquito de azafrán y almizcle. "Con el permiso de Dios", escribe al-Warraq. "Esta es una gran cura para los riñones fríos, dolor de riñones y frialdad en el estómago".

Pero difícilmente eso es lo que estarías bebiendo un viernes por la noche. (¿O acaso estás en una fiesta de vino de dátiles y porros? Seguro en una mano tienes una gran copa y en la otra un trozo de gacela asada con glaseado de vinagre.)

Ahora, si quieres prevenir una resaca, al-Warraq prescribe beber una limonada mezclada con tu bebida alcohólica favorita. Cualquier limonada funciona, pero una hecha con jugo de toronja y menta —además del limón— es mejor. Pero, ¿qué debes hacer para salvarte del trauma post-fiesta la mañana siguiente?

Primero, dice al-Warraq, toma agua. No de un solo sorbo, sino "en pequeñas dosis". Además, debes "respirar profundo entre cada sorbo". Luego, al-Warraq recomienda un plato conocido como Kishkiyya, hecho con kilo y medio de carne, unas cuantas cebollas picadas, hierbas, garbanzos, jengibre, aceite de olivo y "vegetales de la estación" — al-Warraq era la Alice Waters de su época—, todo cocinado lentamente con un poco de agua. A esa preparación hay que agregarle kishk (una pasta seca de trigo y yogurt que aún se usa en algunas partes del Medio Oriente), comino, clavos de olor, casís y una planta aromática llamada spikenard. Con eso debes curarte. Un poeta medieval escribió sobre el Kishkiyya: "Luego de comer esto, después de haberse intoxicado con alcohol, la resaca desaparece y uno se siente como nuevo".

Si este remedio no funciona, siempre estará la sopa de kimchi y el parpadelle de hongos. Pero si estás atrapado en el Bagdad del siglo X, tendrás que recorrer un largo camino en camello para conseguirlos.

Recetas y citas de Annals of the Caliph's Kitchens, de Nawal Nasrallah.