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Cultură

Qué se siente cuando la persona que amas padece depresión

Si no sabes nadar, no puedes ayudar a alguien que se está ahogando.

Solía bromear con que solo atraía a hombres deprimidos. Es la única experiencia que he tenido, ya sea con relaciones largas o con aventuras breves. Nunca he salido con alguien que no tome antidepresivos o que tenga que ir al siquiatra. Me encantan esos chicos que son taciturnos, introvertidos y oscuros.

Supongo que, como también he tenido que lidiar con mi propia ansiedad y episodios de depresión, soy capaz de sentir empatía. Además del aspecto cuidador de mi personalidad; me encanta cuidar a las personas, me gusta arreglar situaciones y conectar a las personas con los servicios que pueden ayudarles. Estoy estudiando para ser trabajadora social.

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No quiero comparar mi experiencia como pareja de alguien con depresión con la lucha de una persona que en realidad padece depresión. Pero tras años de amar a gente que probablemente no me puede amar de la misma forma me ha enseñado algunos trucos que podrían ser útiles. Mi caso solo es uno de muchos que han acompañado en silencio a sus seres amados, tratando de que coman por primera vez en dos días porque su cerebro está confundido y sus músculos duelen y su cama es el único espacio seguro que tienen para esconderse.

Tu ansiedad se vuelve una obsesión: si no piensas los suficiente en ellos, en su enfermedad y en el cuidado que necesitan, entonces les empiezan a suceder cosas malas. No puedes pensar en nada más que en cómo ayudarlos.

Cuando te enamoras de una persona con depresión, a veces, no siempre, tus conversaciones telefónicas de semanas pueden girar en torno a agendar una cita con el nuevo siquiatra, contactar al coordinador de su escuela y asegurarte de que se presente a las tres citas pendientes con el doctor. Eres su pilar de apoyo, porque lo amas.

Una vez, durante unas vacaciones en el extranjero, estaba tan consumida en la depresión de mi pareja que me daba miedo salir del hotel en caso de que necesitara contactarse conmigo desde Australia. Tuve un ataque de pánico en la Isla de Vancouver porque no supe de él en mucho tiempo y estaba casi segura de que se había hecho daño.

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En retrospectiva, es obvio que la forma en que trataba de manejar la depresión de mi pareja no era ni sana ni sostenible. Al final de estas relaciones, quedé totalmente exhausta. Nadie te enseña a cuidarte a ti mismo. Desde jóvenes, en especial si eres mujer, te enseñan a pensar primero en los demás.

Aunque, la verdad, si no sabes nadar, no puedes ayudar a alguien que se está ahogando.

No puedes ser el apoyo de una persona si tu propia salud mental se ve afectada por su depresión. Para mí, tomar un curso de 12 semanas de reducción de estrés basado en la meditación me sacó de esa depresión. Me ayudó a superar la ansiedad crónica que me generó tratar de ayudar a mis ex novios con depresión.

Me arrepiento de haber empezado estas relaciones sin poner límites o tener mi propia red de apoyo. Pero nunca me arrepentiré de haber tenido una relación con una persona que padece depresión. En especial porque su enfermedad no es lo que me atrae. A pesar de sus síntomas, la depresión en realidad no es una enfermedad solitaria o egoísta. Sí afecta a los seres queridos pero es algo inevitable. Nadie tiene la culpa.

Lo único que puedes hacer es entender que no importa cuanto ames a esa persona y cuantas horas te la pases acurrucado con ella, nunca vas a ser capaz de curarla. Los únicos que pueden curarse son ellos mismos.