Fotos del archivo de Magnum que quedaron en el olvido

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Fotos del archivo de Magnum que quedaron en el olvido

Los fotógrafos de Magnum se retaron unos a otros a buscar en sus archivos hasta encontrar una única fotografía que siempre les ha gustado pero que, por alguna razón, ha permanecido en las sombras.

"Cuando tenía entre 22 y 23 años me inscribí a un curso de fotografía de un semestre. Para un proyecto que nos dejaron, decidí seguir a Santa Claus. En esa época había muchos sujetos que recorrían todo Nueva York vestidos como Santa que trabajaban para Volunteers of America y acostumbraban pedir donaciones afuera de Macy's. Después de la colecta, regresaban a la sede de los voluntarios, ubicada en Houston Street, y luego se iban a tomar. La mayoría de ellos eran alcohólicos. Tomé esta fotografía porque recuerdo haber pensado: '¿Por qué Santa va a tomar el metro? ¿Y el trineo?'. Después le llevé esta fotografía al editor del periódico New York Times y le encantó, pero dijo que ya era muy tarde para publicar algo navideño. Perdí la oportunidad esa Navidad pero ahora, 46 años después, vuelvo a tenerla".
​ —Bruce Gilden

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Los lectores asiduos de VICE probablemente estén familiarizados con ​Magnum Phot​os, el colectivo de fotógrafos fundado en 1947 por Robert Capa, Henri Cartier-Bresson, David "Chim" Seymour y George Rodger. En repetidas ocasiones hemos declarado públicamente nuestro amor por ellos y de vez en cuando uno de los miembros de Magnun, Bruce Gilden, visita nuestras oficinas para ​habl​arnos sobre fotografía.

Quizá también recuerden que el pasado junio, el colectivo sorprendió al mundo de la fotografía cuando puso a la venta copias autografiadas de 6x6" por sólo 100 dólares. Hubo tanta demanda que el sitio w​eb de Magnum se cayó por el tráfico.

Esta vez pasa algo similar. Los fotógrafos se retaron unos a otros a buscar en en sus sótanos, en sus áticos y en sus discos duros viejos hasta encontrar una única fotografía que siempre les ha gustado pero que, por una u otra razón, ha permanecido en las sombras. La idea era escoger una fotografía para "rescatarla del olvido". Es un buen método para recodarnos que el 99.99% de la obra de un fotógrafo se va la basura o se queda oculta. Pero, como dice el dicho, "La basura de unos…".

El colectivo no fijó una cantidad limitada de copias, en vez de eso limitó la cantidad de días de la oferta. Así que, si quieres una, tienes que comprarla antes de las 5PM (hora estándar del este) del 14 de noviembre. Aquí hay algunas de las fotografías desenterradas que más nos gustaron.

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Vi a esta pobre mujer encerrada en un auto justo en el momento en que los enormes rodillos de un auto lavado ubicado en los suburbios de París iban a tragarse al vehículo. Se me hizo conocida. De hecho, era mi esposa. Nunca pude incluir esta fotografía en mi portafolio personal porque tenía un vínculo con el sujeto fotografiado. Para mantener mi credibilidad, mis fotos deben ser 'incidentales', algo que no era en este caso. Es por eso que la fotografía permaneció en el olvido. Pero me gusta de todos modos.
​ —Richard Kalvar

Tomé esta fotografía la primera vez que viaje a EU para mi proyecto I'm About to Call It a Day. Acababa de terminar la serie Ou Menya en Rusia, un proyecto que consistía en pedir a personas que me encontraba en la calle que me dejaran quedarme una noche en sus casas. Esta era mi forma de adentrarme en la intimidad de las familias. Después de esto ya no me sentía incómodo al fotografiar personas desconocidas. Sin embargo, quería utilizar la misma estrategia en un país donde hablaran el mismo idioma que yo; quería ver si funcionaría en esas circunstancias. Un día me quedé varado en un pueblito en Luisiana, EU. No lograba encontrar un lugar para quedarme. Un anciano me dijo que quería mostrarme el "único museo hermoso del pueblo". Las piezas estaban cubiertas de polvo y era impresionante lo lúgubre y solitario de la atmósfera. No quise incluir esta fotografía en mi libro porque es completamente distinta a todas mis fotografías. Además, siendo honesto, ni siquiera estoy seguro de que sea de mi agrado. Pero, por alguna extraña razón, no puedo dejar de pensar en ella. Quizá es por eso que prefiero que no se pierda entre mi archivo digital indefinido. Quizá es mejor que no se quede en el olvido.
​ —Bieke Depoorter

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Tomé esta foto en el set de L'important c'est d'aimer por Andrei Zulawski en 1974. Era la primera vez que iba a un set. Acababa de terminar la universidad y apenas llevaba un año como fotógrafo profesional. Estaba trabajando con Kinski, con Romy Shneider, Jaques Dutronc, Fabio Testi, entre otros. Al principio me intimidaba estar con todas estas personas pero también me sentía fascinado al ver lo que estaba pasando frente a mis ojos. Descubrí la complejidad que existía entre la actuación y la sicología interna de los actores al momento de la filmación. Al final, en verdad no podía diferenciar entre la realidad y la ficción emocional de los actores. Andrei Zulawski siempre ha destacado por ser capaz de manejar esta clase de situación. Tanto el equipo técnico como los productores me dieron permiso de hacer casi todo lo que quisiera. Me quedé sólo con los actores. Kinsky era el que más me fascinaba por sus cambios de humor repentinos que iban desde estar muy tranquilo a ser increíblemente violento. Era un hombre que estaba luchando con sus demonios y representaba esa lucha. Conmigo era atento y amable. Fue cuando el equipo técnico estaba preparando las luces que Kinski comenzó a improvisar este instante, comenzó a actuar. Fue muy agobiante para mí el estado de ánimo que adoptaba segundos después de que estuviera listo su encuadre. Cuando terminó la toma, se levantó y caminó lentamente hacia la ventana de la habitación. Y lloró. Los dos nos quedamos callados.
​ —Jean Gaumy

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Cuando empecé a fotografiar a las mujeres que hacían striptease en los carnavales a principios de la década de los 70, sólo tenía dos cámaras Leica; una a color y una en blanco y negro. Hacía retratos con una cámara de formato medio. A medida que me iba adentrado más al mundo de las estripers, me di cuenta que el ASA de la película a color que se usaba en esa época no podía darme la exposición que necesitaba. Con la luz del día no había problema pero en la noche terminaba tomando fotografías cámara en mano con una velocidad de obturación baja y aún así, cuando usaba la película en blanco y negro, tenía que subir el ISO a 1600 para que se viera el interior de los camerinos y las actuaciones. Esta puerta era la entrada a la carpa "Sólo para hombres, no se permiten mujeres y niños". El hecho de sentirme excluida me animó a vestirme de hombre y meterme a escondidas. Acabo de redescubrir el color que tenía olvidado en mi archivo y al verlo me pregunto qué tan diferente habría sido si hubiera tenido las herramientas digitales de hoy en día.
​ —Susan Meiselas

Reviso mis cajones y encuentro montones de folders con negativos. Los proyectos ya publicados como Sabine y Tokyo están arrumbados junto a los que aún no se han publicado como The Gomez-Brito Family, Bangkok y Home. Me encuentro un folder de Home. En él hay cientos o hasta miles de rollos de los últimos cinco años. Nadie ha visto la mayoría de estos rollos y probablemente nunca los voy a publicar. Paso página por página. Veo personas que he conocido. También aparecen constantemente lugares y edificios. Eso fue lo que vi ese día, así fue como me sentí. De pronto reconozco la piel de Onse y Axel. Nunca voy a olvidar aquel día, el día en que conocía a Onse y Axel, y el amor que se tenían. Axel tiene 90 años. "¡Tienes que conocer a mi novia!, ¡es diez años mayor que yo!", dijo. A continuación me cuenta cómo conoció a Onse en Bangkok y cómo se enamoró de ella. Me invita a que vaya a visitarlos a casa de Onse. Onse tiene 100 años de edad y vive sola. Nunca se casó. Solía ser fotógrafa y viajaba por todo el mundo. Aún sueña con eso. Viven separados pero Axel va a visitarla todos los fines de semana. Me invitan a su casa un sábado durante la primavera del año 2010. Les tomo una fotografía mientras se besan y se acarician. Onse tiene muchas heridas en el cuerpo, es por eso que Axel es muy cuidadoso al tocarla. Onse expresa su dicha con pequeños gemidos. Axel me cuenta que hasta hace dos años aún hacían el amor pero ahora el hospital le asignó una cama especial a Onse en la que no hay lugar para Axel. "Pero aún podemos besarnos", dice Axel. Y hacen justo eso. La primera imagen es la mejor. Antes que me ponga a pensar. Antes de que empiece a encuadrar. Antes de pedirles que lo vuelvan a hacer. El primer beso siempre es el mejor.
​ —Jacob Aue Sobol

Estas copias autografiada​s están disponibles en la página de Magnum por 100 dólares (1,300 pesos) cada una. No sólo tendrías algo bello para colgar en tu departamento, también tendrías un fragmento de historia de la fotografía.