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La columna de Pussy Riot

La columna de Pussy Riot: La policía rusa me arrestó por coser en la calle

La activista Nadya Tolokonnikova habla sobre la cárcel, cómo la obligaron a coser uniformes de la policía y lo absurdas que son las leyes de Rusia.

La autora siendo arrestada por manifestarse en la plaza Bolotnaya. Fotos, cortesía de la autora.

Estábamos rodeadas por tres irascibles mujeres policía, nos ordenaron que nos desnudáramos.

—¡No las vamos a dejar ir mientras traigan puestos esos uniformes. Desnúdense ahora!

—¿Cómo? ¿Quiere que salgamos de la estación desnudas?

—Quítate la ropa.

Mi amiga, la activista y artista Katya Nenasheva, estaba sentada a mi lado en la comisaría de policía de Muscú después de nuestra acción "Russia Today", la primera de una serie de protestas tituladas "Don't Be Afraid" (no tengas miedo). El plan era acudir a la plaza Bolotnaya el día de Rusia (12 de junio) y coser una bandera rusa vestidas con el uniforme que obligan a llevar a las reclusas. La plaza Bolotnaya es la misma que en 2011 y 2012 vio a miles de personas manifestarse contra el gobierno de Vladimir Putin. Esta vez solo estábamos nosotras dos, pero pese a lo reducido de nuestra protesta, tres minutos más tarde estábamos rodeadas de policías, que nos obligaron a entrar en una patrulla.

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Ya había vestido un uniforme como este antes, cuando estuve en prisión. Recuerdo que me hería los dedos con las agujas de coser cuando nos obligaban a trabajar cosiendo uniformes de policía. Fue la vez que nos castigaron prohibiéndonos que nos aseáramos y yo intenté lavarme el coño sin que se enteraran. Me encerraron porque mi banda, las Pussy Riots, habían protagonizado una protesta en una iglesia moscovita que Putin y la estructura de poder que domina favorecieron. Ya habrás oído hablar de todo el tema.

La cárcel puede cambiar a la gente como el agua hirviendo a ciertos objetos. Algo blando, como un huevo, puede volverse duro; algo duro, como una zanahoria, puede reblandecerse. El café, por el contrario, se diluye en el entorno. La moraleja de la historia es: sé como el café. Y yo, en la cárcel, fui café.

Estar entre rejas es una experiencia muy, muy difícil. Pero a nosotras, las presas políticas, estas experiencias nos curten, nos dan más vañ y refuerzan nuestro empeño. Entonces, ¿por qué se molestan en meternos en la cárcel?

Cuando salimos, Maria Alyokhina y yo fundamos dos organizaciones sin fines de lucro. La primera, Zona Prava, ofrece asistencia jurídica y apoyo material directo a las reclusas. Nuestros abogados están trabajando con decenas de casos de abusos a prisioneros en toda Rusia y en más de diez casos en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Hemos ayudado a cientos de reclusas con peticiones, recursos de apelación y solicitudes legales. También hemos creado una agencia de noticias del ámbito de la justicia criminal llamada Mediazona, que centra sus informaciones en los tribunales, las prisiones y la policía del país. Decidimos dar máxima prioridad a esta iniciativa porque gran parte de la política rusa ocurre en los tribunales y son muchos los activistas opositores al gobierno de Putin y allegados que están siendo procesados y enviados a prisión.

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Nuestra protesta el Día de Rusia era una forma de expresar que Rusia no es sólo Putin y su pandilla de amigos oligarcas; Rusia también son las 600 mil personas privadas de libertad, algunas de las cuales son las activistas que participaron en la manifestación de la plaza Bolotnaya, el 6 de mayo de 2012, para protestar contra la investidura de Putin como presidente. Algunas de esas activistas siguen cosiendo uniformes de policía en prisión.

—¡Tengo derecho a coser en mi país!—, le dijo Katya a la policía cuando se nos acercaron.

—¡Pero no en público! Tienen que coser en su casa.

Es difícil saber qué es ilegal en Rusia: yo fui encerrada por cantar y bailar en público, y después de nuestra "oración punk" en la iglesia, el Parlamento criminalizó el hecho de "herir los sentimientos de los creyentes". Aquí las leyes se aprueban con enorme rapidez, antes de que puedas decir "esta boca es mía". No se considera necesario someterlas a debate público; la información sobre nuestra legislación procede de unos medios de comunicación controlados por el Kremlin y los miembros del Parlamento dan la razón a Putin en todo sin reflexionar. Van saliendo restricciones como churros, a la misma velocidad con la que las reclusas como yo cosemos uniformes de policía. Ahora se está estudiando una nueva ley que daría carta blanca a los guardias para golpear a los reclusos sin cometer ilegalidades. En caso de que se apruebe, las reclusas podrían recibir descargas eléctricas por un botón mal cosido o por llevar caramelos en el bolsillo. Nosotras la llamamos la "ley del sádico".

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—No pueden coser una bandera rusa vestidas con uniformes de presidiarias en pleno centro de Moscú —nos explicó el Jefe adjunto de la policía cuando llegamos a comisaría. —Nuestro país no es un campo de concentración ni un gueto, pero todo tiene un límite. Cosed en casa. Además, ¿tienen la titulación para poder coser una bandera rusa? ¿Son costureras calificadas?

—Pues sí, precisamente —repliqué. —Me he pasado dos años cosiendo uniformes de policía, pantalones como los que llevas puestos. Cómodos, ¿no?

—La tela es un poco dura —protestó el Jefe adjunto. —Da calor.

—¿No encontraste una nota en el bolsillo? —le pregunté—. En la cárcel escondíamos notas en los bolsillos de los uniformes antes de que se enviaran. Con deseos. Algunos buenos y otros… no tan buenos, según nuestro estado de ánimo ese día.

—¿Te tomas una selfie con nosotros? —animó Katya al agente. —Nos lo prometiste. ¡Selfie! Con la máquina de coser.

En ese momento, el agente se levantó y se marchó. Nos dejaron en paz, así que seguimos con nuestras agujas y terminamos la bandera apresuradamente. Si no nos dejaban coser en la plaza, lo haríamos en la estación. Eso es. Luego colgamos la bandera en la pared.

La autora cosiendo la bandera rusa mientras permanecía arrestada en una comisaría de Moscú.

Tres horas después, nos dejaron marchar, al no tener ningún cargo del que acusarnos.

—Tengo una amiga en Femen —le dijo una de las agentes a Katya. —Las de Femen se desnudan y se lo pasan muy bien. Ustedes se la pasan bien de forma distinta. En fin… Yo trabajo para la policía, esa es toda mi diversión.