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Drogas

Este narco manejaba su imperio desde su laptop y luego entregó a todos sus matones

Analgésicos en Estados Unidos. Metanfetamina de Corea del Norte. Cargamentos de oro. Yates llenos de cocaína. Contratos de asesinatos. Todo esto se juntó para que se volviera un testigo para las autoridades.
Paul Le Roux es un mal hombre.
Imagen vía Getty. Imagen de Paul Le Roux vía Galeao Airport Security  

Artículo publicado originalmente por VICE Estados Unidos.

Paul Le Roux era un tipo grande con un computador antes de ser un informante que implicaba a antiguos soldados estadounidenses en matanzas al estilo mercenario de parte de un emporio de drogas y armas global que controlaba él mismo.

El ciudadano sudafricano ayudó a desarrollar E4M —o "Encriptación para las Masas"— en los años 90, un software que, junto con el programa de encriptación de disco duro que le siguió, llamado TrueCrypt, prometía hacer más fácil para los sabuesos de Internet evitar ser detectados por ojos curiosos, al menos por un tiempo. Usó ese anonimato para formar lo que desde entonces los fiscales federales han descrito como un imperio criminal único y en expansión, dirigiendo el espectáculo desde su computador en Filipinas, y después en Brasil. Entre otras mercancías, ha admitido en corte haber vendido drogas, armas, químicos, tecnología de misiles, y contratos de asesinatos a sueldo. Su red aparece haber incluido contratos con cárteles de droga latinoamericanos, mafiosos chinos, combatientes guerrilleros, ex-soldados europeos, caudillos somalíes, y posiblemente, incluso oficiales de naciones rebeldes como Irán y Corea del Norte.

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Pero fue arrestado durante un negocio de contrabando de metanfetamina en Liberia en 2012, y Le Roux se volteó con la esperanza de reducir su sentencia. En primavera pasada, sirvió de testigo clave en un juicio de asesinato que condenó a tres de sus propios y antiguos matones por un asesinato que él ordenó (al parecer la víctima lo había robado, dijo), según lo reportado por el New York Times. Su historia es una saga larga que involucra oro de contrabando, carros bomba, un yate lleno de cocaína (y con al menos un cadáver) que se estrelló contra la costa, y un montón de asesinatos a sueldo; una historia que, como reportó VICE News, planteó preguntas sobre los tipos de personajes con quienes colabora el gobierno estadounidense para hacer que sus casos perduren, y sobre el costo que eso conlleva.

En su próximo libro, The Mastermind: Drugs. Empire. Murder. Betrayal, Evan Ratliff, quien investigó el caso para una serie en la revista Atavist, explora la increíble historia del programador que se convirtió en supervillano criminal. VICE habló con Ratliff sobre lo que fue, en esencia, un imperio ilícito de comercio en línea que operó de verdad, y lo que inspiró a Le Roux a cooperar con agentes de la DEA y entregar a algunos de los mismos operarios que una vez hicieron que su reino fuera posible.

VICE: ¿Cómo captó tu atención Le Roux por primera vez? Dada la obsesión que los estadounidenses y básicamente todo el mundo tiene con los criminales pintorescos, parece que él ha estado muy fuera del radar, incluso así haya sido un testigo clave en un caso reciente de asesinato en Nueva York.
Evan Ratliff: En un comienzo escuché cosas relacionadas con Le Roux en el año 2013. Fue cuando arrestaron a Joseph Hunter, cuyo alias es Rambo, por admitir [intento de] asesinato a un agente de la DEA. Pero en ese momento el nombre de Le Roux seguía siendo un secreto. Todavía estaban utilizando a Le Roux como un informante. Había sido arrestado años antes. Hicieron otra redada para unos tipos que estaban vendiendo metanfetamina afuera de Corea del Norte. Había señales de que esos dos casos estaban conectados, pero no era claro cómo.

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No fue sino hasta 2014 que alguien filtró el nombre de Le Roux al New York Times. Yo había estado siguiéndolo un poco y reportando [algo] y fue en ese momento cuando estuvo claro para mí que Le Roux era la persona que conectaba los tres casos. Fue ahí que comencé a meterme en serio en el caso, en parte porque Le Roux era un programador y yo siempre he escrito de tecnología. Esta intersección entre tecnología y crimen [conectada a] Le Roux me metió de lleno en el caso. A partir de ese momento, fui básicamente un perseguidor de tiempo completo de Le Roux.

¿Cómo pudiste hacer reportería de este caso teniendo en cuenta, por un lado, la peligrosa red de criminales que se encontraba en funcionamiento y por otro, las acciones que tomaban para intentar evitar ser detectados?
Si uno investiga en Internet lo suficiente, hay mucha historia sobre Le Roux, porque escribió una pieza de un software de encriptación [que fue] muy conocida a comienzos de los 2000 y luego [evolucionó] en un programa de encriptación muy conocido. Uno podía encontrar sus compañías y sus registros web en Internet. Había vivido en Filipinas y mi primer gran avance fue ir a Filipinas y encontrar personas que habían trabajado para él. Él ordenó una cantidad de asesinatos en Filipinas y los agentes que estaban intentando resolver esos crímenes eran incapaces de hacerlo.

[El rastro] siguió expandiéndose. Fui a Israel. Fui a Hong Kong. A todos esos sitios donde su imperio había estado. Siempre había personas, a veces docenas, a veces cientos de personas que habían trabajado para él, porque su organización era muy grande, incluyendo los Estados Unidos. Había doctores y farmacéuticos que habían trabajado para la red y nunca habían escuchado ni siquiera de Le Roux. Comencé a intentar rastrear cada parte, cada pequeño tentáculo de su imperio, y encontrar a cualquiera que hubiera estado en el centro de él para obtener su historia.

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Mientras investigabas y escribías el libro y vivías todo este proceso, ¿qué fue lo que más te sorprendió de él? ¿Qué resalta en tu mente ahora sobre su personalidad?
Era un hombre brillante de muchas maneras. La forma en que construyó su red en línea, donde hizo miles de millones de dólares vendiendo millones de fármacos, todo fue hecho en realidad de forma muy abierta y a la luz. Uno escucha sobre la dark web y sobre personas que usan la criptomoneda para comprar drogas por Internet y suena como algo que requiere de alguien con una habilidad especial para lograrlo. La red que él creo era muy abierta. Uno podía buscar en Google un analgésico e ir a una página web y comprarlo. Un doctor real le daría a uno una prescripción y un farmacéutico real se la enviaría. Todo estaba dentro de una zona legal gris. La forma en que lo hizo fue muy inteligente porque ni siquiera estaba escondido en la sombra. Estaba ahí para que lo encontraran.

Aún así, todavía no entendemos la magnitud y alcance completo de su operación, ¿cierto?
En términos de magnitud, han tenido problemas para hacer estimaciones, porque no creo que él haya sido particularmente comunicativo respecto a la cantidad de dinero que hizo. Él afirma que hizo 300 millones de dólares a lo largo de su carrera criminal, que fue del 2004 al 2012. Ni siquiera es claro por sus declaraciones si se supone que eso es de ganancias o de ingresos, pero de cualquier manera, el gobierno estadounidense estima que hizo entre 200 y 250 millones en un año, en términos de ingresos, vendiendo fármacos por Internet.

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Funcionaba de forma que reclutaba a un farmacéutico en Oshkosh, Wisconsin. Este es un pequeño farmacéutico que es dueño de su propio local y está intentando competir contra currículos y grandes droguerías. Está perdiendo dinero, así que obtiene un reclutamiento no solicitado diciendo "Hey, puedes hacer un par de dólares por prescripción llenando prescripciones por Internet para nosotros y somos una compañía legítima". Así que él se inscribe y luego un doctor en Pensilvania ve un anuncio que dice "Trabaja desde casa. Puedes prescribir medicamentos por 2 o 3 dólares la prescripción y hacer dinero aparte". [El doctor] se inscribe.

Él estaba operando desde Filipinas, pero todo dentro de la red, el envío real de las drogas, estaba pasando por organizaciones legítimas, doctores, y farmacéuticos en Estados Unidos. Estaba fuera del alcance de las autoridades estadounidenses y estaba manipulando el sistema para hacer cientos de millones de dólares. En su mejor momento, en 2008 y 2009, comenzó a hacer su transición a otros tipos de crimen global. Prácticamente construyó su propio cártel donde estaba negociando armas y drogas a gran escala. Estaba lavando dinero a lo largo de África y Hong Kong. Fue ahí cuando la violencia empezó a filtrarse en la organización.

"Casi nunca asistía él mismo a ninguna de estas transacciones".

Sin embargo, ¿cómo explicas el hecho de que haya permanecido como un fantasma por tanto tiempo? ¿Qué hizo que fuera excepcionalmente hábil para evitar la detección? Su tecnología no era tan sofisticada, ¿o sí?
Al comienzo, él ponía su nombre en cosas. Pero con el paso del tiempo, empezó a crear más capas entre él y lo que estaba pasando en Internet. Hubo algunas cosas técnicas increíblemente brillantes que hizo. La páginas web que venden fármacos violando las regulaciones de varios países suelen ser cerradas con frecuencia. Le Roux desarrolló su propio registrador de dominio, lo que significaba que si su sitio web era clausurado, podía generar otra dirección de dominio por su cuenta. No tenía que ir a comprarla en GoDaddy o Network Solutions. Podía generarlas en miles. A las autoridades les tomó un tiempo darse cuenta que la organización era solo él.

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[Las autoridades] enviaban cartas diciendo, "Hey, ¿podrían por favor clausurar a este tipo? Está haciendo algo ilegal". Y eran ignoradas porque Le Roux fue capaz de crear varias capas y se volvió más invisible con el tiempo. Había escrito su propio software de encriptación y era dueño de su propio servidor de correo encriptado. [Las fuerzas policiales] podían obtener una citación o una orden de registro para un correo, pero no podían entrar a su servidor. Hubo un montón de formas técnicas en las que fue capaz de aislarse. Compró personas de arriba a abajo en Filipinas y sabía cuando los agentes estadounidenses llegaban al país.

Prácticamente estaba haciendo todas estas cosas desde su computador en lugar de afuera en el campo, por decirlo así, ¿cierto?
Era dueño de todas estas propiedades en Manila. A veces estaba en un yate con su computador. Tenía una laptop Microsoft vieja y desgastada, equipado con su propia encriptación, y simplemente se sentaba en casa y [dirigía] todas estas secciones de su operación. Trabajaba la mayor parte del día y casi nunca dormía. [Si] quería meterse dentro del comercio de cocaína, encontraba a uno de sus empleados que conocía a alguien y los enviaba a Perú. Si llamaban y decían, "Parece que tenemos un trato", Le Roux transfería un millón de dólares para demostrar que era legítimo y entonces el trato se hacía. Casi nunca asistía él mismo a ninguna de estas transacciones. Solo lo hacía si era absolutamente necesario.

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Sabemos que eventualmente fue arrestado en lo que parecía ser un negocio de metanfetamina en Liberia. Sin embargo, ¿cómo explicas esta caída y su disposición para voltearse, y cómo es en realidad su etapa final, dado que su caso todavía no se ha resuelto?
Le Roux fue arrestado finalmente [cuando] lo atrajeron a Liberia para un gran negocio. Fue un operativo secreto, pero afirmaron que había un negocio con un cártel de droga colombiano. Fue arrestado ahí con ayuda de un informante que trabajaba para él y que volvió a trabajar para él de parte de la DEA. Al principio intentó buscar una salida por medio de sobornos, pero se volteó en el avión que iba de Liberia de vuelta a Estados Unidos. Les dijo, "Voy a cooperar. No quiero estar el resto de mi vida en prisión ¿Qué quieren saber?"

Inicialmente lo llevaron a Manhattan, y formalizaron un acuerdo con su abogado asignado ese día. Su cooperación básicamente se reducía a que los ayudara a capturar primero a algunos de los mercenarios que habían trabajado para él, concretamente a Joseph Hunter y otro tipo llamado Tim Vamvakias. También reclutaron nuevos hombres para su equipo de ataque, con Le Roux prendiéndoles nuevos negocios y nuevos objetivos. Dos alemanes y un polaco, ex-militares, fueron reclutados por Joseph Hunter después de que Le Roux fue arrestado. También fueron arrestados en el operativo secreto.

También tendió trampas a cinco personajes que estaban conectados con la operación de metanfetamina en Corea del Norte, incluyendo al hombre intermedio de la Tríada. Hizo muchas promesas cuando cambió de parecer al comienzo sobre cómo los ayudaría a entrar en Corea, para llegar al corazón de donde venía esta metanfetamina y de que los ayudaría a entrar a Irán, porque había estado haciendo negocios de armas con Irán. Tenía un negocio de armas con Irán cuando fue arrestado. Al final, mis fuentes me han indicado que ninguno de esos acercamientos funcionó. En otras palabras, realmente no obtuvieron mucho de él cuando se trató de Corea del Norte e Irán.

Entonces, ¿los federales la cagaron aquí al dejarlo obtener una alegación por los cargos de droga y no por las cosas más violentas?
La pregunta es, ¿su cooperación valió la pena? Él alegó por la acusación de metanfetamina y otros pocas acusaciones más, como sobornar a un oficial del gobierno, e involucrarse en ventas de armas en Irán, lo que es un crimen en Estados Unidos. Pero fue capaz de contarles sobre los asesinatos [que él ordenó] bajo el acuerdo de cooperación sin ser condenado específicamente por esos asesinatos, junto con una multitud de otros crímenes de los que podía hablar libremente. Los ayudó a atrapar a personas que trabajaban por debajo de él.

Hay una fecha para la sentencia en marzo. No estoy seguro de que se vaya a mantener, pero probablemente será sentenciado en algún momento de la primera mitad de este año. Hay una gran pregunta sobre la sentencia que podría obtener. Podría obtener cualquier cosa, desde diez años hasta cadena perpetua. Ya ha estado en prisión por siete años. Podría obtener diez y salir [pronto]. Podrían pasar por debajo de las normas y darle tiempo servido por su cooperación. También podría obtener 20 o 30 años, si el juez tiene de verdad en cuenta su pasado violento, incluso si no es acusado específicamente por esos asesinatos.

Esta entrevista ha sido editada y condensada levemente por claridad. Aprende más sobre el libro de Ratliff aquí.

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