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El clásico se repite: dos personas follando en un avión

Gente + aviones = gente follando en aviones.
AC
ilustración de Aina Carrillo

Ya sabéis que cuando el hombre se eleva suceden cosas extraordinarias. En VICE le hemos dedicado una sección entera a eso. Es por esto que cuando esta mañana nos hemos enterado de que una pareja ha grabado a dos pasajeros follando en los asientos de atrás de un avión con destino a México no hemos podido evitar comentar la jugada.

El sexo ejerce una fuerza descomunal sobre el ser humano. Todo lo que la gente hace —vestirse, lavarse los dientes, desarrollar esa tendencia literaria llamada el “realismo mágico”, intentar descubrir una cura definitiva para el cáncer o tener hijos— lo hace para follar. Supongo que es una cuestión de supervivencia de la especie que está impregnada en nuestro ADN.

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Esta pulsión extrema ha hecho que la gente folle en emplazamientos totalmente inverosímiles, parejas incapaces de razonar con claridad que no pueden controlar sus deseos eróticos. Es por eso que la gente folla en parques, en coches, en los lavabos del trabajo, en discotecas y, por supuesto, en aviones. Las circunstancias, por muy extremas que puedan llegar a ser, nunca podrán sobreponerse al deseo. El “ello” siempre ganará al “superyó”, sobre todo en cuestiones coitales.

En este caso, la pulsión sexual ha tenido que superar varios tramos de dificultad, por lo que debemos aprender a respetar este maravilloso impulso.

En primera instancia los amantes han tenido que aguantarse hasta llegar al aparato volador. Esta gente ha tenido que controlar sus ganas de follar durante el viaje hacia el aeropuerto; durante la cola del check-in; la del control de seguridad y, finalmente —ya con unas ganas muy extremas de zumbar— han tenido que aguantarse durante la espera en la puerta de embarque, ofreciendo sus billetes de avión y sus DNI a los trabajadores de la compañía aérea con un temblor y nerviosismo inauditos: “EsteesmibilleteyesteesmilDNI¿podemosentraryaalavión?Adiós, porfavorgracias”. Este esfuerzo hay que valorarlo. Al llegar al avión sus genitales estaban tan al límite que no han ni podido pensar una estrategia más sana, como follar en el retrete.

Luego, está el hecho de que ella ha tenido que superar ese miedo atroz que genera el hecho de tener que desabrocharse el cinturón en pleno vuelo. La gente normal nunca se desabrocha —ni que haya aparecido esa maldita “señal luminosa”— porque piensa que si hay una turbulencia potente, uno se precipitará hasta el techo del avión. Este sacrificio de seguridad se hace solo por follar. Un polvo es mejor que la propia vida. Otro nivel superado.

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Luego está la gente. Estos folladores han decidido copular pese a encontrarse en un espacio cerrado lleno de gente, y no solo rodeados de empresarios solitarios con ordenadores DELL, sino también de familias con niños y bebés que estarán compartiendo espacio con sus genitales. Esta gente tiene que superar el impacto moral de aceptar que su polla y su vagina estarán en contacto directo con el mismo aire que roza la cara de un bebé.

También han tenido que ignorar toda la tripulación de cabina, quienes, como en todos los vuelos, se pasean constantemente arriba y abajo vendiendo zumos, perfumes y divertidos juegos de azar. ¿No es evidente que les van a pillar en algún momento? Como ellos, los mismos pasajeros también se darán cuenta de que alguien está follando en un rincón del avión, por lo que —sobre todo en este mundo ultracomunicado— será muy probable que el casquete termine tuiteado en alguna parte, y de ahí a los medios, y de ahí a VICE.

Superado esto muros morales, el acto se sucede y el acto entraña una belleza extraña. ¿Qué pensarían los seres humanos del siglo III antes de Cristo? Estoy seguro que encontrarían maravillosa la posibilidad de poder follar en el cielo, en movimiento, como auténticos dioses del Olimpo. Un hecho fantástico, imposible de gestionar en esa época; un acto que, lamentablemente, ahora se torna burdo y desagradable. Aun así, el poder del sexo ha facilitado que exista y de vez en cuando el milagro sucede: gente follando en el cielo.

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