Platicamos con las personas que ayudaron toda la noche tras el sismo en la CDMX
Fotos por Ollin Velasco.

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Platicamos con las personas que ayudaron toda la noche tras el sismo en la CDMX

“Desgraciadamente, a veces tienen que pasar este tipo de cosas para darnos cuenta de lo chingones que podemos ser si unimos esfuerzos”.

Después del sismo de 7.1 grados que causó destrucción, angustia y muerte en la Ciudad de México, la noche fue larga y ajetreada. La mayoría no durmió: unos, por el miedo a réplicas; otros, por estar en las calles sumando manos en lo que se necesitara.

Hasta ahora se sabe que murieron alrededor de 80 personas, que hay 800 heridos y que cientos aún se encuentran desaparecidos, posiblemente entre los escombros.

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En las colonias Condesa y Roma la madrugada pasó rápido porque había mucho por hacer. Cerca de los puntos rojos de derrumbes platicamos con algunos de estos héroes ciudadanos quienes, en medio de nubes de polvo, fierros retorcidos, gritos y mucha desgracia, por un momento dejaron de hacer sus labores para ayudar.

Derrumbe de Álvaro Obregón 286. 1:27 horas

Alan, 24 años, ingeniero automotriz. 1:27 horas.

Esto se puso muy feo. Yo vivo a un costado del Reclusorio Norte y aunque la cosa ahí estaba fuerte, escuché que aquí estaba peor. De pronto me entraron ganas de venir a apoyar un rato. Llevo aquí tres horas. Un amigo y yo trajimos la planta de luz que ahorita está alumbrando a los bomberos. No tengo hora de irme, pero yo creo que hasta que ya no necesiten el aparato.

Alejandro, 29 años, bartender. 1:40 horas.

Estoy apoyando desde las cuatro de la tarde junto a un grupo de colegas. Recogemos escombros, organizamos las entregas de botellas de agua, y cargamos y repartimos la comida que llega.

Para esto hicimos un grupo de WhatsApp de bartenders, en el que nos ponemos de acuerdo de todo y mediante el que nos dividimos en la ciudad, para poder ayudar donde lo necesiten.
El novio de mi hermana es médico y está ayudando en este derrumbe. No sabemos nada de él porque nos quedamos sin señal, pero nos vamos a quedar hasta que el cuerpo aguante.

Derrumbe de Avenida Ámsterdam y Laredo

Raquel. 2:20 horas.

No tenemos idea de qué hora es, pero recuerdo que llegamos a las 11 de la noche. Estoy repartiendo comida, víveres que trajimos nosotros y que las personas nos están dando. Hay pan dulce, tortas, jugos en tetrapack y algunas frutas. No es mucho, pero de algo servirá. A esta catástrofe aún le quedan muchas horas de trabajo.

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Alejandro, 21 años, estudiante de Derecho y Psicología Social. 2:43 horas.

He estado en las filas para remover escombros, mano a mano. Quería ser solidario con toda esta desgracia, por eso me vine desde las cinco de la tarde al centro de acopio del Jardín Pushkin. Traje agua, medicamentos y ropa. Luego me quedé acá. Estoy muy cansado. No sé ni qué hora es, pero creo que me iré a eso de las 6 de la mañana a otro centro de acopio en Ecatepec, que es de donde vengo. Vamos a estar colectando cosas un par de horas y luego me regreso con ellas para acá.

Gonzalo, 45 años, escritor. 2:51 horas.

Vivo a un lado del Parque México y también trabajo muy cerca. Mi edificio está vacío, así que decidí unirme a la cadena de ayuda para sacar cascajo. Soy chileno y sé perfectamente lo que son los terremotos. Me impresiona lo mucho que están ayudando las personas. El problema es que abajo de tanto escombro aún hay gente atrapada. A eso de las tres de la tarde sacaron a una niñita viva, pero desde entonces a nadie más. Parece que hace rato ya no están escuchando mucho ruido debajo.

Derrumbe de calle Medellín y San Luis Potosí

Marlene Franco, 38 años, ama de casa. 3:30 horas.

Estoy ayudando a coordinar un centro de acopio emergente. Estoy desde las seis de la tarde. Me toca organizar a la gente que llega con comida, agua, picos y palas. También alistamos brigadas para atender a los policías, marinos y elementos del Ejército. Estamos haciendo de todo. Hemos constatado mucha ayuda, mucha solidaridad entre los vecinos. Viene gente que nos trae desde un paquete de galletas y dos sándwiches, hasta camionetas repletas de kits de supervivencia.

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Rodrigo, 25 años, trabaja en el área de compras de un restaurante. 3:49 horas.

Este centro de acopio está organizado por Protección Civil, pero en realidad lo está haciendo posible la gente. En total son 46 de estas unidades que se han habilitado en la ciudad. Lo que más se necesita ahora son baterías y linternas. Pero cualquier cosa con la que contribuyan se agradece.

Kari, 33 años, maestra de primaria. 4:07 horas.

Vengo de ayudar en el estado de Oaxaca junto a mi madre y hoy nos tocó la de malas a nosotros, así que acá estamos apoyando en lo que se puede. Con esta cesta hemos repartido sándwiches, tortas y aguas desde las once de la noche. Para los sándwiches preparamos cuatro paquetes grandes de pan blanco. Vivimos en Neza y no sabemos hasta qué hora regresaremos a casa, pero la situación es tremenda y triste, y lo amerita. Es como revivir la pesadilla del 85.

Andrés, 35 años, encargado de un autoservicio. 4:15 horas.

Soy parte de un club de motos y vinimos a ayudar. Somos 80 y estamos auxiliando en toda la ciudad. Aquí somos cuatro. He recibido y cargado camionetas desde hace tres horas. Pero tenemos bien controlado todo porque hay gente que se aprovecha de la situación y se lleva cosas sin necesitarlas realmente.

Nadie esperaba lo que pasó hoy, después de un simulacro. Lo que nos queda es estar alerta por réplicas. Yo mañana sí trabajo. Tengo que entrar a la tienda a las 7 de la mañana, así que me voy en vivo. Pero no hay bronca, México somos todos.

Álvaro, 26 años, gerente de una cafetería. 4:23 horas.

A mí me toca organizar las donaciones. Tenemos fruta, atún, frijoles y verduras enlatadas, pastas, cereales, café, leche en polvo, medicamentos, jabón, toallas sanitarias.
Es impresionante que después de lo que hemos pasado en México, seguimos de pie. A diferencia del terremoto de hace 32 años, creo que hemos mejorado mucho en cultura de prevención.

Ver el apoyo del pueblo nos demuestra a todos que podemos luchar hombro a hombro. Desgraciadamente, a veces tienen que pasar este tipo de cosas para darnos cuenta de lo chingones que podemos ser si unimos esfuerzos.