Christel y sus dos hijos, sentados a la mesa con ocho refugiados, cenando juntos.
Identidad

¿Cómo es alojar refugiados en tu casa?

A pesar de los costos y la resistencia de la policía, Christel le abrió su casa familiar a los necesitados.
Clara Montay
Brussels, BE
LC
traducido por Laura Castro

Christel de Bruselas ha acogido a más de 50 migrantes en un período de 18 meses, desde 2018. Una hazaña enorme, en especial al tener en cuenta que la mujer de 52 años ha asumido todos los costos, con excepción de algunas donaciones por parte de amigos y familiares.

Al vivir en una casa grande con sus dos hijos, Christel elaboró ​​un sistema en el que sus invitados duermen en colchones inflables en un área de la planta baja y pueden pasar tiempo juntos en la sala de estar. También abastece una de sus alacenas de la cocina con todo lo necesario para que ellos puedan preparar su propia comida.

Publicidad

“Cuando llega gente nueva, lo primero que hace es bañarse, lavar su ropa, comer y dormir”, dijo. "A veces, duermen durante dos días seguidos, porque han estado despiertos cinco noches". Inicialmente, muchos están a la defensiva, pero gradualmente se sienten más cómodos. "Nos sentamos a la mesa y hacemos nuestro mejor esfuerzo por comunicarnos con gestos", dijo. "A veces es muy divertido y, sobre todo, se siente natural".

Inicialmente, en 2018, Christel se involucró con organizaciones de ayuda a los refugiados, distribuyendo alimentos y sacos de dormir en el campamento de migrantes del parque Maximilien en Bruselas. Poco a poco, comenzó a recibir solicitudes para acoger personas de una ONG local, Plateforme Citoyenne, pero sus hijos tenían dudas sobre albergar a extraños en casa.

Finalmente, Christel decidió acoger por una o dos noches a dos refugiados que estaban en camino al Reino Unido. Y, como la primera experiencia salió bien, su contacto le preguntó si podía albergar a tres refugiados más. “Al final, Woadosa, Ibrahim y Salomon [tres de sus primeros huéspedes] terminaron quedándose un largo tiempo”, dijo.

La mayoría de los refugiados que se han quedado con ella son de Etiopía y Eritrea, y generalmente pertenecen al mismo grupo de edad que sus propios hijos, entre 16 y 29 años. “Eran [cristianos] muy devotos y rezaban mucho”, dijo.

Publicidad
Hebergement-1.jpg

Los invitados de Christel, durmiendo en un área de la planta baja.

Christel dijo que la experiencia ha sido positiva en su mayoría, pero que también ha habido momentos difíciles. A veces, tenía demasiadas solicitudes. "Una vez, en Navidad, terminé con siete migrantes en casa; esa es demasiada gente".

El costo de su solidaridad comenzó a acumularse. Su factura de agua ascendió a 1000 euros al año y la de electricidad a 240 euros al mes. "Fue algo masivo y nunca hubo ayuda del gobierno, por supuesto", dijo. "Y, sin embargo, de alguna manera, a pesar de todo descubres cómo salir adelante". Sus amigos le ayudan haciendo algunos mandados o le dan dinero, y las tiendas locales a menudo le regalan los alimentos frescos que no se venden.

De momento, Christel ha decidido tomarse un descanso. Su número telefónico circulaba en los grupos de migrantes y la gente empezó a llegar sin previo aviso. “No tuvimos ni un solo fin de semana a solas como familia”, dijo. "Financiera y psicológicamente, llegó a ser demasiado".

Hebergement-4.jpg

Las personas como Christel, que prestan asistencia a los migrantes, están protegidas por la Declaración de los defensores de los derechos humanos de 1999, explicó Elisa de Pieri, investigadora de la oficina regional de Europa de Amnistía Internacional. La declaración demanda que los estados garanticen “un entorno seguro y propicio para los defensores de los derechos humanos”, dijo de Pieri, pero las personas y organizaciones que ayudan a los refugiados a menudo se convierten en el blanco de las leyes que prohíben el “facilitamiento de la migración ilegal”.

Publicidad

Estas leyes están diseñadas para hacer frente a los traficantes de personas, pero en la práctica se han utilizado contra las personas que intentan ayudar, especialmente desde 2016, "cuando el entorno se volvió hostil". Según un informe de Amnistía de 2020, entre 2015 y 2018 al menos 158 personas y 16 ONG han sido investigadas o procesadas por facilitar la migración ilegal. Otra lista compilada por reporteros de Open Democracy encontró 250 casos en el mismo período de tiempo, la mayoría en Italia, Grecia, Francia, Reino Unido, Alemania, Dinamarca y España. "Y, ciertamente, esta tendencia no está disminuyendo", dijo de Pieri.

En 2002, la Unión Europea trató de armonizar las leyes existentes contra el tráfico de personas en sus diferentes estados miembros con una directiva llamada El paquete de los facilitadores. El paquete incluye protección para la asistencia humanitaria, pero define esa asistencia en términos muy vagos. Entonces, aunque todos los países de la UE convirtieron el paquete en ley, lo que se considera como asistencia legal cambia de un país a otro.

La mayoría de las personas procesadas en virtud de las leyes contra el tráfico ilícito de personas estaba ayudando a los migrantes dentro de las fronteras de su propio país. Italia, por ejemplo, ha emprendido acciones judiciales contra los botes de rescate de las ONG. Francia ha procesado e incluso condenado a los voluntarios que ayudan a los migrantes en su frontera alpina con Italia, donde los refugiados se pierden, sufren percances e incluso mueren debido a su inexperiencia con el terreno. La mayoría de estas condenas fueron anuladas posteriormente en una apelación, pero la amenaza de ser sometido a juicio sigue siendo muy real.

Publicidad

El informe de Amnistía también detalla casos en los que hubo persecuciones contra las personas que habían proporcionado alimentos y alojamiento a los refugiados que ya se encontraban en el país. Por ejemplo, las ONG en Calais, Francia, registraron casi 650 incidentes de intimidación policial desde noviembre de 2017 hasta julio de 2018, incluidos cateos injustificados, multas de estacionamiento, controles de identidad e incluso 37 casos de agresiones físicas.

En Suiza, que es parte del área de libre circulación del espacio Schengen y cumple con las leyes de migración de la UE, el pastor Norbert Valley fue multado con 900 euros por alimentar y albergar a un hombre de Togo. A fines de febrero de 2021, dos ancianos italianos que ayudaron a migrantes presuntamente heridos por la policía croata fueron investigados y sus casas fueron allanadas.

Christel dijo que ella también tuvo un encuentro aterrador con las autoridades. “Una vez, me detuvieron con Ibrahim en el auto. Íbamos a buscar su teléfono a una estación de policía en Amberes porque la policía lo había confiscado". Los teléfonos son como un salvavidas para los migrantes, ya que son la única forma de comunicarse con sus amigos y familiares y organizar sus estancias. Christel dijo que la policía suele llevarse los teléfonos, las chaquetas y los zapatos de los migrantes cuando los detienen, y regularmente lo hacen sin dar explicación alguna.

Una vez que llegaron a la estación de policía, Christel fue acusada de trata de personas e interrogada durante horas. La policía también le exigió acceso a su teléfono. Finalmente, logró aclarar las cosas; pero después de que la dejaran ir, la policía presuntamente hizo un último intento para que Ibrahim les diera el nombre de uno de sus traficantes, prometiéndole a cambio legalizar su estancia. "Eso fue claramente un abuso de poder", dijo.

Aunque la tendencia a nivel nacional es desalentadora, de Pieri cree que las instituciones de la UE están logrando algunos avances. En diciembre de 2020, la Comisión Europea publicó su Nuevo Pacto sobre Migración y Asilo, el cual establece que el rescate en el mar no debe ser criminalizado. "Por desgracia, el pacto no es legalmente vinculante", dijo de Pieri, "pero es una interpretación oficial de cómo se debe aplicar la directiva". Esto significa que los fiscales de los países de la UE deberían utilizarla al deliberar sobre un caso.

Christel dice que está feliz de haber podido ayudar y que lo haría todo de nuevo. “Durante la guerra, los judíos necesitaron de traficantes de personas que los ayudaran a escapar, y esas personas fueron consideradas héroes”, dijo. “Sin embargo, nosotros como sociedad tenemos una extraña amnesia colectiva sobre la difícil situación de los inmigrantes. Eso da miedo y es vergonzoso".