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Salud

El daño que provoca el alcohol al cerebro podría llegar a ser reversible

Si en ratones ha funcionado, en personas puede que también.
hombre bebiendo en un bar
Imagen vía usuario de Flickr daveynin

“Nuestro cerebro es como plástico”, me dice nada más descolgar el teléfono Consuelo Guerri, jefa de la investigación sobre los efectos del alcohol en el cerebro, realizada en el Centro de Investigación Príncipe Felipe de Valencia. Allí han descubierto que eliminando una molécula del cerebro de un ratón, este puede beber todo lo que quiera sin que eso dañe a su sesera. Previamente, para llegar a esta conclusión, han tenido que alcoholizar a centenares de animales e investigar su organismo y su cerebro durante más de 15 años.

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Ahora, su proyecto ha sido financiado por el Plan Nacional sobre Drogas; con esa ayuda se buscarán biomarcadores que permitan detectar todos los efectos que provoca el alcohol e intentar revertir el daño causado.

“El botellón es lo que más perjudica al cerebro. El alcohol produce neuroinflamación y daña las células del cerebro, incluyendo las neuronas”, explica Consuelo. Según han podido comprobar los miembros de su equipo de investigación, la ingesta de esta substancia, concentrada en unas horas y sin haber comido, es mucho peor para nuestro organismo y cerebro que si bebiésemos la misma cantidad de alcohol junto con la comida y durante un largo periodo de tiempo. “Por eso la costumbre española de las tapas o raciones con la bebida tiene mucho sentido”, asegura.


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Según nos cuenta, cuanto antes empiecen los adolescentes a emborracharse, el daño provocado es mucho más profundo: “Hay partes del cerebro que hasta los 23 años de edad no están del todo desarrolladas", explica. "Eso podría afectar claramente a la memoria, además de provocar una actitud más impulsiva en su consumo e incluso podría conducir a una predisposición a la adicción al alcohol y a otras drogas”, asegura. Consuelo me explica con sorpresa que en algunas de sus charlas divulgativas en institutos y escuelas se le acercan chavales explicándole que han perdido un curso entero por emborracharse a menudo y que luego, en clase, eran incapaces de rendir ni recordar nada. “Normal”, dice ella.

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De hecho, hay varios estudios que demuestran que los jóvenes que consumen entre 5 o 6 copas durante el fin de semana retienen un 10 por ciento menos de información. “Uno de cada tres jóvenes que se inicia en el alcohol a los 14 años tiene más probabilidades de sufrir problemas con el alcohol en un futuro, con lo que esto conlleva” nos dice. El porcentaje de futuros alcohólicos ha subido en los últimos años en España, lo que representan claramente malas noticias para nuestro país.

Desde el Centro de Investigación Príncipe Felipe de Valencia se está trabajando para intentar descifrar un poco más el grado de afectación del alcohol en nuestro cerebro y saber cómo se podría revertir este daño. Y están bastante cerca de encontrar la solución.

Parte de sus investigaciones consisten en suministrar a ratones adolescentes cantidades de alcohol similares a las que se tomarían en un botellón (equivalente a chicos o chicas haciendo botellón intermitente desde los 14-15 años hasta los 18 años). Tras esta fase, a los ratones se les mantiene hasta la edad adulta (equivalente a 30 años) sin alcohol. Tanto a los animales adolescentes como a los mismos animales en la fase adulta, se les somete a pruebas de conducta. En este sentido se ha observado que el alcohol provoca alteraciones irreversibles en el cerebro adolescente y causa alteraciones en la memoria y el aprendizaje que se mantienen en la edad adulta.

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Sus estudios también intentan explicar la diferencia de afectación del alcohol según el sexo. “Hemos observado tanto en animales experimentales como en jóvenes con botellón, que la misma cantidad de alcohol causa mayor neuroinflamación y daño cerebral en el sexo femenino que en el masculino”, explica. Esto se debería a las diferencias fisiológicas y de composición de músculo y grasa, la distribución del organismo y las diferencias hormonales.

“Hay conexiones de nuestro cerebro que se pueden romper definitivamente si están muy dañadas, pero estamos estudiando cómo se podrían recuperar dichas conexiones”, asegura Consuelo. “También estamos estudiando un posible tratamiento”, añade. Lo que está claro es que si en ratones los experimentos han funcionado, en personas puede que también.

Aunque la mejor manera de prevenir los efectos producidos por el botellón en nuestro cerebro sería no emborracharnos, habría una pequeña esperanza para todos aquellos que se hidratan a base de Jäger y se amorran al surtidor de birra y la toman como si fuera agua.

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