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Cultură

Entrevistamos a Tommie Smith sobre el saludo al Black Power en 1968

No fue un puño alzado por los negros norteamericanos, sino por todo el mundo.

El pasado 9 de agosto tuvo lugar la final de 200 metros masculina en el estadio olímpico de Stratford, Londres. Para sorpresa de pocos, Usain Bolt, Yohan Blake y Warren Weir pintaron el podio de amarillo, verde y dorado con toda su gloria jamaicana y se llevaron respectivamente el oro, la plata y el bronce.

Hace 44 años, el podio de los ganadores de los 200 metros lisos fue el escenario de uno de los momentos más icónicos del siglo XX. Mientras la gente se alzaba en contra del apartheid en Sudáfrica y la segregación racial en Estados Unidos, los corredores estadounidenses Tommie Smith y John Carlos levantaron sus puños para mostrar su solidaridad con las personas que luchaban por los derechos humanos.

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Después del llamado ‘saludo al Poder Negro’ de los Juegos Olímpicos del ’68, ambos atletas fueron abucheados y expulsados de los juegos por el entonces presidente del Comité Olímpico Internacional, Avery Brundage; un hombre que, décadas atrás, se había codeado con Hitler. El tercero en el podio, el australiano Peter Norman, fue denigrado en su país por portar su placa del Proyecto Olímpico por los Derechos Humanos (OPHR) como símbolo de solidaridad.

Cuando Norman murió, en 2006, Smith y Carlos ayudaron durante su funeral a llevar el féretro. En el Reino Unido se estrenó hace poco

Salute

, una película que narra los eventos en torno al gesto, rodada por el sobrino de Peter, Matt. Aquí está el trailer:

Sin perder de vista los 44 años transcurridos, decidí charlar con Tommie Smith (quien, por cierto, en el 68 también fue el primero en correr los 200 metros en menos de 20 segundos, lo que le valió el oro). Ya había hablado con él en una ocasión, pero entonces se alteró bastante porque creía que había malinterpretado sus ideales. Tuve esto en cuenta cuando le llamé para hablar más a fondo. Tommie tenía una historia interesante que contar. Hablaba mucho en tercera persona y me dio veinte vueltas durante la conversación. Empezamos con su vida en la Universidad Estatal de San José, California, cuando siendo un joven conservador le convencieron para que se involucrase en el OPHR. Smith conoció a John Carlos (ganador del bronce en 1968) en la universidad, a finales del año anterior. Smith era entonces miembro del Cuerpo de Entrenamiento de Oficiales en la Reserva (ROTC). Ahí retomamos nuestra historia.

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Tommie Smith en la premiere de Salute en julio.

Tommie Smith: Cuando era parte del ROTC sabía que me estaba involucrando en algo con lo que el ejército estadounidense probablemente no estaría de acuerdo y que definitivamente nunca honraría, y esa era la objeción a la forma de percibir las culturas étnicas en Estados Unidos. El ejército de Estados Unidos tiene creencias muy concretas: eres parte del país y tienes que aceptarlo porque así son las leyes. Si no lo haces, serás juzgado en una corte marcial.

¿Eras muy conservador por aquel entonces?
Muy conservador. Me uní al ROTC, ¡y era un buen cadete! Al menos eso creía. Hay una película en la que aparezco marchando con un M14 en los campos de la Universidad Estatal de San José, donde entrenábamos. Estaba muy orgulloso de ser militar. Por eso hice esos movimientos militares cuando subí al podio, girar a la derecha y a la izquierda. Son cosas que aprendí en el ejército. ¿Qué reacciones tuvieron tus acciones en el podio?
Cuando regresé de Ciudad de México ya no era parte del ROTC. Según recuerdo me dieron de baja por mis creencias en la lucha por la igualdad y la libertad. Me concebían como un militante en mi propio país. Eso es algo que nunca le he dicho a nadie. En serio, sólo a ti. ¿Por qué crees que fue así?
En el ejército hay reglas y reglamentos. Te riges por las reglas del ejército estadounidense y no puedes hacer nada que vaya en contra de las creencias del ejército ni de las estadounidenses, sin importar quién seas. Pero yo sabía perfectamente, por el pasado de la gente negra, que el ejército tenía problemas para entender por qué luchábamos por la libertad. En el ejército luchas por la libertad de otros países, no por la libertad dentro de tu propio país. Ahí es donde entran en juego las libertades civiles. Eso nos lleva al Proyecto Olímpico por los Derechos Humanos y la propuesta de boicot.
Cierto. El OPHR tenía un interés más humanista en el mundo, ya fuera una persona maltratada de color en Estados Unidos, en África, o donde fuera. ¿Cuál fue la reacción a la propuesta de boicot?
Algunos atletas del equipo de 4x100 metros eran oficiales del ejército. No se podían involucrar en algo que cuestionara la dignidad estadounidense en términos de igualdad. Dios sabe lo que les habría sucedido si hubieran apoyado abiertamente al OPHR en su lucha por las libertades humanas. En 1968, Avery Brundage, un reconocido racista, era el presidente del Comité Olímpico Internacional. Su argumento fue que las Olimpiadas no deberían ser un marco político. ¿Qué pensabas de Avery Brundage?
Tommie Smith no ve a un hombre blanco y le dice que está equivocado. Yo no veo a alguien y juzgo que está equivocado hasta que no abusa verbalmente de la idea de libertad. Y eso fue lo que hizo Brundage. Él apoyó la lucha de 1936 contra Jessie Owens porque era negro. También hizo explícito su apoyo al apartheid. Lo que hizo en 1968 fue poner una barrera frente al USOC [Comité Olímpico de Estados Unidos] y decir que si un atleta posaba frente al mundo [para saludar] con Carlos y Smith, todo el equipo olímpico de EEUU sería descalificado. Así que tuvieron que poner fin a las competiciones de Smith y Carlos. ¿Qué más podía hacer el USOC? Supongo que no mucho. ¿Cómo ves el movimiento por los derechos civiles hoy en día?
Creo que ha crecido mentalmente más de lo que ha cambiado. El cambio vendrá, y supongo que por eso me encanta esa canción de Sam Cooke, "A Change Is Gonna Come". Mientras el hombre exista, existirá la necesidad de trabajar de forma proactiva, buscar un cambio de forma proactiva. Esto es lo que hace que el hombre sea interesante. Ahí reside el interés de la raza humana. Dios no permitió a la humanidad ser aburrida, pero sí planteó que si crees en algo, tienes que decirle a la gente por qué crees en ello y partir desde ahí. Sé que suena ambiguo, pero, ¿qué otra cosa puedo hacer para preservar la integridad del proceso de pensamiento de la humanidad? Es una pregunta cliché, pero tratándose de uno de los momentos más emblemáticos del siglo XX, ¿qué pasaba por tu mente mientras saludabas desde el podio? ¿Qué sentiste?
Muchas cosas, Joshua. Muchas cosas pasaron por mi cabeza en cuestión de nanosegundos. Desde el momento en que me involucré hasta que levanté el puño. Desde no conseguir trabajo y mis creencias en la humanidad, tanto en lo cívico como lo humano, hasta la necesidad de decir algo porque creía en ello. Puedes correr pero no esconderte, y todo eso es parte de lo que creía entonces y todavía creo. Tengo una responsabilidad. Tenía una misión; la misión de Tommie Smith de poner sobre el tapete la necesidad de un cambio en Estados Unidos. Había que cambiar las políticas en términos de igualdad, en términos de derechos iguales para todos, y los derechos de todas las personas en el país que la Constitución juró proteger. Muy simple. Tommie Smith no puede ver el problema en un cambio para bien. Se llama política. Algunos la hacen, otros no. Ahora tenemos un presidente que está haciendo cosas maravillosas, pero no importa lo que haga, la gente se opondrá a él incluso a costa de sus vidas. ¿Qué os dijisteis entre vosotros, John Carlos, Peter Norman y tú, antes de subir al podio?
Tuvimos una conversación larga y difícil. Norman expresó su idea de los derechos humanos. Cuando subió al podio llevaba una chapa del OPHR como símbolo de su creencia en los derechos humanos. No los derechos de los negros en este país, sino los derechos humanos, y eso incluye los derechos de los negros. Tommie Smith y John Carlos llevaban la misma chapa, y eso los ligaba a creer en los derechos humanos. Ese hombre hizo una gran carrera. Corrió con gran autoridad, sobre todo los últimos seis metros, y se llevó la plata. Cuando regresó a su país, donde también había problemas con la gente de color, en especial los aborígenes, no fue bien recibido. Lo vilipendiaron por subir al podio con una chapa.

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Tommie gana el oro en los 200 metros en 1968.

Pero al final fue reivindicado, ¿no?
Creo que sí, Joshua, creo que sí. Porque ese hombre es el orgullo de la libertad. No merece ser vilipendiado por ponerse del lado de dos hombres negros que tenían problemas en su propio país. ¿De quién eran los guantes?
Los guantes eran de Tommie Smith. Yo usé el derecho, y John Carlos el izquierdo. Le di uno a John Carlos porque habíamos hablado de hacer algo y terminó siendo lo de alzar los puños en ell aire. Un grito por la libertad, así lo llamo yo. No necesariamente de Poder Negro. Éramos atletas jóvenes y negros los que lanzábamos ese interrogante, y la gente lo empezó a llamar Poder Negro porque creían que estábamos haciendo lo mismo que los Panteras Negras en Estados Unidos. ¿Y no era así?
No, no era así. Aunque, Joshua, los Panteras estaban en su derecho de hacer lo que hicieron. Servían a la comunidad como podían. Hicieron lo que pudieron para ayudar a miles de personas. Pero el podio y los guantes no eran parte del movimiento Pantera Negra. Una última pregunta. En el momento exacto en el que alzaste el puño, ¿había algún pensamiento concreto en tu cabeza? ¿Otras personas, tu familia, algo semejante?
No había tiempo para pensar en cosas negativas. Ya las había pensado mucho antes. Las amenazas que Tommie Smith y John Carlos habían recibido ya eran suficiente. Y lo que Tommie Smith pensaba en el podio era en rezar, y lo hice, mientras sonaba el himno nacional, con la cabeza agachada y el puño en el aire. Y en la solidaridad de la mezcla de diferentes atletas en los Juegos Olímpicos. Y como tenía el himno de fondo, eso fue lo que me ligó con un país que necesitaba entender que los derechos humanos eran un problema. Los derechos civiles eran un problema, porque yo venía de ahí, y estaba orgulloso de eso, pero había mucho trabajo por hacer. En resumen, eso fue lo que pasó. ¿Puedes describir la reacción?
Todo estaba en silencio, porque nadie había previsto lo que ocurriría. Después empezaron los murmullos cuando entendieron lo que sucedía. Por supuesto, nos abuchearon y nos gritaron. Una vez bajamos del podio volví a levantar el puño sobre la pista; un último acto de solidaridad, creyeran en ello o no. Tommie todavía no tenía pensamientos negativos en su mente.

John Carlos (izquierda) y Tommie saludan de nuevo en la pista con Peter Norman entre ellos. Los tres medallistas se alejaban del podio.

¿La reacción te impresionó?
No. Ninguna reacción me impresionó porque no sabía cuál iba a ser. Lo que yo sabía era lo que Tommie Smith iba a hacer. Como con la carrera: fue la primera vez que se corría en menos de 20 segundos. Es lo novedoso de la vida, y aún hablo sobre aquello a causa de esa novedad, esa libertad y esa acción positiva que creo que hicimos en el podio. No hay maldad, sólo amor, y lo que ese amor ha aportado. Porque no soy un hombre militante. Los cambios seguirán. Por eso estoy hablando contigo, porque creo en una continuidad, y las cosas seguirán cambiando, con todo respeto hacia el gran Sam Cooke. El récord mundial de los 200 metros está en 19.19 segundos. Tú los corriste en menos de 20 segundos hace 44 años. ¿Crees que Ussain podrá hacerlo en menos de 19 segundos?
Si no es Ussain, será otro quien lo haga. Él tiene el físico y la determinación, y no corre sólo para ganar sino para marcar un nuevo récord mundial, a diferencia de Tommie Smith en 1968. Yo corrí para ganar, no para establecer un récord. Gracias por la entrevista, Tommie.

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