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'La Pulla' tendrá competencia: hablamos con el creador de 'Mesa de Centro'

Carlos Cortés será el encargado de esta arriesgada apuesta del portal La Silla Vacía, dedicado, hasta hoy, a tratar de forma seria los temas políticos.

Abogado de la universidad de Los Andes, exdirector de la Fundación para la Libertad de Prensa y exdirector también de políticas públicas y relaciones gubernamentales de Twitter para América Latina. Este, a grandes rasgos, es el perfil de Carlos Cortés, la nueva ficha que La Silla Vacía tiene para entrarle a la onda audiovisual, luego de que se zambulleran dentro de ella proyectos como el de "La Pulla", o "Las Igualadas" de El Espectador, o la carrera de Daniel Samper como un youtuber de 40. O de 41.

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"La Mesa de Centro" se va a llamar la apuesta de La Silla Vacía, un nombre que hace juego con esa estética mobiliaria del medio, y que pretende con Carlos Cortés hablarle directamente y con nombres propios a la política de este país, en un formato no solo visual sino también satírico, que, de entrada lo distingue de La Pulla, y que suena como un reto para este medio, caracterizado a lo largo de los años por su contundente rigurosidad, su enfoque netamente de análisis político, su exploración incansable de formatos gráficos y su tono serio para tratar los temas.

"La política pasa por la mesa de centro" va a ser el slogan con el cual el programa pretende hablarle duro al poder y llegarle a nuevos públicos, a ver si con videos cortos las nuevas generaciones de este país forman de a pocos un criterio frente al panorama político colombiano.

Hablamos con Carlos sobre su nueva Mesa de Centro, sobre lo que burlarse de los políticos significa en este país y sobre las primeras víctimas de esta nueva apuesta.

¿Antes que nada, cuál ha sido su historia con La Silla Vacía?

Yo entré a trabajar en 2009 como periodista después de dirigir la FLIP unos años. Entré al equipo que ya había empezado desde uno o dos años antes y que estaba conformado en ese entonces por seis o siete personas. Trabajé todo ese año en cubrimiento de campaña presidencial y temas como falsos positivos o el Palacio de Justicia. Me fui de la Silla en 2010 y en ese tiempo posterior abrí blogs como "La Subversión de los Hechos" o "A los Dijes", el primero sobre análisis a los medios de comunicación y el segundo sobre temas más políticos, todo con mucho humor, mucha ironía y sátira.

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Sin embargo, desde que me fui de La Silla había quedado la conversación con Juanita (León, la directora) de pensar algo para hacer. Como a mediados del año pasado pensamos en hacer un proyecto para meterle humor a la política, porque ellos cubren los temas con un enfoque súper serio, y por otro lado queríamos buscar nuevos formatos, video sobre todo, que es algo que la Silla hasta ahora está empezando a hacer. Ahí empezamos con la idea. Yo no podía en ese momento porque seguía trabajando en Twitter y no podía hacer cosas públicas o con impacto público. Pero renuncié a principio de año, maduramos la idea, armé un equipo para poderla ejecutar y cuatro meses después estamos listos para empezar.

Lea también: Una tarde con los cerebros detrás de La Pulla de El Espectador.

Entonces podríamos decir que sí has hecho el curso de sátira política, así haya sido por los laditos.

No creo que haya hecho todo el curso. He hecho cosas para Sohoy Semana antes de entrar a la Silla Vacía, y también abrí esos blogs. Pero esto es video, otra cosa totalmente distinta, y pasarse a este formato ha sido un tema gigantesco. Eso ha sido lo más difícil.

¿Específicamente qué es lo más difícil de pasarse a ese formato?

Los libretos. Quizá al leerlos tú sientes que estás diciendo algo divertido, interesante, pero cuando lo vemos en cámara te das cuenta de que es muy plano o muy aburrido. Una de las cosas en las que más nos hemos demorado es tratar de adaptar ese lenguaje a algo más visual. Para eso empecé a trabajar con David Moreno, un director creativo que trabajaba desde antes en temas digitales, no en periodismo. Con él nos sentamos a pensar: "bueno, ¿Cómo volvemos esto algo más visual y cómo le recortamos texto?". Incluso hoy yo sigo preocupado porque esto no esté tan extenso en términos de texto.

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Lo segundo más difícil ha sido actuar frente a una cámara sin experiencia alguna. Es como tratar de echar un cuento, y si no tienes experiencia ahí hay un reto grande.

¿De dónde sale el nombre la Mesa de Centro?

Esa es una pregunta que nos han hecho mucho. A mí me da mucha risa que La Silla maneje toda esa estética de muebles para los nombres: tiene la Silla Vacía, la Silla Cachaca, la Silla Caribe, la Mecedora… y al no ser una persona conocida siento que tengo que subirme en esa idea de marca. ¿Qué le completa la sala a esta gente? Pues lo que les faltaba a estas sillas era una mesa de centro. Es un chiste medio nerd, pero ya al resolver el nombre uno se pone a trabajar.

La Silla Vacía es conocido como un medio "ladrilludo". Es un medio muy serio, con un target muy específico. ¿Cómo incorporar ese cambio y llegarle con humor a este público sin perder la línea de La Silla?

Lo primero en lo que hay que hacer énfasis es que este va a ser un producto de opinión en el cual no influye ni la dirección ni la línea editorial de este medio. Eso es algo fundamental que incluso se va a aclarar cuando presentemos el primer capítulo mañana. Es como cuando la revista Semana invita a un columnista a escribir.

La Silla Vacía siempre ha sido como el nerd de la clase, el que hace la tarea y la idea un poco es que, aunque la Mesa de Centro va a tratar los contenidos con un enfoque distinto, con ironía y sarcasmo, no va a dejar de ser un programa (o eso espero yo) que transmita también contenidos de una manera un poquito más profunda de lo que puedes ver normalmente en redes sociales y en burlas sobre política.

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¿Es decir que el contenido de cada capítulo es producto tuyo totalmente?

En este momento estamos trabajando con un grupo de más o menos cuatro personas. Yo estoy haciendo los guiones, una periodista me está ayudando a hacer la investigación y las otras dos personas trabajan más en la parte visual y de edición para volvernos un producto visual. Pero en últimas los contenidos llevan mi firma y si hay alguna crítica o alguna afirmación que realmente comprometa a alguien, eso recae en una columna clásica de opinión y no en un medio de comunicación. A la final esto es una pieza de opinión convertida en formato audiovisual.

Me imagino que, tras el primer capítulo, mucha gente va a salir a decir "ay la Silla Vacía se copió de El Espectador". También me imagino que en algún momento han pensado en ese tipo de críticas. ¿A la larga qué tan cierto es eso? ¿Se sienten una copia de La Pulla o se vieron inspirados de alguna manera por este proyecto? ¿Cuál es la diferencia que tiene entonces la Mesa de Centro?

Definitivamente a mí sí me inspira y sobre todo me hace sentir optimista que salgan proyectos como el de La Pulla, el de un chico que se llama "Me Dicen Wally" y pues también lo que hace Daniel Samper. Sin duda me parece que estos programas son algo en lo que uno se inspira para decir "hay un momento, están pasando cosas", y es algo que yo tomé en cuenta para animarme a hacerlo, para salir un poco de lo que estaba haciendo laboralmente y meterme a esto.

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Cuando veas el programa te vas a dar cuenta de que es una cosa que se aleja bastante de la idea que tiene La Pulla, porque nosotros queremos meternos con contenidos un poco más decantados y la razón es que en principio el proyecto está pensado para que lo hagamos cada 15 días.

Entonces en esa medida hay una dificultad para estar siempre en la cresta de la ola de la coyuntura política. Vamos a tratar de hacerlo, pero no vamos a estar registrando la indignación del día, sino cosas que vienen desarrollándose en la agenda política por un tiempo más prolongado. Por ejemplo, pensamos que para arrancar podría ser chévere hacer un análisis de los precandidatos presidenciales, pues tenemos un montón.

Vamos a poner sobre la mesa críticas dirigidas a personajes públicos y quiero poder hacerlo sin restricciones, y en ese sentido la Silla Vacía jamás ha tenido ningún tipo de sugerencia sobre a quién puedo criticar y a quién no. En esa medida me siento blindado: si nos burlamos de Fajardo, de Duque o de Robledo pues lo vamos a hacer como nos parezca chistoso, no como nos parezca conveniente.

¿Esos tres van a ser los primeros en la lista?

Sí, primero están ellos.

¿Y luego de estos tres personajes quién pasa a la Mesa de Centro?

Nuestro slogan es "la política pasa por la mesa de centro" y por ahí queremos que pasen todos los temas. Los vamos a abordar con distintos enfoques. La Mesa de Centro coincide totalmente con La Silla Vacía en cuanto a querer hablarle al poder. Por ende, hablaremos de los demás precandidatos, del fiscal general de la Nación, algunos medios de comunicación, algunos congresistas, las FARC… todos los personajes dentro de un circuito de poder y de debate político actual tienen que pasar por la mesa con nombre propio. No queremos generar una indignación generalizada, queremos decir realmente de qué nos estamos burlando y que ustedes lo entiendan cuando lo vean.

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Hay algo que mencionas sobre hablarle al poder directamente y en Colombia está históricamente demostrado que hacer esto es algo muy peligroso. ¿Qué reacción esperas por parte de la élite política de este país? ¿En algún punto te asusta este ejercicio?

Yo dirigí la FLIP hace unos años y esto que mencionas lo tuve que ver en todo el país. Sin embargo, siento que el panorama ha mejorado un poco y tiendo a ser optimista con el tema y que hay condiciones nuevas para poder hacer este tipo de cosas. Por otro lado, que gente como María Paulina, de La Pulla, Daniel o este pelado Wally estén haciendo esto, muestra un momento de expectativa para descentralizar un poco las voces, la crítica y la información en Colombia. En esa medida siento que estoy en un momento interesante para hacerlo.

Has trabajado en la FLIP, en Twitter y estás al tanto de estos nuevos formatos y tecnologías y su exploración por parte de diferentes medios. ¿Qué tanto está dependiendo el periodismo en este momento de ese uso y exploración actuales?

Definitivamente, el consumo de información está volcado a Internet, a redes sociales, a plataformas de mensajería, a medios como Twitter y no creo que esto tenga reversa. No creo que una editorial de El Tiempo ponga a reflexionar a la gente como lo hacía antes. Ahora hay discusiones que se están dando en este momento sobre si los medios van a poder mantener una influencia en la era digital para ayudar a curar contenidos, guiar a las audiencias y ayudar a elaborar una dieta informativa, o si esto se va a segregar tanto que la gente solamente va a empezar a consumir lo que le interesa. Yo soy optimista y pienso que se pueden seguir encontrando esquemas para generar una cohesión y una identidad para que se siga manteniendo el debate público. No creo que eso sea algo que vaya a desaparecer.

Estamos en eso. El que te diga con seguridad hacia dónde vamos te está diciendo mentiras.