Ilustración por Jay Howell.
La gente empieza a vender drogas por razones muy diversas y simples. Algunos lo hacen porque no tienen otra forma de sobrevivir. Otros porque les da poder, estatus o riqueza. También hay quienes lo hacen porque parece más fácil y divertido que un trabajo "normal". Sin importar cuál sea la razón, cuando eres dealer, es muy fácil que se complique tu vida y tus relaciones.Por ejemplo: una vez me hice amigo de un dealer que vendía mota y otras cosas de vez en cuando para pagar la universidad. Pese a ser autosuficiente, mi amigo dealer sabía que sus padres se iban a sacar de onda en cuanto descubrieran a qué se dedicaba. Cuando llegó con ropa nueva y cara a casa de sus padres, tuvo que inventar que estaba trabajando como cadenero en un antro de lujo exclusivo para miembros, que era en lo que trabajaba uno de nuestros roomies. Sólo así pudo librarse de las sospechas de sus padres.
Tomaba fotos del uniforme de nuestro amigo y las mandaba a sus papás para convencerlos de que el trabajo era legítimo. También se robaba las anécdotas de nuestro amigo el cadenero sobre lo mucho que le dejaban de propina para explicar sus enormes ingresos.