Jarfaiter, Cecilio G y El Coleta la liaron pardísima en Moratalaz

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Jarfaiter, Cecilio G y El Coleta la liaron pardísima en Moratalaz

Monólogos etílicos, morreos, gritos hooligans y tensión. Así fue el concierto de este particular 'dream team' del rap.

"Yo no voto, pero si tenéis que votar, votad a PODEMOS". Es una de las pocas cosas inteligibles que pronunció Cecilio G el sábado en la Silikona de Moratalaz. Verle con su roncola dando tumbos fue como ver a Arthur Lee comatoso en el FIB del 2004. O a Scott Weiland en cualquiera de sus últimos conciertos. "Hay que ser honrados. ¿Qué es eso de robar bolsos a viejas? Y el clasismo… ¿acaso los que viven en dúplex no sufren? Me gusta el rap, pero más las mujeres. Dadme ruido para Madrid. Dadme ruido para España". Más que una actuación, fue un TED Talks improvisado, con 'Sin ti muero por el medio' ("una y otra puta vez") y monólogos de diez minutos para llenar los cincuenta que tenía que estar sobre el escenario. "¡Vuelve! ¡Camina hacia la luz!", le gritaban desde el público. Pero nunca regresó. Se dejó las bases en casa, besó la lona (y a un fan) y al final tuvieron que levantarlo del suelo para que cerrara con la misma canción con la que empezó. No cantó Gucci Shanna porque no le salió de los cojones.

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Antes que él, el pequeño gran Jarfaiter asustó como de costumbre. Marginal, como su sudadera. Él y su séquito de Litronos, gritando todos en bloque "¡Frodo maricón!" y "¡Rural!". Un poco de 'This is England', un poco de beefeo ("un mensaje para Trapbeefeos: lo único que haces es darle publicidad al Estampidas"), un poco de gitaneo con palmas a lo loco y un mucho de calle ("esto es Tetuán, no Ciudad de Dios"). Y con 'Mala Ruina' la sala se convirtió en una grada de hooligans. Aunque las hostias que se habían rifado en la previa -patrocinadas por Elio Toffana- nunca llegaron a asomar, lo cierto es que la tensión que manejó el de Piedralaves se cortaba con tijeras de podar y enganchaba como engancha la adrenalina a los que se espachurran contra el suelo haciendo salto base. Volaron birras, crujieron copas y hubo pogo de ese que asustaba a MacKaye en los ochenta.

Lo dejó en bandeja para el anfitrión de la noche. ¿Qué decir de El Coleta que no hayamos dicho ya antes? El primer y único quinqui de guardería, el mejor compañero para ir de museos y el único capaz de eclipsar las pantomimas de Mykki Blanco, jugaba esta vez en casa y eso se notó, claro. Bien engrasado, bien encabronado. En cuanto le soltaron los picoletos, rompió con 'Deprisa, deprisa' y volcó a los señores y señoras que habían pagado 10 euros por la velada y, después de derrochar paciencia ante el Punky Negro y su espectáculo etílico de Tony 2 sin piano, agradecieron que el viejo Ramsés viniera bien amueblado y profesional. Dale Coleta, dale caña. Echaron la persiana Dual TOD y la policía desalojando al personal. Quizá es que les habían pitado los oídos cuando el Jarfa se cagó en los municipales, la Nacional y la Guardia Civil, deseándoles un "¡moriros todos ya!" por Navidad.

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