Fotos: La escuela normal de Ayotzinapa antes y después de la desaparición de los 43 estudiantes

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Los 43 que faltan

Fotos: La escuela normal de Ayotzinapa antes y después de la desaparición de los 43 estudiantes

Las experiencias que vive un estudiante universitario son tan diversas como las personalidades de quienes habitan en los diferentes campus.

La Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos, de Ayotzinapa, Guerrero, abre las puertas exclusivamente a varones hijos de campesinos, familias de escasos recursos e hijos de maestros normalistas egresados de esta normal. A diferencia de estudiantes de otras Normales rurales la vida aquí es muy distinta y el día a día depende, en gran medida, de la realidad social y política que les rodea.

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En agosto de 2013 tuve la oportunidad de pasar tres días en la escuela. Conocí el campus y a muchos de los estudiantes, vi los murales de los líderes guerrilleros y revolucionaros de antaño, y aprendí sobre la historia de esta normal. Compartir mezcal casero con un grupo de normalistas que estaba a punto de graduarse mientras organizaban una modesta ceremonia de despedida fue toda una experiencia.

Un año después, el 26 de septiembre del 2014 el estilo de vida en la Normal de Ayotzinapa cambiaría drásticamente. Esa tarde el alcalde de la ciudad de Iguala, José Luis Abarca, dio orden de reprimir el tránsito de los autobuses en los cuales viajaban los normalistas. La policía municipal en colusión con el crimen organizado, mató a seis personas durante el operativo y secuestró a 43 estudiantes. El gobierno federal asegura que los estudiantes retenidos fueron presentados a la cúpula del cártel Guerreros Unidos quienes se encargaros de asesinarlos e incinerarlos.

La versatilidad de capacidades de los estudiantes es vasta. A falta de financiamiento adecuado hacen uso de materiales reciclados para diseñar y construir juguetes, mapas y demás herramientas educativas para sus clases. A su vez, ese ingenio y creatividad también se usa para construir cócteles molotov y para inventar formas de ataque y planes de acción durante sus movilizaciones en protesta de las acciones fallidas del gobierno y en exigencia del reparo al daño que ha causado.

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El propósito de este ensayo fotográfico es contrastar el día a día previo a los ataques del 26 de septiembre con lo que vino después: La cruda realidad que enfrentaron a partir de la desaparición de sus compañeros.

Ayotzinapa, agosto, 2013. Uno de los estudiantes sentado orgullosamente frente al mural con el símbolo de Ayotzinapa, La tortuga. Dicen los residentes locales que Ayotzinapa en Nahuatl significa "Lugar de tortugas".

Durante las últimas semanas que he podido compartir tiempo con los normalistas, el creciente dolor es patente tras dos meses sin saber nada sobre sus compañeros y amigos. La desconfianza hacia el gobierno crece en función a los días que transcurren sin noticias.

La cancha donde en 2013 jugamos básquetbo ahora es una suerte de centro de acopio multiusos para recibir víveres y comida. También funge como punto de encuentro para las familias de los 43 estudiantes desaparecidos. En una esquina de la cancha hay una mesa donde se preparan los alimentos y se reparten entre los visitantes, los voluntarios e incluso con los medios de comunicación.

En el centro de la cancha hay un altar flanqueado por flores siempre frescas que adornado exaltan la figura de un cristo sobre madera.

Los salones, donde antes se impartían clases ahora sirven como dormitorios para los normalistas de otras escuelas que viajaron a Ayotzinapa para apoyar en las misiones de búsqueda y para mostrar solidaridad en las manifestaciones organizadas a lo largo de todo el estado de Guerrero y de todo el país.

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Entre otras funciones, ahora el comedor principal también se le da uso como centro reunión de estudiantes con asambleas que suelen finalizar con el famoso "¡Venceremos!"

Eso sí, en las manifestaciones la consigna más repetida desde la desapariciones, sigue siendo: "Vivos se los llevaron y vivos los queremos!"

Ayotzinapa, agosto, 2013. Un alumno trabaja en una sandalia miniatura en una de las clases de manualidades con cuero.

Ayotzinapa, agosto, 2013. Alumnos de último año escogen material en el almacén para la presentación final de un proyecto. Al no contar con fondos suficientes para material educativo, los normalistas han aprendido ser muy creativos y reciclan casi todo.

Ayotzinapa, agosto, 2013. Comedor en la normal decorado con murales de líderes socialistas.

Ayotzinapa, agosto, 2013. Un estudiante se baña a cubetazos. Muchas de las residencias no tienen duchas funcionales por lo que los estudiantes de ese bloque necesitan bañarse en las mismas pilas donde lavan su ropa.

Ayotzinapa, agosto, 2013. Estudiantes se relajan frente a la cancha de basquetbol. En aquel entonces las sonrisas eran muy comunes.

Ayotzinapa, 2014, después de los ataques. Un normalista de primer año durmiendo en el suelo de su habitación. Los otros diez estudiantes con los que compartía el dormitorio desaparecieron durante el ataque.

Ayotzinapa, 2014, después de los ataques. Un joven toca la guitarra bajo un cartel que dice: “¡Aguirre! ¡Asesino!”

Ayotzinapa, 2014, después de los ataques. Donde hace menos de dos meses se impartían clases hoy es dormitorio improvisado para los familiares y los compañeros de otras normales que se acercaron a Ayotzinapa para ofrecer apoyo y protección.

Ayotzinapa, 2014, después de los ataques. Los restos humanos que descubrió el grupo de forenses argentinos contratados por las autoridades para ayudar a identificar los cuerpos en las fosas comunes en los montes a las orillas de Iguala. Se encontraron una mandíbula y un juego de dientes inferiores en una fosa clandestina en Loma del Zapatero, cerca del lugar donde descubrieron las primeras fosas comunes en Iguala el pasado 5 de octubre.

Ayotzinapa, 2014, después de los ataques. Cajas con bombas molotov hechas con trapos, gasolina y botellas de Coca Cola.

Ayotzinapa, 2014, después de los ataques. La marcha de normalistas y maestros de la CETEG en Iguala de la Independencia. Cientos marcharon al Palacio Municipal para quemarlo.

Ayotzinapa, 2014, después de los ataques. Periodistas toman fotos de un manifestante que lanza un ventilador a las oficinas en llamas dentro del Palacio Municipal de Iguala. En cuestión de minutos tras el ataque el edificio quedó en llamas.

Ayotzinapa, 2014, después de los ataques. Oficina del ex-presidente municipal José Luís Abarca tras la protesta de los normalistas y maestros de la CETEG en Iguala.

Ayotzinapa, 2014, después de los ataques. Un vecino de Iguala sentado en el sofá en mitad de la calle observa el incendio del palacio municipal en Iguala. Tras los destrozos iniciales cometidos por algunos normalistas y maestros de la CETEG, ciudadanos de Iguala iniciaron la rapiña y otros destrozos. Para entonces los normalistas y maestros ya se habían ido.

Ayotzinapa, 2014, después de los ataques. Montados sobre la inercia de la quema del Palacio Municipal de Iguala, vecinos de esta ciudad se trasladaron al centro comercial Tamarindos e iniciaron el robo a diferentes tiendas. Para entonces los normalistas ya se habían regresado Ayotzinapa.

Ayotzinapa, 2014, después de los ataques. Unos niños observan una de las múltiples caravanas que ocurrieron tras la desaparición de los 43 estudiantes. Esta es la marcha de 17 km de Tixtla a Chilpancingo.

Ayotzinapa, 2014, después de los ataques. El gobernador Ángel Aguirre pide licencia temporal debido a la presión social y política por las desapariciones de los 43 normalistas.

Ayotzinapa, 2014, después de los ataques. Toma de la caseta de peaje de Palo Blanco. Normalistas y CETEG toman varias veces por semana la caseta para recolectar fondos.

Ayotzinapa, 2014, después de los ataques. Un maestro de la CETEG apunta su reportera a policías que se encuentran atrincherados dentro de Casa Guerrero, la residencia del gobernador de Guerrero.

Ayotzinapa, 2014, después de los ataques. Maestros de la CETEG toman Casa Guerrero como parte de sus protestas hacia el gobierno.

Ayotzinapa, 2014, después de los ataques. Dos infiltrados de la SEGOB son detenidos y entregados por los maestros de la CETEG al Ministerio Público.

Ayotzinapa, 2014, después de los ataques. Un mural que hicieron los normalistas de Ayotzinapa después de los ataques en Iguala. Pintaron este mural para el Día de Muertos en la ciudad de Tixtla, Guerrero.

Ayotzinapa, 2014, después de los ataques. Estudiantes de Ayotzinapa queman camiones de carga que transportan alimentos de cadenas comerciales frente al palacio de gobierno en Chilpancingo.

Ayotzinapa, 2014, después de los ataques. Normalistas colocando una patrulla estatal frente al palacio de gobierno de Chilpancingo. Minutos después, los manifestantes prendieron fuego al edificio.

Ayotzinapa, 2014, después de los ataques. Carros ardiendo en el estacionamiento del palacio de Gobierno de Chilpancingo

Ayotzinapa, 2014, después de los ataques. Estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa cargando la bandera nacional mientras caminan hacia el Aeropuerto Internacional de Acapulco. Al llegar, los estudiantes bloquearon el aeropuerto por varias horas e impidieron la salida de varios vuelos.

Ayotzinapa, 2014, después de los ataques. Una manifestación pacífica que se llevó a cabo en Tixtla exigiendo la aparición con vida de los 43 estudiantes desaparecidos.

Ayotzinapa, 2014, después de los ataques. En Chilpancingo, un hombre lee un nuevo grafiti que hizo la unión de maestros en la plaza central. Días después, este mismo grafiti que critica al gobernador y al presidente Enrique Peña Nieto y exige el regreso de los estudiantes se puede ver en varios puntos en todo el estado de Guerrero.

Ayotzinapa, 2014, después de los ataques. Estudiantes descansan durante el bloqueo de la autopista del Sol.

Ayotzinapa, 2014, después de los ataques. Un manifestante golpea el escudo de un policía estatal tras quemar las oficinas del PRI en Chilpancingo.

Ayotzinapa, 2014, después de los ataques. Desde que sucedieron los asesinatos del 26 de septiembre, es la policía comunitaria la que ofrece seguridad armada a lo largo del perímetro de la Normal Isidro Burgos.

Ayotzinapa, 2014, después de los ataques. La policía comunitaria de la CRAC durante un desfile por las calles de Tixtla exigiendo al liberación de su comandante Gonzalo, quién fue detenido hace un año. En el desfile participaron y mostraron su apoyo los normalistas de Aytzinapa.

Ayotzinapa, 2014, después de los ataques. El Pleno del Congreso en llamas tras un ataque por parte de maestros de la CETEG.

Ayotzinapa, 2014, después de los ataques. La familia del normalista desaparecido Cristian Alfonso Rodriguez prenden velas en el altar hecho a su memoria, en espera de que regrese con vida.