Julie
ILUSTRACIÓN: SAMY AUZET
Salud

El confinamiento me produjo ansiedad y tuve un brote psicótico

Julie nunca había tenido ninguna enfermedad mental, pero tuvo un episodio psicótico estando confinada con su familia. Según los expertos, es un caso de muchos.

Este artículo se publicó originalmente en VICE France.

Julie* es una exitosa diseñadora de muebles con una personalidad fuerte y pintoresca. Nunca tuvo problemas de salud mental, pero durante el primer confinamiento tuvo un brote psicótico violento y paranoico.

Todo empezó en Semana Santa. Los franceses llevaban ya tres meses confinados. Encerrada en casa de sus padres, Julie se sentía bien al principio, pero los niveles de ansiedad fueron creciendo cada día. Pronto, dejó de dormir por la noche.

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Después de estar un día sin dormir, dijo que se sentía muy sensible y vulnerable. Al segundo día, empezó a decir cosas sin sentido, a gritar con rabia a sus familiares y a experimentar delirios. En aquel momento, un colectivo feminista empapelaba las ciudades francesas con mensajes contra la violencia de género. Julie podía ver uno de los carteles desde su ventana y empezó a creer que eran la prueba real de que había una guerra entre hombres y mujeres.

Al tercer día, tiró su teléfono por el retrete porque pensaba que alguien podría estarla espiando. “Durante una llamada de Skype con mi novio, que estaba en el extranjero, escribí: ‘Nos están escuchando’. Yo estaba muy asustada”, dijo. Al cuarto día, mientras miraba la calle desde el balcón, Julie pensó que había visto a un hombre asiático secuestrando a una mujer negra. “Creía que los chinos habían invadido Francia y querían esclavizarnos”, dijo. Comenzó a gritar con todas sus fuerzas que la dejase en paz, aunque en la calle no había nadie.

“Apenas recuerdo el momento en que los bomberos vinieron para llevarme al hospital”, dijo Julie. La noche anterior, había escrito a todos sus contactos y les había dicho que los quería, como si estuviera a punto de morir. El equipo de urgencias la encontró en un estado difícil: tenía la cara desfigurada y se había cortado el pelo con las tijeras de la cocina. Después se enteró de que su madre les había llamado para que fueran a verla después de que tuvieron una discusión. “Traté de estrangularla. No recuerdo por qué lo hice”, dijo Julie. Su madre tuvo que desnudarla y darle una ducha con agua fría para que se calmara.

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Marie-Christine Beaucousin, directora de una clínica en Seine-Saint-Denis a las afueras de París, dijo que ha visto muchos casos como el de Julie en los últimos meses. “Nos sorprendió ver de repente tantos pacientes jóvenes que experimentaban brotes psicóticos por primera vez, muchos más de lo que es normal”, dijo. “Uno de nuestros pacientes creía que él era el virus del covid-19. Otro, conductor de autobús, creía que alguien lo perseguía. Estaba petrificado: había bloqueado la puerta de la habitación con la cama. Tuvimos que llamar a la policía para sacarlo”.

No es muy común que alguien experimente delirios de repente. Pero Beaucousin dijo que el número de pacientes psiquiátricos que no tenían un historial previo de brotes psicóticos aumentó de un 17 a un 27 por ciento en su departamento. “Nuestros datos están siendo analizados en este momento por el equipo de investigación del hospital para tratar de entender qué pasó exactamente durante el primer confinamiento”, dijo.

Julie ingresó en un hospital psiquiátrico y estuvo allí 12 días. Al principio, tuvo alucinaciones constantes, se balanceaba de un lado para otro y balbuceaba y gritaba de forma incoherente. Era tan combativa con los trabajadores de la clínica que necesitaban a seis enfermeros para ayudarla a tomarse la medicación.

“Una enfermera llamada Marie solía darme la mano. Eso me calmaba, más que los medicamentos”, dijo Julie. En algún momento, llegó a pensar incluso que era el Mesías. “Le agarré su suave mano y dije: ‘Toma la mano de Jesús’”, nos contó. “Creía que tenía el poder de curar a la gente infectada con el coronavirus”.

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Tras un intento a medias de suicidio, Julie comenzó a volver a la realidad. Conoció a otros pacientes jóvenes, llamó a sus amigos y familiares y trató de relajarse. Al final, se enteró de que el hospital no podía retenerla contra su voluntad, así que decidió volver a su casa. Pero nada había cambiado y dejó de dormir otra vez. Se puso en contacto con su psiquiatra inmediatamente, quien le aumentó las dosis de ansiolíticos y antipsicóticos.

El 11 de mayo, se levantó el confinamiento y Julie se fue a vivir sola de nuevo y empezó a ver a su novio. “En ese momento todo volvió a la normalidad”, dijo. Pero los efectos de un brote psicótico agudo pueden pasar factura en la mente durante mucho tiempo. “Es como tener un accidente de coche. Los médicos me dijeron que tardaría un año”, dijo. “Los medicamentos son como muletas. Poco a poco voy intentando reducirlos”.

Marie-Liesse De Lanversin, directora del centro médico del XI distrito de París, dijo que han tenido más trabajo que nunca. “Estábamos abrumados por la cantidad de pacientes al final del primer confinamiento y todavía sigue”, dijo. Ahora que Francia ha entrado en otro confinamiento, se espera que la crisis de salud mental continúe.

Julie dice que espera no tener otro episodio. “Me conozco bien, sé lo que me da ansiedad”, dijo. “Esta vez, voy a alejarme de París. Voy a Creuse [una región rural de Francia] con algunos amigos. Vamos a coser, hacer ejercicio, todo estará bien”.

Si tú no te ves con tantas fuerzas como Julie, no pasa nada. La OMS ha creado una guía multilingüe para aprender a reconocer y gestionar el estrés de una forma sana. Los expertos también advierten que consumir demasiadas noticias puede provocar ansiedad. Limitar el consumo de drogas y alcohol también es muy importante para la salud mental, aunque sea difícil. Y recuerda: no hay nada malo en pedir ayuda. ¡Todo el mundo va a terapia!

* Se han cambiado los nombres. Julie no quiso divulgar su edad ni ciudad de residencia.