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El misterioso caso del Prisionero X

¿Por qué terminan las personas en un sistema diseñado para hundirlas primero y hacer preguntas después? ¿Mucho después? ¿Tanto tiempo después que ya están muertas? El estado de Israel tiene mucho que decir al respecto.

La tumba de Ben Zygier, el "Prisionero X" de Israel.

El martes por la mañana, la agencia de noticias australiana ABC, publicó una historia en la que se revelaba la identidad del misterioso Prisionero X”, quien murió en confinamiento solitario en una prisión israelí en 2010. De hecho, el “Prisionero X” era parte de un caso tan secreto que ABC asegura que ni siquiera los guardias dentro de la prisión Ayalon conocían su identidad, y que “vivía herméticamente aislado del mundo exterior”. Su arresto y detención han sido descritos como una “desaparición”, lo que puso en estado de alerta a organizaciones como la Asociación de Derechos Civiles en Israel, quienes aseguran que la idea de que un individuo simplemente desaparezca de la sociedad, no es algo característico de un estado democrático.

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Si el caso ya parecía un bizarro thriller moderno, una mezcla entre la Guerra Fría y El hombre de la máscara de hierro, las cosas sólo se pusieron más raras cuando se reveló que el Prisionero X fue encontrado colgado en su celda, donde supuestamente estaba bajo vigilancia 24 horas al días, sin embargo su encarcelación no había sido oficialmente reconocida por el Servicio Penitenciario Israelí ni por el gobierno. El Sydney Morning Herald también reveló el miércoles que estaba siendo observado por la Organización de Inteligencia y Seguridad Australiana (ASIO), y que viajó a Irán, Siria y Líbano; todos lugares prohibidos para personas que han visitado el “estado sionista”. Israel tiene prohibido a sus ciudadanos viajar a estos lugares por “razones de seguridad”, así que se reportó que Zygier, junto con al menos otras dos personas, habían utilizado sus pasaportes australianos. Se cree que los australianos son favorecidos para las misiones de espionaje porque no levantan sospechas.

Algo que ABC dejó claro desde el principio fue su identidad: un hombre australiano de nombre Ben Zygier, quien se mudó a Israel diez años antes de su muerte y se cambió el nombre a Ben Alon, antes de casarse con una mujer israelí con la que tuvo dos hijos. Es probable que Zygier haya trabajado como espía para el Mossad, la infame agencia del servicio secreto israelí, antes de ser enviado a prisión sin un juicio abierto, para morir más tarde en su celda. ABC declaró que su cuerpo había sido trasladado a Melbourne en diciembre de 2010 para su entierro, pero el gobierno australiano no fue informado sobre su muerte. Esto constituye una violación de las leyes internacionales, aunque no sería la primera vez que Israel hace algo semejante.

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Prisión Ayalon, donde Zygier se encontraba detenido.

Aquí fue donde todo se complicó para el gobierno de Israel. Los medios israelíes por lo general dan la vuelta a la censura militar con historias de alto perfil citando a medios extranjeros e, inicialmente, la prensa local israelí hizo uso de la información en ABC. Sin embargo, parece ser que el caso del Prisionero X es algo aún más secreto que los ataques recientes llevados a cabo por Israel contra Siria y la incursión del país al espacio aéreo libanés. Ha’aretz más tarde reportó que:

“La oficina del primer ministro convocó a una reunión de emergencia el martes con el Comité de Editores de Israel, un foro informal compuesto de editores y dueños de los principales medios en Israel, para pedirle a sus miembros que cooperen con el gobierno y se abstengan de publicar cualquier información relacionada con un incidente muy vergonzoso para cierta agencia del gobierno”.

También está el tema de la orden original de censura emitida por Shin Bet, el servicio secreto doméstico de Israel. Cuando el sitio israelí, Ynet, recibió órdenes de bajar su reportaje sobre la historia, los medios internacionales abordaron el tema desde un segundo ángulo: la censura de la historia del Prisionero X, además del caso mismo. La orden de censura fue anulada el miércoles pasado a las 7am tiempo local, lo que resultó en una ola de artículos, desde su investigación por la ASIO hasta imágenes de su tumba en Australia. Llegaron una nueva serie de reportajes sobre Zygier y su familia, así como un comentario del ministro del exterior australiano, Bob Carr, en el que contradijo lo antes dicho, e informó que las autoridades si recibieron notificación sobre el arresto de Zygier en 2010.

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Un artículo sobre Ben Zygier en el periódico australiano,The Age.

El misterioso caso del Prisionero X ha generado más preguntas que respuestas: ¿Qué pudo haber hecho para terminar en tales condiciones? ¿Por qué las autoridades israelíes no querían que nadie supiera que estaba ahí? ¿Acaso, como muchos especulan, tuvo algo que ver con lo ocurrido durante su participación con el Mossad? ¿Cómo fue capaz de colgarse en una habitación con un circuito cerrado de televisión? ¿Qué lo hizo querer colgarse?

En un principio, parecía que las respuestas podrían comenzar a surgir el miércoles por la mañana cuando el gobierno israelí emitió un comunicado de prensa admitiendo que un ciudadano con doble nacionalidad fue encarcelado en secreto. La justificación para su arresto fue bastante ambigua: se hizo “por razones de seguridad” y después el abogado de Zygier, Avigdor Feldman, llegó para confundir las cosas aún más.

En entrevista para el Canal 10, Feldman dijo haber visto a Zygier el día antes de su muerte, y que le pareció ver a una “persona centrada… sopesando sus opciones legales de forma racional”. Zygier y Feldman discutieron la posibilidad de llegar a un acuerdo, algo por lo que Zygier parecía entusiasmado.

Aunque esto parece sugerir que Zygier no estaba desesperado al momento de su reunión, Feldman también agregó: “Sus interrogadores le dijeron que pasaría largo tiempo en prisión y que quedaría excluido de su familia y la comunidad judía. No hubo una sola fibra sensible que no tocaran, y supongo que eso terminó por orillarlo a este trágico final”.

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El centro de detención en el desierto de Negev, el cual se convertirá en el más grande del mundo cuando finalice su construcción.

Toda esta atención que se le presta al Prisionero X, no es sólo por sus posible vínculos con el Mossad; es porque era ciudadano de otro país con suficiente peso político internacional, así como el tiempo y la disposición, para quejarse cuando uno de sus ciudadanos es detenido de manera misteriosa, o regresa a casa en una bolsa. Hace poco, Israel llevó a cabo una ola de deportaciones, y una porción de los 60 mil migrantes africanos eran de países como Sudán del Sur, cuyo gobierno (agobiado por temas más apremiantes) al menos tiene una relación diplomática con Israel.

La situación empeora si se trata de inmigrantes de Eritrea que viven en Israel. Ellos han tenido que elegir entre ser deportados de forma voluntaria de regreso a un país con el peor récord de términos de derechos humanos, y ser detenidos de forma indefinida en unas instalaciones en Negev; el centro de detenciones más grande del mundo, con capacidad para 11 mil personas. Podría decirse que estas personas están yendo a prisión por el crimen de ser el tipo equivocado de inmigrantes en un país construido a base de la migración. Me parece extraño castigar a una persona por esto, pero a las autoridades israelíes tampoco parece preocuparles la idea de que una prisión es una centro de rehabilitación; no hay intención alguna de reintroducir a estas personas a la sociedad israelí, se trata literalmente de una gigantesca celda de detención en el desierto.

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Por supuesto, existe un contingente de palestinos en el sistema penitenciario de Israel. Según Addameer, de los 4,743 prisioneros actuales, 193 son niños, 23 de estos menores de 16. Un prisionero palestino, Samer al-Issawi, acaba de cumplir 200 días de huelga de hambre parcial. Otros 177 palestinos están detenidos bajo “órdenes de detención administrativas”, las cuales permiten a las autoridades arrestar a las personas sin levantarles cargos ni establecer una fecha para su juicio. Como sucedió en el caso del Prisionero X, las razones detrás de estas detenciones administrativas son siempre “motivos de seguridad”, palabras ambiguas que suelen usarse para encubrir las verdaderas razones que las autoridades se niegan a revelar.

Samer al-Issawi.

No parece que las cosas vayan a cambiar pronto. El 7 de febrero, la Corte Suprema de Israel rechazó la petición de un grupo de ONG para anular la cláusula en la ley que permite a los servicios de seguridad como el Shin Bet llevar a cabo prácticas de interrogación que violan los derechos humanos. Se informó que la petición fue rechazada porque se está considerando una solución alterna, aunque resulta muy difícil pensar en una manera alterna de no violar los derechos humanos, más allá de simplemente no hacerlo.

Los reportes sobre Samer al-Issawi sugieren que está próximo a morir, algo que definitivamente no se verá bien para Israel y su sistema penitenciario. Sin embargo, así como ocurrió con el caso del Prisionero X, está por verse si esto ayudará al mundo a entender lo que el estado de Israel planea hacer con sus prisioneros. ¿Por qué terminan las personas en un sistema diseñado para hundirlas primero y hacer preguntas después? ¿Mucho después? ¿Tanto tiempo después que ya están muertas?

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La identidad del Prisionero X podrá haber permanecido un secreto durante varios años, pero al menos cuando fue revelada, tuvo un significado. Pero cualquiera que haya sido la motivación detrás de su arresto, la historia Ben Zygier es sólo una en el oscuro mundo del sistema penitenciario israelí y aquellos que buscan desaparecer a la gente sin cargos, sin juicios ni representación.

Sigue a Ruth en Twitter: @_MS_R

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