Relaciones

Las relaciones entre personas narcisistas son una guerra emocional

Cualquier tragedia griega a su lado parecerá un cuento infantil.
relaciones narcisistas

Seguro que si te pones a buscar personas narcisistas en tu entorno encuentras algún ejemplo. Puede que sea algún amigo, alguna ex pareja, algún compañero de trabajo o, Dios no lo quiera, tú. Pues, ¿sabías que el narcisismo es un trastorno de la personalidad? Las personas narcisistas “tienen un sentido desmesurado de su propia importancia, una necesidad profunda de atención excesiva y admiración, relaciones conflictivas y una carencia de empatía por los demás”, según explica la web de la clínica Mayo. “Sin embargo”, prosigue la web, “detrás de esta máscara de seguridad extrema, hay una autoestima frágil que es vulnerable a la crítica más leve”.

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Nicolás*, un chico italiano que vive en España desde hace años y que se considera “narcisista, pero no de forma patológica, soy más bien individualista” describe así a sus exnovias: “eran muy inseguras. La que tuve en Barcelona se inventaba desgracias para que la compadecieras y la que tuve en Galicia exageraba sus logros”.

Los narcisistas son, simple y llanamente, personas tóxica. “Es imposible tener una relación sana con ellos porque establecen una desigualdad como base: los narcisistas buscan establecer relaciones con personas que les brinden admiración, afecto e idealización, con las que sientan que su ego está continuamente elevado”, tal y como indicaba el diario La Vanguardia en este artículo. Richard, un músico inglés de 50 años, también es narcisista, y salió hace mucho tiempo con una mujer que era como él. Describe aquella relación como “bonita pero con muchos altibajos: nunca entendió que yo no me quisiera casar y que quisiera tener tiempo para mí solo”. Según él, discutían demasiado, pero “realmente creo que éramos incompatibles porque ella no cedía nunca en sus exigencias y no respetaba las mías”. Esta es otra característica de las personas narcisistas: no escuchan a nadie, solo a ellos mismos.

Para colmo, los narcisistas suelen sentirse atraídos por personas con un alto nivel de empatía, las más vulnerables a ellos. “Los narcisistas pueden buscar personalidades dependientes o ansiosas, al percibirlas más vulnerables, manipulables o sumisas. Y éstas últimas, también pueden buscar inconscientemente dichas personalidades narcisistas al percibirlas como personas seguras de sí mismas”, explica David de la Torre, psicólogo de El Prado Psicólogos. Lo peligroso de que ambas personas se junten es que el empático suele quedar agotado física y psicológicamente por darlo todo sin recibir nada a cambio. Este tipo de relaciones son bastante comunes, por desgracia.

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Mucho se ha escrito sobre las relaciones entre narcisistas y empáticos pero, ¿qué ocurre cuando un narcisista sale con otro narcisista? ¿Se abren las aguas, se hunden los cielos, se vuelcan los ríos? Pues mira, algo así. Las relaciones entre narcisistas son muy caóticas: cualquier tragedia griega a su lado parecerá un cuento infantil. “Las personas con rasgos narcisistas o con trastorno narcisista de la personalidad podrían fijarse en otras personas que mantienen un ‘estatus’ similar al suyo, lo cual también sería reforzante para ellas, al estar en una relación con una persona que perciben como ‘válida’”, cuenta De la Torre. Nicolás, por ejemplo, es un chico guapo, orientado al éxito profesional. Describe a sus exnovias como chicas extremadamente atractivas. Richard es guitarrista y su ex es cantante. En ambos casos, el estatus o el atractivo y la orientación son similares.

En una relación narcisista ambos criticarán los peores defectos del otro sin darse cuenta de que son los mismos que los suyos, competirán hasta por ver quién se lava los dientes antes, hablarán durante horas sin llegar a escucharse nunca y se turnarán continuamente para hacerse la vida imposible. Pero vayamos por partes.

Normalmente, cuando un narcisista empieza a salir con otro narcisista ocurren tres cosas.

Un principio muy intenso y un final muy amargo

Sheila Estévez, psicóloga especialista en conflictos emocionales, lo tiene muy claro: “cuando en una pareja ambos integrantes son de tendencia narcisista, al inicio ambos son totalmente encantadores, dan lo mejor de ellos mismos, se esfuerzan para demostrar el amor y la admiración que sienten y todo funciona hasta que uno de los dos, o los dos se ven amenazados por la presencia del otro”. Las primeras fases de una relación con este tipo de personas consisten en una luna de miel muy intensa. Es el momento en el que el narcisista lanza su gancho: es amable, educado, atento y lo da todo. Nicolás está de acuerdo con ello: “al principio ambas eran encantadoras. La de Barcelona utilizaba estas armas para engancharte y crear un vínculo de dependencia”. Como iremos viendo, los narcisistas, aunque son capaces de reconocer las conductas narcisistas de sus parejas, son incapaces de verse reflejados en ellas, aunque seguramente si les preguntamos a las exparejas de Nicolás digan de él lo mismo que él dice de ellas.

Por supuesto, una vez pasada la luna de miel, la verdadera personalidad de cada uno saldrá a la luz: falta de empatía, deseo de admiración, egoísmo… “El narcisista se sentirá atrapado, o no ‘querido’ dentro de la relación, consecuencia por la cual se sentirá víctima y pondrá a la pareja actual en posición de ‘perseguidor’”, es decir: ambos narcisistas se verán como la víctima de su pareja porque no estará llenando los deseos de su ego. El contrato entre ambos quedará rescindido: cuando dejen de prestarse mutua atención y empiecen a demandarla, ninguno querrá dar su brazo a torcer. Por lo tanto, irán perdiendo interés y lo buscarán en otros lugares.

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“La salida fácil siempre va a ser ‘tener un as en la manga’, o dicho de otra manera asegurarse la autoestima desgastada dentro de la pareja, alimentándola desde la admiración de un/unos terceros, que siempre será ‘un salvador’”, explica. En definitiva: habrá cuernos. En el caso de Nicolás la situación fue exactamente esa, en ambas ocasiones: “ellas tenían a otros desde el principio y yo entré en ese juego cuando me enteré de todo”. Cuando le pregunté si no hubiese sido mejor dejar a su pareja, Nicolás se ríe. “Puede que sí”, es su respuesta. Prefiere no reflexionar sobre ello. Richard acepta que nunca fue fiel a su expareja, a pesar de que estuvieron juntos cinco años, pues “yo le dejé claro que no iba a ser para siempre”.

Entrados en esta fase, el engaño seguirá adelante hasta que uno de los dos “consuma la relación o encuentre una presa mejor o a alguien más dependiente”, como explica Sheila. En el caso de Richard, la relación con su ex terminó cuando ella conoció a otro. Sin embargo, “ella lo engañó conmigo desde el principio”.

El éxito del otro será una ofensa para ellos

Los narcisistas quieren sentir que son las personas más inteligentes de la habitación. Si ambas partes se consideran “iguales” la relación funcionará ya que, tal y como indica el MDE (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales), uno de los rasgos del narcisismo es que es persona “se considera especial y único: sólo puede ser comprendido por, y sólo debería asociarse con, otras personas especiales o de alto estatus personal o institucional”. Pero, en el momento en el que uno de ellos empiece a destacar, por ejemplo teniendo éxito en su vida profesional, la situación irá cuesta abajo y sin frenos.

¿Por qué? “La forma de relación de personalidades narcisistas es mediante las luchas de poder”, responde De la Torre. Nicolás acepta que su relación con ambas chicas era precisamente eso: un juego de poder. “La chica con la que estuve en Barcelona no era mi pareja, era mi rival. Siempre intentábamos quedar por encima: yo soy más lista, yo tengo un trabajo mejor…”, confiesa.

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El narcisista no ve a las personas como personas sino como posesiones, extensiones de su propio ego. No le sirven de nada si no le están prestando atención, si no le están admirando. Por lo tanto, si su pareja consigue una posición social más elevada, el narcisista se sentirá “menos” y su baja autoestima saldrá a relucir. Sheila lo entiende así: “este sería uno de los detonantes que dejaría en evidencia al narcisista frustrado, al no triunfador, que se sentirá degradado, amenazado y por tanto la víctima”. Según Sheila, si uno de los dos consiguiera un estatus social mayor, el no triunfador buscaría llenar su propio ego a través de un tercero.

De nuevo, entran en juego los cuernos. “Las chicas con las que salí me hacían sentir menos que ellas, sobre todo me hacían sentir que tenía menos valores morales que ellas, aunque tampoco mucho porque yo no suelo sentirme menos que nadie”, declara Nicolás. Por su parte, Richard dice que su exnovia, que eran cantante, intentaba “echarle para atrás”. “Intentaba por todos los medios que me casara con ella. Conmigo había abandonado un poco su carrera pero yo no iba a hacer lo mismo y eso no le gustaba”.

Ambos verán sus peores defectos reflejados en el otro y SE ODIARÁN por ello

Algo que va a chocar muchísimo a una persona narcisista que está en una relación con otro narcisista será la soberbia de su compañero, su falta de empatía, su necesidad de adoración y sus inseguridades camufladas en una imagen de grandiosidad. Vaya, precisamente las cualidades que el narcisista posee. Y es que los defectos que vemos en otras personas y más nos molestan son, por lo general, los mismos defectos que nosotros tenemos.

“El narcisismo surge como una 'compensación' de un complejo de inferioridad subyacente”, reflexiona De la Torre, “Adler, que fue el autor de dicha ‘ley de la compensación’, concebía ésta como una defensa narcisista frente a la desintegración del ‘yo’. Dicho escudo o ‘mecanismo de defensa’ dificulta una visión introspectiva de sí mismo y, por consiguiente, se focaliza la atención en el exterior. Una persona con rasgos narcisistas podría advertir dichos rasgos en su pareja gracias a una identificación proyectiva, pudiendo llegar a producirle irritabilidad o desasosiego, al verse reflejado de forma inconsciente”, concluye.

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Si eres amigo de un narcisista que ha roto con otro narcisista comprobarás que tu amigo se describirá a sí mismo al hablar de su ex: se quejará de que se siente pequeño con él, de que no es escuchado o querido, de que su pareja tiene delirios de grandeza… Sin embargo, jamás aceptará que él es así, eximiéndose de toda culpa y negándose a aceptar ningún tipo de responsabilidad por el fracaso de la relación. Al fin y al cabo, “el adulto narcisista sigue siendo igual de egoísta y egocéntrico que un niño inmaduro”, como dice Sheila.

Nicolás acepta que tuvo muchas peleas con sus exnovias, con las que no duró más de cinco meses. Describe perfectamente los rasgos narcisistas de sus parejas: “no eran capaces de amar a nadie que no fuera a ellas mismas, mentían, engañaban…”. Pero cuando intento que reflexione sobre alguno de sus defectos es imposible sacarle nada. Lo mismo ocurre con Richard. Ambas entrevistas tienen algo en común: ellos se desahogan sobre sus parejas pero no aceptan su parte de culpa en el fracaso de la relación. Richard ha sido encantador durante toda la charla, algo de lo que sus conocidos ya me habían advertido. Y es que maquillar la realidad es lo que mejor se le da a un narcisista.

Entonces, ¿una relación entre dos narcisistas puede funcionar?

Que una relación entre dos narcisistas funcione es extremadamente complicado. “Una relación entre dos narcisistas rara vez funciona, por algo muy sencillo: es en el inicio de la relación la que marca la tendencia, es decir, cuanto más verdadero se es, más fuertes son los pilares que se ponen para construir un vínculo duradero en el cual ambos integrantes de la pareja evolucionan y se suman”, sentencia Sheila. “Una relación entre dos narcisistas se basa, a la larga, en anular, o hacer depender a quien se tiene al lado, para predominar y hacerle sombra. Difícilmente una relación que se nutre de las apariencias tendrá un final feliz”.

Sin embargo, estamos hablando en el caso extremo del narcisista clínico, aquel que tiene un diagnóstico claro. Hay personas mentalmente sanas que pueden tener ciertos rasgos narcisistas y esto no las convierte en personas tóxicas. Un poco de narcisismo no viene mal porque nos ayuda a confiar en nosotros mismos. Así que, si eres un poquito narcisista o conoces a alguien que lo sea, no desesperes; con consenso y compromiso todo puede funcionar.

*Nicolás y Richard son nombres falsos para proteger la identidad de los entrevistados.