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Cultură

Cómo hackear las elecciones y mentarle la madre al gobierno al mismo tiempo

Con 20 por ciento o más votos nulos por casilla simple y sencillamente no les saldrían las cuentas; se crearía un vacío legal que obligaría a repetir las elecciones e, incluso, a la transformación del sistema.

Si estás cansado de todos los videos musicales de tus candidatos, las campañas negras, los excesos de quienes detentan el poder, la falta de propuestas, que nadie te represente —ni trabaje por ti— o la imposibilidad de cambiar esta situación, hemos preparado una guía para quebrar el sistema y sólo tienes que repartir mentadas.

Sí, basta un "chinguen a su repinchísima, madre bola de gonorreas, rateros, corruptos y culeros tragacuandohay", pero repartido a todo lo largo y ancho de las boletas electorales que te entreguen el próximo 7 de junio.

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Claro, también puedes armar tu propia frase y aprovechar el espacio para mandar afectuosos recuerdos a quien te bajó a la novia o a tu jefe, tomando en cuenta que debes ocupar el mayor espacio posible, toda la boleta de preferencia.

Con eso anularías tu voto.

Pero también, si los "anuladores" somos mayoría, podríamos crear un vacío legal, le cerraríamos el camino a los pluris, y forzaríamos la repetición de todo el proceso.

Quién es quién

Vamos por partes, hay que revisar los números.

En 2012, durante las pasadas elecciones, ejercieron su derecho al voto tres de cada cinco mexicanos inscritos en la lista nominal, pero lo cierto es que la participación ciudadana siempre es mayor en las presidenciales.

Tan es así que la cifra baja a dos de cada cinco en las intermedias —como la que tendremos este año—, una abstención de más de 60 por ciento que envidiaría cualquier grupo de AA.

Abusando de Pitágoras, el promedio dicta que en este país acuden a las casillas la mitad de los ciudadanos que pueden hacerlo.

En las dos últimas jornadas electorales, el PRI —partido que obtuvo la mayor preferencia electoral— alcanzó menos de 40 por ciento; es decir, menos de 20 por ciento si tomamos en cuenta a todos los inscritos en la lista nominal.

Si gobiernan este democrático país es porque la ley electoral dicta que la repartición del pastel se hará a partir de la votación total, que sí incluye los votos nulos pero ignora el abstencionismo.

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Y aquí el detalle, para la ley no votar equivale a decir "lo están haciendo tan bien que pueden seguir como hasta ahora", cuando en realidad es "no me importa porque no hay opciones reales y nadie me representa".

En otras palabras, cuentan todas las boletas electorales depositadas en las urnas, por lo que el voto nulo es, de facto, un abstencionismo activo, un escupitajo a los ojos del sistema político nacional por pasado de lanza.

Pero, ojo, el voto en blanco podría tener el mismo efecto siempre y cuando podamos confiar en que durante el conteo nadie utilizará un marcador para cambiar tu decisión. Mejor rayar toda la boleta.

Pero el Peje dice que es malo…

Seguramente has leído cientos de columnas de destacados periodistas que advierten sobre los peligros del voto nulo.

Incluso ese casi eterno candidato de la izquierda —y no me refiero a Cárdenas— proclama a los cuatro vientos que es hacerle el juego al corrupto sistema que él y solo él puede enderezar.

Te tengo noticias: ¡mienten!

La vigente y citada ley contempla que deberá realizar nuevamente el escrutinio y cómputo cuando "el número de votos nulos sea mayor a la diferencia entre los candidatos ubicados en el primero y segundo lugares en votación" —artículo 291—, pero 20 por ciento de votos nulos sería mayor no sólo a la diferencia entre el primer y el segundo lugar, sino a la preferencia electoral de cualquier candidato o partido, lo que se traduciría en un "Houston, tenemos un problema".

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La legislación también consigna la anulación de todo el proceso y hasta repetir los comicios, pero la impugnación casi siempre es utilizada por los propios partidos políticos para pelear por los jugosos huesos de ese flaquito que se llama erario.

Sin embargo, con 20 por ciento o más votos nulos por casilla —distrito, municipio y así hasta llegar a nivel nacional— simple y sencillamente no les saldrían las cuentas; se crearía un vacío legal que obligaría a repetir las elecciones e, incluso, a la transformación del sistema.

Esto, porque la autoridad y el tribunal electorales y la Suprema Corte no podrían legitimar a un proceso que hoy es legal porque nos importa lo que hacen y no votamos. También porque lo permite la ley, redactada por los propios partidos en el Congreso.

Hoy ganan y gobiernan legalmente, pero no legítimamente.

De hecho, llevamos unas cinco elecciones en las que la legitimidad no se ha hecho presente y, por supuesto, no me refiero al llamado presidente espurio ni al autoproclamado legítimo, ambos han demostrado ser hijos de la misma y avariciosa madre hambrienta de poder.

Viva el infanticidio

Imaginemos por un momento que podemos regresar en el tiempo hasta junio de 2012. Ya metidos en fantasías, pensemos por un momento que todos los mexicanos cumplimos con nuestra cívica obligación credencial en mano.

Si quienes no votan lo hacen porque no hay opciones, habríamos matado a todos los chicos, a los partidos chicos, claro.

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Nueva Alianza y Movimiento Ciudadano sin duda habrían perdido su registro. Incluso el Verde y el del Trabajo podrían hoy no existir más que en nuestras más terribles pesadillas. Todos obtuvieron menos de 6 por ciento de la votación y, en buena medida, gracias a esas alianzas que logran pasar por encima de ideologías políticas y hacer de la izquierda, la derecha y el centro un mismo hoyo sin fondo.

A mayor número de votos nulos, menor es la posibilidad de que partidos emergentes conserven su registro.

Eso fue lo que le pasó al Socialdemócrata en 2009; digo, por si extrañabas a Patricia Mercado y su propuesta de legalizar la mariguana.

No te preocupes por ella, el sistema siempre arropa a sus hijos. En enero de 2014, el doctor Mancera la nombró secretaria de Trabajo y Fomento al Empleo de la Ciudad de México.

Vivir fuera del erario es un error.

Como reconoce el tribunal electoral federal —en un curso de capacitación de 2011– la nulidad de la votación buscan proteger el principio de certeza en los resultados electorales. Es una forma de sancionar, de castigar, cuando se comprueba la existencia de una situación anómala que altera el sentido de la voluntad del electorado.

Llámame obtuso, pero no imagino una forma más anómala de alterar nuestra voluntad como electores que con sus candidatos sin propuestas y los vicios de quienes ejercen el poder. Votamos por el menos peor.

El efecto del voto nulo, citando la misma fuente, sería la celebración de una elección extraordinaria, en el distrito o entidad federativa que corresponda. Hagámoslo nacional.

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Sí, mi'jo, la camioneta también es suya

¿Por qué piensas que los partidos hacen campaña negra? No es para denunciar las corruptelas o conflictos de intereses. Lo hacen para que no votes, para que te des cuenta que todos fueron cortados con la mista tijera y te dé hueva, para que el abstencionismo mantenga sus niveles. Eso les conviene, el voto nulo, no.

Por eso la información al respecto es tan escueta, incluso en la propia ley.

Por poner un ejemplo, la Suprema Corte modificó la actual legislación electoral una vez aprobada por el Congreso, pero en ningún momento contempló lo que pasaría en caso de anular la elección por nulidad, aunque sí se reconoce el voto nulo como tu derecho.

No pienses mal, seguramente fue un lapsus.

Así, lo que tenemos que hacer —si en verdad nos interesa cambiar algo— es pasar de 50 por ciento de abstención, a 50 por ciento o más de votos nulos.

Aunque la verdad, la solución real es que dejemos de delegar nuestras responsabilidades.

No basta con acudir a la casilla; hay que comprometerse, informarse e incluso salir a las calles a protestar —o no pensar que son unos vagos quienes sí lo hacen, porque voy a llegar tarde a la hora feliz de mi bar favorito.

Por cierto, ¿sabes quiénes son tus candidatos o acaso piensas votar —otra vez— con el infalible de tin marín?

Ese 6, 30 o 40 por ciento de votos que hoy reciben los partidos son los que generan sus bases, es un porcentaje seguro, porque durante el cargo previo que ejercieron —exagero, son pocos los actuales candidatos que dejaron un puesto gubernamental o de elección popular para volver a competir— ya maicearon a esas bases sociales. "Soy delegado o diputado; no te preocupes, te doy un cargo, ocúpate de venir a cobrar. A cambio, movilizas a toda esa gente que conoces para que sigan votando por mí o por mi partido". Así funciona.

Por eso no quieren que votes, mejor quédate en casa viendo el fut.

Obviamente es más fácil darle like al meme del día y mentar madres en las redes sociales. Sí, está padre, ¿y si mientas madres y compartes memes en la boleta electoral?

Sigue a Octavio en Twitter.

@octcardenas