El Mercado de Gwangjang es uno de los pedazos de historia mejor preservados del mundo
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El Mercado de Gwangjang es uno de los pedazos de historia mejor preservados del mundo

Este es el mercado que menos turistas han visitado en Seúl, tierra de las comidas fermentadas y vísceras crudas, Gwangjang es un pedazo de historia bien conservado.

Hace un año me mudé con mi novia a Seúl, una ciudad donde la diferencia de edades es inmensa, más que en cualquier otro lugar. Es como si dos mundos existieran en el mismo diagrama de Venn. Los jóvenes, o se congregan en los sofás de los Starbucks—porque parece que, literalmente, hay uno por cada 5 personas—a beber vasos gigantes de crema batida sabor café y riéndose con videos de YouTube, o viajan en las enormes olas de turistas en el reluciente Doota mall.

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Seúl fue un importante campo de batalla en la Guerra de Corea, entre 1950 y 1953. Solo en 1950 el control militar cambió cuatro veces y una pequeña de la de por sí pequeña producción de la ciudad fue destruída. En la actualidad, mas de 60 años después, Seúl es una de la ciudades más conectadas del mundo y el epicentro de la vida moderna. Pero la velocidad de la evolución de la ciudad ha significado que una generación más vieja de coreanos—esos nacidos en los años 40, 50 y 60—continúen acostumbrados a un estilo de vida más simple y estén desilusionados, de alguna forma, al pensar cómo ha cambiado su ciudad en tan poco tiempo.

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Pero a pesar de la rápida evolución citadina, a la sombra de los centros comerciales modernos existe un lugar que no solo sobrevivió a la guerra sin un rasguño, sino que se ha mantenido sin cambios desde entonces: el mercado Gwangjang. Este pedazo intachable de historia está prístinamente conservado como era en los años 50. Miles de coreanos, a quienes no les interesa la modernidad que florece a su alrededor—notablemente una demografía mayor—pasa por este mercado todos los días para comer platillos tradicionales coreanos, como el bindaeduk (pastelillos gigantes de frijol mundo), pies de cerdo, bibimbap, y todas formas de kimchi que no imaginas que existen.

Gracias, imagino, a la explosión de la comida callejera en el mundo, la gente ahora tiene ganas de los sabores reales de un lugar cuando viajan, en vez de conformarse con las versiones más ligeras de los hoteles. Como resultado, cada vez veo más turistas informados visitando este mercado, que es—por mucho que odie el término—un paraíso para los foodies. Pero la ausencia de jóvenes coreanos sigue siendo sorprendente. Tal vez sea por el olor—una pared gruesa de entrañas fermentadas con ajo desprende un aroma muy… peculiar—o por la falta de Starbucks, quién sabe. Lo cierto es que cuando voy, soy la persona más joven en el lugar. Y cuando digo más joven me refiero a que hay al menos 3 décadas de diferencia entre las demás personas y yo. Pero con mis fosas nasales disolviéndose rápidamente con el vapor de los chiles fermentados y mi estómago lleno de larvas, soy genuinamente un hombre feliz aquí—a pesar de que una mujer le dijo «perra» a mi novia coreana cuando la vio tomando fotos—.

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Esto es un aperitivo de gusano de seda muy sabroso. A los viejos de aquí les encanta.

Arriba, «bindaeduk».bindaeduk

El parece una gran tortita de papa frita. El exterior es crujiente, como si estuviera hecho de papa, pero son frijoles mungo con una consistencia un poco chiclosa. Es un platillo tranquilizadora y deliciosamente blando. Mientras comía, la señora que los hacía me dijo que este es el único mercado al que todavía le va bien en Seúl, y que, a pesar de la reticencia que experimentó al principio ante los turistas, está contenta de que la gente venga a conocer «la Corea real».

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fermented seafood

Arriba, un plato de hígado y estómago de ternera. Arriba, 'sundae', pero no es el helado que conocemos en Occidente.

Luego encontré una reserva maravillosa de mariscos fermentados en chile. El dueño del puesto me conto que los niños pequeños aún lo llevan como lonch a la escuela, probablemente incluido por sus abuelas que comen exactamente lo mismo más tarde. El pararse en medio de los vapores que se desprendían de esto era como una meditación trascendental.

Cuando encontré un plato de hígado y estómago crudos de ternera, me espanté. Pero lo probé de todas formas, mientras me contaban que se trata de una cuarta parte del estómago de la vaca, que aparentemente es bueno para el cerebro humano cuando se ingiere. El hígado se sirve muy muy frío y sabe un poco como a gelatina de carne.

No es como la morcilla. Se parece, pero aquí lo llaman sundae. A mi mente llegaron imágenes de entrañas de cerdo bañadas con salsa de chocolate mientras esperaba mi porción de esta salchicha densa y esponjosa de intestino de cerdo, sangre, fideos y cebada. Y mis tripas rugían ansiosas. Luego de ver que los coreanos le ponían muchas especias a sus sundaes, hice lo mismo y encontré algo fantástico. Tal vez la próxima vez pediré sangre de cerdo en vez de salsa de fresa en mi sundae de McDonald's para hacerlo más interesante.

sojubottles

Finalmente, con mis propios intestinos convirtiéndose en kimchi humano, quedaba solo una cosa por hacer: tomar un poco de Soju—el alcohol no oficial de Corea del Sur—y emborracharme mucho y muy rápido. No me extraña que las personas se desmayen en la calle luego de beber esto: cada botella cuesta el equivalente a 2 dólares.

Bebí lo suficiente como para quedar desmayado en la calle, pero había tanta comida en mi interior, que el alcohol no logró vencerme. Un saludo al cerdo que me comí, porque me evitó una vergonzosa siesta de asfalto.