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Música

Aura Sintétika: Música electrónica y cultura analógica en Lima

La fiebre por la maquinaria pesada ha llegado a la capital inca. Reportaje desde el fondo del circuito.

Dante Gonzáles. Foto de Héctor Delgado

Es un día cualquiera en el Paraíso de Silicio, el estudio privado de Dante Gonzáles, ubicado en el distrito de Lince en Lima. Dante es uno de los mayores coleccionistas de sintetizadores que hay en la capital peruana. A diario lo visitan amigos, no sólo para deleitarse como niños entre tanta juguetería sónica, sino para probar nuevos prototipos, hacer nuevos experimentos. Alfredo Aliaga es uno de ellos, y suele visitarlo llevando los primeros bocetos de los sintetizadores que construye, los famosos Atomosynth. Esta vez aparece con dos nuevos artefactos: el sintetizador modular Koe y el drum machine Totem, de su propia invención. Luego de varias pruebas y programaciones, Dante hace magia con ellos y empieza a tocar una versión excelente de “Behind The Mask”, original de los Yellow Magic Orchestra. Eso quiere decir que el testeo ha sido positivo.

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Dante Gonzáles es una de las caras más visibles de la escena de música electrónica en Lima. Lleva metido en la movida alrededor de 20 años y con numerosos proyectos. Varsovia es el nombre de su banda más reciente, la misma que integra junto a Fernando Pinzás y Carla Vallenas. Tienen un disco publicado y una relación muy fluida con diversos artistas latinoamericanos de minimal synth, un género musical en ascenso y que combina techno y post punk. Varsovia suele tocar a veces en discotecas de música oscura, se mueven bien entre el público aficionado al rock gótico y el punk. En sus canciones no sólo hay notables programaciones de sintetizadores hechas por Dante, sino letras contestatarias hechas para incomodar y desbaratar cualquier intento de reducirlos a una música que sea mero decorado sonoro fashionista. Punk electrónico o Synth Punk sería una buena manera de definir el estilo del grupo.

Varsovia. Foto de Héctor Delgado

En solitario, la música de Dante se inclina más bien por las fantasías futuristas, por el viejo techno pop y la música cósmica de sintetizadores. Escuchar a Dante es volver a un momento en que el techno era la música del futuro, cuando esos sonidos de Moogs y Korgs nos transportaban a otra galaxia. Y aún hoy lo hacen, porque hoy esos instrumentos han vuelto. En estos días se vive una fiebre por los sintetizadores analógicos en todo el mundo. Hay festivales (Tokio Festival of Modular, Moog Fest), hay marcas que vuelven a lanzar versiones modernas de sus clásicos modelos (como el Korg MS20 o el Arp Odyssey). Y así, como Alfredo, hay mucha gente alrededor del mundo construyendo sus propios aparatos, sacando modelos, cada cual más funcional o estrambótico, según se desee. En YouTube uno puede ver videos de gente tocando con un arsenal de sintes y una advertencia bien clara: “toda la música aquí es producida únicamente con los sintetizadores, nada es generado con la laptop, ésta sólo se usa para grabar”. Y es que en el universo de la música electrónica contemporánea hay cierta tendencia por volver al hardware.

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Alfredo Aliaga (AtomoSynth). Foto de Infravox Records

Eso a lo que llaman el retorno de lo analógico ha empezado a correr como reguero de pólvora. Y en Lima ya se siente. Aquí la cultura de construir osciladores y sintetizadores caseros empezó a gestarse a principios del 2000. De todos los que empezaron, sin duda Alfredo Aliaga es quien ha logrado mantenerlo y hacer del oficio una verdadera profesión, justo en un momento en que la fiebre está en su máximo pico. Alfredo es también músico, y se presenta bajo el nombre de AtomoSynth, ha publicado ya varios EPs que tienen la singularidad de ser grabados usando sus propios aparatos. Se inclina también por el techno, y sus sonidos son ácidos, psicodélicos y absolutamente bailables. En vivo la colorida paleta de texturas que escuchamos en sus temas nos trae a la mente el space disco y esos viajes con sintetizadores que parecen aprendidos de Giorgio Moroder.

Carlos Vásquez es otro de los que suele caer por el Paraíso de Silicio. Carlos fue fundador de dos grupos fundamentales de la escena techno en el Perú: Círculo Interior (1988) y Unidad Central (1996). Con Círculo Interior encabezó la primera hornada de grupos techno y con Unidad Central fue uno de los introductores del house en el Perú. Ahora compone su propia música bajo el nombre de Operacional. El año 2010, Carlos y Dante organizaron un concierto que llevó por nombre “No Laptops”, una fecha celebratoria y premonitoria de toda una cultura que ha empezado a dar ya sus primeros brotes importantes en Lima.

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Operacional.

Pero hay mucho más. Es hora de trasladarnos al otro lado de la ciudad. En este momento, acaba de despegar nuevamente un avión y el ruido se expande sobre varias cuadras a la redonda, estamos en San Martín de Porres y por aquí, a sólo unos metros se encuentra el aeropuerto Jorge Chávez. A pocos metros de distancia está la casa de Raúl Gómez. Vivir al lado del aeropuerto puede ser una de las claves de porqué Raúl hace esos sonidos con sus instrumentos, que simulan el ruido de la turbina rompiendo el aire. Junto con Orlando “Liti” Ramírez formaron Jardín a fines de los 90 y desde entonces han mantenido la primacía de ser uno de los proyectos de música electrónica más notables de Lima. Verlos en vivo es una experiencia que difícilmente se olvida. Como los antes mencionados, Raul y Liti usan la laptop sólo para hacer el masterizado de sus grabaciones. El sonido lo generan enteramente con pedales manipulados, osciladores y cajas de ritmos además de la retroalimentación de consola con la que obtienen texturas, ruidos que procesan con los efectos y que hacen resonar en todo el cuerpo. No hay postproducción en su música, todo lo graban en una sola toma. Su sonido es tribalista, ritual y altamente psicodélico.

Por la gran cantidad de ruido que el dúo genera han sido asociados también a un circuito musical de noise, y sin duda, aun cuando la música de Jardín tiene un componente rítmico muy presente, el ruido que producen alcanza niveles de abstracción que los ha hecho conectar muy bien con toda una tradición de artistas de ruido. En solitario, Raúl Gómez también hace su propia música, en ocasiones usa los recursos ya empleados en Jardín (ritmo y ruido) pero también se regocija construyendo melódicas viñetas espaciales, pequeños ambientes para esculturas imaginarias, música de mobiliario del futuro.

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Jardín. Foto de Janice Smith-Palliser

A muchos kilómetros de Lima, en Cuzco, al pie de una montaña, Juan Barreto, imagina sus propios instrumentos, sus propios sintes y cajas de ritmos. Juan Barreto apareció en la escena musical de Lima a principio del 2000 bajo el alias de Rapapay. Actualmente vive entre Cuzco y Lima, está vinculado al Colectivo Auxiliar, el sello y productora que dirigen los Dengue Dengue Dengue. Se ha encargado de programar a los artistas de la zona experimental en los festivales Trifásico, que produce Auxiliar, y donde cumbia digital, dubstep y house se fusionan. Rapapay es de la misma generación de los DDD, pero antes que fusionar cumbia con electrónica más bien decidió investigar en la fusión de IDM con afro, siguiendo un poco el camino trazado localmente por el gran Kollantes (otro de los íconos de la electrónica peruana). Recientemente ha incorporado a su tradicional set up una gran cantidad de osciladores (lleva construidos 17) y un sintetizador hecho por el mismo, lo que le ha dado a su sonido una nueva dirección.

Rapapay. Foto de Héctor Delgado.

El viaje no termina ahí. En años recientes uno de los grupos que rápidamente se han situado entre lo más destacado de la escena electrónica es Gritalobos. Un trio que oculta celosamente la identidad de sus integrantes y que en vivo aparecen siempre ocultos bajo máscaras africanas. Gritalobos ha publicado un único disco, y se ha caracterizado por sus bases rítmicas que encienden la pista de baile y por sus atmosferas oscuras, y un cierto componente rockero psicodélico, presente en el tratamiento que dan a la guitarra que se amalga perfectamente con los sonidos electrónicos que ofrecen generosamente.

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Dándole cierre a este viaje sonoro, se encuentra Jgruu, un dúo de música industrial noise. Quizá son los más ruidistas de todos los aquí mencionados, pero hay en sus temas un gran componente rítmico. Emplean una diversidad de sintetizadores y osciladores (dos Mochikas de la marca Atomosynth), así como guitarra eléctrica, lo que aumenta en muchos casos las cuotas de electricidad a niveles muy abstractos.

Gritalobos! Foto de Alejandra Devescovi

Todos los aquí mencionados suelen participar de eventos que producen diversos sellos y productoras como Buh Records, Arista e Infravox. Arista por ejemplo ha sido responsable de la realización del festival homónimo y gracias al cual llegaron a Lima artistas como Atom TM, Monolake, Dasha Rush, Mika Vainio, entre otros. Instituciones como el Espacio Fundación Telefónica tienen una agenda mensual de conciertos de música electrónica (de lo más experimental a lo más rítmico), así como talleres gratuitos tanto de software como construcción de osciladores y sintes. Ademàs producen el Festival Integraciones, que ha permitido ver en Lima a pioneros de la electrónica como Silver Apples.

La escena electrónica en general en Lima es mucho más grande. A veces desbordante. Y si algo la distingue es que no tiene escenas puras. Los eventos suelen hacer coincidir estilos muy diversos, aunque en los últimos años ha empezado nítidamente a verse escenas más definidas. El circuito de fiestas electrónicas underground ha crecido considerablemente, productoras como Casalocasa, Terror Negro, Combustión o Bulbo ofrecen cada uno estilos muy diversos, y locales como el Noise, New Kitsh, Jabberwocky o Victoria Bar (todos en el bohemio distrito de Barranco) se han vuelto concurridos para los amantes del house, el footwork y el tropical bass, en fiestas que se hacen a veces todos los días. Generos como el chillwave, el ambient y el pop electrónico tienen también un espacio en la escena local.

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Jgruu. Foto de Andrea Bencich

En toda esa explosión de química y música electrónica, se hace visible una escena de artistas que optan por otro tipo de aventuras sónicas, más orientadas al techno y los sonidos oscuros, con un culto por los sintetizadores. Son una nueva hornada donde priman los sonidos sintéticos analógicos, las cajas de ritmos y donde las laptops han perdido protagonismo. Esa movida tiene su propio festival y se llama Maquinaciones (que produce Buh Records) y cataliza una sensibilidad presente en Lima como también en muchas partes del mundo. La creación de El Club de los syntes, (iniciativa de la dj y productora Orieta Chrem), jornadas de intercambio y jams con sintetizadores analógicos, que se realiza una vez al mes, está contribuyendo a solidificar esta cultura y expandirla en la ciudad.

Aún no sabemos cómo evolucionará todo esto. Por lo pronto hoy es un día cualquiera y estamos contentos, pues ha sonado el timbre de la casa: ha llegado un nuevo paquete con un nuevo aparato y ya sabemos lo que sigue: la noche estará dedicada a conectar el cuerpo con la máquina.

¡Qué suene la música!

Dante Gonzáles

Varsovia

Alfredo Aliaga (AtomoSynth)

Operacional

Jgruu

Gritalobos!

Jardin

***

El club de los syntes se vuelve a realizar el miércoles 30 de marzo en Jabberwocky. Y Maquinaciones se realiza el viernes 1 de abril, en el mismo local, con un cartel que incluye a todos los aquí mencionados. Únete a la movida por aquí y al Club de los Syntes por acá.