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'Quinqui Stars' mezcla el cine quinqui con lo mejor de la música urbana española

¿Qué tienen en común Bea Pelea o El Coleta con los protagonistas de El Pico, Navajeros o Colegas?
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Imagen vía Quinqui Stars

En el año 2009, el cineasta Juan Vicente Córdoba visitó Quinquis de los 80, una exposición que tuvo lugar en Barcelona primero y en Madrid después, con su amigo Daniel Guzmán. Salieron de la sala con una ilusión que a los pocos minutos se convirtió en certeza: tenían que hacer algo con todos aquellos recuerdos, con todas aquellas películas y con cómo vivieron ellos los años de la heroína y los tirones en sus barrios, Carabanchel y Vallecas.

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Juan Vicente empezó a investigar. No quería quedarse en la época en la que empezábamos a ser europeos y los pinchazos y las sobredosis abrían portadas. Quería encontrar a las quinqui stars del presente y en un festival de rumba conoció a El Coleta, que le contó que él mismo había pensado en hacer un documental sobre la música en el cine quinqui. Nunca llegó a salir porque Carlos Saura, a quien quería entrevistar, no le respondía los emails.

Después llegaron la Blondie, y Bea Pelea y le contaron sus historias. Llegaron Jarfaiter e Ira Feminista. Con todos ellos y con El Jaro y el Vaquilla hizo un caleidoscopio, Quinqui Stars, que se estrena hoy en cines y que es, más que un homenaje, una reivindicación. De lo quinqui, de los barrios obreros, de la periferia.

VICE: Qué hay, Juan Vicente. ¿Cuándo y por qué se te ocurre hacer Quinqui Stars, relacionar el cine quinqui de los 70 y 80 con el movimiento del rap actual?
Juan Vicente Córdoba: En el año 2009 hubo una exposición en el CCCB de Barcelona, Quinquis de los 80, que después llegó a La Casa Encendida de Madrid. La fui a ver con un amigo mío que aparece en la película, Daniel Guzmán, actor y director. Nos quedamos maravillados de la muestra, de cómo rendía homenaje a tantos recuerdos que teníamos de situaciones vividas en nuestros barrios…

Al salir nos dijimos que conocíamos tanto esa temática, no solo porque habíamos visto todas esas películas sino por lo vivido que teníamos que hacer un retrato, una reivindicación de aquellos años. Y me tocó a mí. Para un documental anterior sobre la inmigración interior en España, Flores de luna, me tocó investigar los barrios periféricos de las ciudades, de Madrid y Barcelona y cómo explosionan con la llegada de andaluces, de extremeños que como no tienen mucho dinero construyen chabola. Después llegan los 70, los 80 y esas chabolas son destruidas y se construyen bloques, se pasa de lo horizontal a lo vertical. Toda esa geografía está en Navajeros, en Perros Callejeros donde aparece el Campo de la Bota, o La Mina que es ya un barrio en vertical.

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Cuando hice aquel documental entrevisté a abuelos y abuelas cercanos a los 100 años, y hablando con sus nietos, de 18, 20 me di cuenta de cómo había cambiado la mentalidad pero de que por ejemplo el fracaso escolar en España sigue siendo tremendo. Fue entonces cuando me planteé hacer una película que tuviera que ver con los cambios que se han producido o no en este país entre los 80 y ahora. Y me di cuenta de que, en ciertos temas, los cambios han sido muy pequeños.


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Y ahí entran Bea Pelea, Jarfaiter, Ira Feminista, la Blondie…
Sí. Yo quería buscar a las quinqui stars de ahora. Igual que en los años del cine quinqui muchos chavales de barrio que daban tirones se convirtieron en actores de esas películas, yo quería buscar a gente que encarnara ese espíritu ahora. Que fuera de barrio y fueran estrellas. Me encontré entonces con las reinas del trap y me encantaron. Empecé a hablar con ellas, les conté el proyecto y poco a poco se fueron abriendo a mí, me contaron sus vidas… Lo que hago en la película es reconstruirlas en un documental ficcionado.

La peli se divide en dos partes: el pasado, el cine quinqui, las entrevistas y la retrospección y el presente. En la primera casi todo son tíos. En la segunda son todas chicas
Sí, y es algo pretendido. Podría haber sacado a chicos porque los hay, Tangana, Yung Beef. Pero el cine quinqui era un cine muy masculino, esos héroes delincuentes de barrio y los que han quedado sobre todo como iconos eran hombres, porque la delincuencia está mucho más cerca en el imaginario de lo masculino que de lo femenino. Eso no quiere decir que las películas fueran machistas sino que la vida era así. Pero yo quería buscar referencias en el otro lado precisamente por eso, para comparar el machismo y el feminismo en los 80 y cómo está la situación ahora. Quería ver y reflejar la evolución que ha habido, no tanto institucionalmente sino desde la base, desde vosotras, las mujeres, en todos estos años.

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Pero el hilo conductor no podía ser otro que El Coleta.
No podía ser otro. Al Coleta no lo conocía, pero me lo encontré en un festival de rumba. Tocaba con los Achilifunk y me fascinó ver a ese personaje sobre el escenario, con ese estilismo y cantando a las Grecas, a los Chichos y al Pirri y con denuncia social en sus canciones. Yo ya estaba con el proyecto de Quinqui Stars y en cuanto acabó el concierto me fui para los camerinos.

Quedamos días después en su barrio y le conté el proyecto y él me contó a mí que le encanta el cine tanto o más que la música, que es un cineasta frustrado y que llevaba dos años tratando de hacer un documental sobre la música del cine quinqui. No lo había sacado adelante porque se lo había frustrado Carlos Saura. Iba detrás de él para entrevistarle y no le hacía caso. Los mails que le manda en la película a Saura los hemos reproducido tal cual. Esas son sus vidas reales: las de la Blondie, la del Coleta, la de Bea Pelea… hay ciertas licencias, pero el 80% es real y esos son sus problemas.

El año pasado Criando Ratas tuvo bastante repercusión, en uno de sus últimos vídeos Tangana recuperaba un poco la estética de Los Chichos… ¿por qué se pone en valor lo quinqui justo ahora?
Supongo que son movimientos cíclicos y que en ellos influye en paso del tiempo, pero no sé si tengo una respuesta clara. En el cine, por ejemplo, hay veces que ocurre que se empieza a reivindicar un género que durante un tiempo estaba denostado: el thriller en España, por ejemplo, que no se hacía y durante los últimos años se ha "puesto de moda". Si repasamos un poco la historia del cine quinqui vemos que triunfó en las barriadas, sobre todo, de las grandes ciudades. Fue una explosión de los cines de barrio, de los cines de sesión doble a los que iban los adolescentes a ver esas películas que te colocaban con una de amor después, o con una de kung fu o de spaghetti western.

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En esa época, la segunda de Perros Callejeros fue una de las películas más taquilleras del cine español, y creo que de hecho la que le arrebató el puesto fue la primera de Torrente. Ese dato, esa permanencia es sintomática, pero en un momento sociopolítico donde a partir de los 80 lo que interesaba era un cambio de look del país y tirar atrás la negrura de los 40 años de dictadura, lo que trascendió fue la Movida.

Interesaba que hubiera una España diferente, con la mirada puesta en Europa, y eso oscureció absolutamente el cine de realismo social que hizo maravillosamente Eloy de la Iglesia con Navajeros y Colegas, por ejemplo, y que plantea el problema del aborto entre otras cosas. Todo eso desde los medios hasta los poderes fácticos no interesaba, no querían que fuera demasiado visible. Pero de repente hay situaciones en las que no sabes cómo, chicos y chicas más jóvenes que por las circunstancias que sean, por amor a la cultura popular, a estudiar una época determinada, revisitan el cine quinqui y les gusta.

"El estilo que hay ahora sí que es de quinqui de franquicia, importado de América. No son chándales guarrindongos con pelotillas, son chándales de marca"

Tu película es también una reivindicación de clase, pero no queda muy claro si las quinqui stars del presente están a la altura de las del pasado en ese aspecto
La conciencia de clase se está recuperando. Yo crecí en Vallecas y en los 70 y 80, cuando estábamos en el Parque de las Tetas o cuando íbamos al centro decíamos "vamos a Madrid". Como si nosotros no viviéramos allí, como si nos fuera algo ajeno. En las discotecas, si te preguntaban de dónde eres y decías Vallecas te miraban de mala manera. Lo tenían asociado a la delincuencia, a algo negativo, así que yo rara vez lo decía.

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Y creo que, aunque ha tardado muchísimos años y aún quizá de alguna forma permanezca, en ese aspecto se ha avanzado. Aquello que a nosotros nos generaba un sentimiento de amor odio por el barrio y por haber nacido en un estrato social muy humilde a vosotros no os provoca esa sensación. En los últimos años, los chicos y chicas más jóvenes ya no sienten esa vergüenza por ser de barrio, ya no se les mira tan mal. Yo a los veintitantos no decía que era de Vallecas y creo que vosotros sí que vais con vuestra propia bandera nacionalista de barrio.

¿No es algo puramente estético pero sin discurso detrás? Hasta las marcas de lujo han reivindicado el chándal, la estética de la periferia, el barrio…
Pero es que la estética es importante. Bien es verdad que toda esta estética del chándal y del barrio llega de América, no deja de ser algo asimilado, pero creo que eso tiene que ver con la entrada a saco del capitalismo ya desde los últimos ochenta. El cine quinqui por ejemplo, que solo se dio en nuestro país, tenía de peculiar muchas cosas, pero entre ellas que los protagonistas, los barrios, las tramas, todo era España, todo rezumaba el alma y la estética españolas.

Entrar con una recortá en vez de con una pistola a dar un palo, los pantalones de campana, la manera de hablar… Sin embargo, el estilo que hay ahora sí que es de quinqui de franquicia, importado de América. No son chándales guarrindongos con pelotillas, son chándales de marca. Y en ese sentido sí que ha habido un cambio, supongo que también de mensaje.

Sigue a Ana Iris Simón en @anairissimon.

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