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Furia travesti

Las organizaciones trans siguen trabajando con las uñas en Colombia

OPINIÓN | En 2016, el 55,8% de los grupos trans respondieron que tenían presupuestos anuales de menos de 10.000 dólares y el 74.8% tuvo presupuestos anuales de menos de 50.000 dólares.
Ilustración por: Jennifer Kahn. Vía: Broadly US.

Es hora de preguntarles a las organizaciones que dicen que son LGBT (Lesbianas, Gay, Bisexuales y Trans) por qué se autodefinen así. Desde afuera uno ve agendas, documentos, vídeos en redes sociales y fotos en informes de derechos humanos con fotos de personas trans por todas partes. Sin embargo, si uno entra a sus oficinas, no hay ni una persona trans contratada, y cuando sí las hay, están en posiciones que no son de liderazgo y donde no tienen una capacidad real de incidencia sobre lo que la organización decide hacer.

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Pero, ni cortas ni perezosas, llaman a pedir “favorcitos” a activistas trans: que si les ayudan saliendo en un videíto porfis, que si les ayudan revisando el lenguaje de sus documentos para que no suene transfóbico, o para que vayan a animarles sus eventos académicos (porque de presentadoras y animadoras les encantamos, pero les da miedo que pensemos y opinemos en un panel de expertos). Lo mismo pasa con las universidades: los estudiantes les piden favores a organizaciones y activistas que implican más trabajo porque necesitan usar su tiempo y energía, y transmitir su conocimiento. Pero ninguno les paga: ¡antes deberían agradecer que están tocando esos temas!

En los dos últimos años, más o menos, hemos visto en Colombia mucha visibilidad en los medios de comunicación por nuestro activismo porque trabajamos mucho y estamos obteniendo cada vez más resultados. Es absolutamente positivo que el tema se esté moviendo en todas partes y que cada vez más personas y organizaciones se interesen. No obstante, eso implica más trabajo para las organizaciones y activistas trans, y menos tiempo para nuestra vida personal ¿Quién está asumiendo el costo de ese trabajo?

En un estudio hecho en 2016 por la American Jewish World Service (AJWS), Astraea Lesbian Foundation for Justice (Astraea) y Global Action for Trans * Equality (GATE) se entrevistaron 455 grupos alrededor de todo el mundo que trabajan en temas relacionados con personas trans. Los grupos trans aún continúan enfrentando limitaciones en la disponibilidad de los recursos y se encuentran con muchos obstáculos para acceder a éstos.

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Se encontró que las personas trans en todas las regiones del mundo enfrentan discriminación, marginación y violencia. Pero a pesar de las dificultades, los grupos trans con trabajos a nivel local, nacional, regional e internacional han ganado victorias importantes contra la discriminación, el estigma y la violencia.

Específicamente, se reportaron avances en acceso a servicios médicos apropiados para personas trans, como programas de salud dirigidos por comunidades y directrices integrales sobre la atención de personas trans; un número creciente de países que han adoptado medidas que permiten el cambio de sexo o género en los documentos de identidad sin tener que cumplir condiciones arbitrarias o desproporcionadas; los grupos están desafiando cada vez más la criminalización de personas trans y promoviendo los derechos de las personas que ejercen el trabajo sexual; han llamado la atención de la comunidad internacional sobre el alarmante nivel de asesinatos de personas trans en todo el mundo; hay campañas mundiales dirigidas por personas trans que buscan que ser trans deje de ser considerado un trastorno mental en los manuales de diagnóstico internacionales; asimismo, se encontró que está aumentando la colaboración de activistas trans con donantes para influir y aumentar los recursos hacia las organizaciones lideradas por personas trans.


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Uno se imaginaría que con tan tremendos resultados que hemos logrado con tan poquitos recursos, las financiadoras tendrían un interés particular en ayudarnos a pagar nuestro efectivo trabajo. Pero no, los grupos trans continúan haciendo un trabajo crucial para enfrentar diferentes violaciones de derechos humanos con recursos muy limitados y con presupuestos muy bajos. Por ejemplo, en 2016, el 55,8% de los grupos trans respondieron que tenían presupuestos anuales de menos de 10.000 dólares y el 74.8% tuvo presupuestos anuales de menos de 50.000 dólares.

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Tristemente, desde el mismo estudio que se realizó en el 2013 que cité en una columna anterior, la proporción de grupos trans con poquita plata no cambió mucho. En 2013 se reportó que el 54% de los grupos trans tuvieron presupuestos anuales de menos de 10.000 dólares anuales y el año pasado era el 56%. Las regiones con la mayor proporción de grupos con presupuestos inferiores a los 10.000 dólares en el 2016 fueron Europa (72,1%) y el Caribe, Centro América y Sur América (69,7%).

El movimiento trans se ha vuelto más autónomo y cada vez está tomando más decisiones financieras. El 85% de los grupos trans dijeron que eran liderados por personas trans, mientras que en el 2013 sólo el 55% habían reportado que lo eran. Sin embargo, las organizaciones —y específicamente aquellas que eran liderados por personas trans— no tienen suficientes personas trabajando de forma remunerada y a tiempo completo. Los grupos trans que hacen parte de organizaciones más grandes tienen más probabilidades de tener personal contratado a tiempo completo (44.4%) que los grupos trans que son autónomos enfrentan más (32.4%). También se encontró que la escasez de puestos remunerados para activistas que hacen activismo trans puede significar más trabajo no remunerado para éstos, porque implica dividir su tiempo entre diferentes trabajos o trabajar sin recibir compensación.

Los grupos trans enfrentan barreras para buscar, aplicar e implementar proyectos con financiación. El 70,8% de los grupso trans reportaron al menos una barrera para aplicar a financiaciones. El informe hace un llamado para que los donantes faciliten las aplicaciones o para que ayuden a las organizaciones para que obtengan las capacidades que se necesitan para aplicar a estos fondos. Pero aún cuando logran pasar toda la burocracia y acceden al dinero, varias reportan largos retrasos en los pagos (el 48.1%), específicamente con respecto al primer pago que las financiadoras deben hacerles. Otro problema recurrente es que el 35.2% de estos grupos no se encuentran constituidos legalmente y eso hace que no sean elegibles para financiación.

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El informe también encontró una inconsistencia: los donantes quieren que los grupos trans estén mejor financiados pero no les dan prioridad. El 36,7% reportaron que los donantes les dijeron que su grupo era demasiado pequeño o que no tenían la capacidad para recibir los fondos y al 36,1% les dijeron que aunque financiaban grupos LGBTI (Lesbianas, Gay, Bisexuales, Trans e Intersex), no financiaban grupos que se dedicaran a temas trans únicamente.

Crecieron las ganas de aprender a manejar la plata para poder independizarse. El 79% de los grupos trans dijeron que querían aprender cómo aplicar a proyectos y financiación, un incremento desde el 2013 cuando el 64% había dicho lo mismo. El 70% de los grupos trans dijeron que necesitaban aprender habilidades de presupuesto y gestión financiera, en el 2013 sólo el 39% había reportado ese deseo.

Uno de los datos más interesantes es el estrecho vínculo que parece existir entre el trabajo de los activistas y su salud mental. Además de necesitar apoyo y plata, los activistas trans necesitan entrenamiento para sanar sus traumas y evitar el agotamiento. El 76,5% de los grupos trans dijeron que necesitaban apoyo en esta área: “Esto no es sorprendente dado el bajo índice de personal remunerado a tiempo completo dentro de los grupos trans, particularmente aquellos liderados por personas trans”.

Es muy esperanzador que lo que más pidan las organizaciones y activistas sean herramientas para poder aplicar por sí mismas a los fondos para hacer su trabajo, porque quiere decir que cada vez tenemos más sed de independencia, de elegir nuestros propios destinos y de participar en las discusiones que hay sobre nuestros derechos.

También significa que nos dimos cuenta de que nuestro conocimiento y nuestro esfuerzo debe ser valorado, y de que nuestras vidas dedicadas a defender los derechos y la democracia son relevantes para el mundo. Aún falta que los que se supone que son nuestros aliados más cercanos cuestionen sus privilegios de forma seria, que dejen la terquedad y nos escuchen: queremos y necesitamos tener representación de personas trans en las organizaciones LGBT, porque si no esa T que tanto muestran en sus fachadas, seguirá careciendo de legitimidad política.