Las experiencias que vive un estudiante universitario son tan diversas como las personalidades de quienes habitan en los diferentes campus.La Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos, de Ayotzinapa, Guerrero, abre las puertas exclusivamente a varones hijos de campesinos, familias de escasos recursos e hijos de maestros normalistas egresados de esta normal. A diferencia de estudiantes de otras Normales rurales la vida aquí es muy distinta y el día a día depende, en gran medida, de la realidad social y política que les rodea.
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En agosto de 2013 tuve la oportunidad de pasar tres días en la escuela. Conocí el campus y a muchos de los estudiantes, vi los murales de los líderes guerrilleros y revolucionaros de antaño, y aprendí sobre la historia de esta normal. Compartir mezcal casero con un grupo de normalistas que estaba a punto de graduarse mientras organizaban una modesta ceremonia de despedida fue toda una experiencia.Un año después, el 26 de septiembre del 2014 el estilo de vida en la Normal de Ayotzinapa cambiaría drásticamente. Esa tarde el alcalde de la ciudad de Iguala, José Luis Abarca, dio orden de reprimir el tránsito de los autobuses en los cuales viajaban los normalistas. La policía municipal en colusión con el crimen organizado, mató a seis personas durante el operativo y secuestró a 43 estudiantes. El gobierno federal asegura que los estudiantes retenidos fueron presentados a la cúpula del cártel Guerreros Unidos quienes se encargaros de asesinarlos e incinerarlos.La versatilidad de capacidades de los estudiantes es vasta. A falta de financiamiento adecuado hacen uso de materiales reciclados para diseñar y construir juguetes, mapas y demás herramientas educativas para sus clases. A su vez, ese ingenio y creatividad también se usa para construir cócteles molotov y para inventar formas de ataque y planes de acción durante sus movilizaciones en protesta de las acciones fallidas del gobierno y en exigencia del reparo al daño que ha causado.
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El propósito de este ensayo fotográfico es contrastar el día a día previo a los ataques del 26 de septiembre con lo que vino después: La cruda realidad que enfrentaron a partir de la desaparición de sus compañeros.
Ayotzinapa, agosto, 2013. Uno de los estudiantes sentado orgullosamente frente al mural con el símbolo de Ayotzinapa, La tortuga. Dicen los residentes locales que Ayotzinapa en Nahuatl significa "Lugar de tortugas".Durante las últimas semanas que he podido compartir tiempo con los normalistas, el creciente dolor es patente tras dos meses sin saber nada sobre sus compañeros y amigos. La desconfianza hacia el gobierno crece en función a los días que transcurren sin noticias.La cancha donde en 2013 jugamos básquetbo ahora es una suerte de centro de acopio multiusos para recibir víveres y comida. También funge como punto de encuentro para las familias de los 43 estudiantes desaparecidos. En una esquina de la cancha hay una mesa donde se preparan los alimentos y se reparten entre los visitantes, los voluntarios e incluso con los medios de comunicación.En el centro de la cancha hay un altar flanqueado por flores siempre frescas que adornado exaltan la figura de un cristo sobre madera.Los salones, donde antes se impartían clases ahora sirven como dormitorios para los normalistas de otras escuelas que viajaron a Ayotzinapa para apoyar en las misiones de búsqueda y para mostrar solidaridad en las manifestaciones organizadas a lo largo de todo el estado de Guerrero y de todo el país.
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Entre otras funciones, ahora el comedor principal también se le da uso como centro reunión de estudiantes con asambleas que suelen finalizar con el famoso "¡Venceremos!"Eso sí, en las manifestaciones la consigna más repetida desde la desapariciones, sigue siendo: "Vivos se los llevaron y vivos los queremos!"