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Comida

Encegueciendo a los ciegos al comer en la oscuridad

Imagina que no puedes ver por una hora o dos, que abandonas la visión a cambio de una nueva y multi-sensual experiencia culinaria,” propone Opaque, un restaurante cuyos clientes son guiados por individuos ciegos o con discapacidad visual.
Photo via Flickr user Paul Hudson

"Imagina que no puedes ver por una hora o dos, que abandonas la visión a cambio de una nueva y multi-sensual experiencia culinaria," propone Opaque, un restaurante cuyos clientes son guiados por individuos ciegos o con discapacidad visual que han sido "preparados especialmente para servir comida en la oscuridad" en un comedor "literalmente negro".

La idea, por supuesto, es que al depender de los otros sentidos, los expandas: lo pegajoso del caramelo reducido en sake en tu mentón; el crunch auditivo de un pickle de rábano cediendo entre tus molares; la explosión salada de un tembloroso tomate cherry o caviar; el cosquilleo del azafrán mezclándose con una ostra cruda; el suave aroma del queso de cabra aún después de haberlo tragado; descubrir la forma total de una gorda y ancha costilla de cerdo. Si esto suena como porno, gracias.

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Photo by Jimmy Chen

Fotos por el autor

De lo vegano a la comida cruda, o hasta el fanatismo por lo orgánico, las nuevas restricciones en las dietas de los "foodies" parecieran todas tener una curva instructiva de didáctica moral. Es como jugar con tu comida, políticamente. Siempre se ha sentido, para mí, cómplice de las instituciones clasistas de las que supuestamente tratan de huir. Ninguna cultura con una historia de hambruna elige el no comer comida cuando esta es abundante. Únicamente aquí nuestras masas ambivalentes intelectualizan la comida, personalizando un problema más grande en algo acerca de nosotros mismos. El que las religiones no coman ciertas carnes solo apunta a una cierta solemnidad, como si esa abstinencia fuera una medida involuntaria de la fe, y no una expresión personal.

Dejando a un lado la carne, o el calor o un buen pesticida, el turismo de la comida necesitaba otra restricción. La vista o el sonido.

Opaque está intentando venderte una experiencia, para aumentar la experiencia en la mayoría de las veces no profunda de comer porquerías. Es bastante triste, esta hambre metafísica en la gente que tiene menos que ver con la comida y más con llenar un vago y estresante vacío existencial. En el Budismo, la gente confunde la pérdida de sí mismo con la conquista de sí mismo. Parece como si este minimalismo devoto y la postura Zen fuera en realidad un tipo de consumo banal, algo para Instagram, para ponerle un filtro estético. ¿Qué significa estar agradecido solemnemente, para romper el ayuno con la eterna celebración de la comida?

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Tal vez, simplemente comer.

Puede que sea irónico que dicha ceguera metafórica se actualice en la mesa. De una manera obtusamente hermosa – aunque es difícil imaginar que no lo hacen con cierta traviesa auto-conciencia – los clientes toman fotos sinceras de su cena sin usar el flash. Lo que resulta es increíblemente fantástico y aún así totalmente absurdo: cuadros negros idénticos de legitimidad ostentable. Necesitamos creer que estas son fotos en realidad tomadas en Opaque, para poder comprar la narrativa de su profundidad. Como si la experiencia reduccional de comer comida hubiera alcanzado el punto de artilugio (como el restaurante de Brooklyn,

Eat

, cuyos clientes meditativos, como en un monasterio, permanecen solemnemente tácitos durante toda su comida), entonces ¿a qué es lo próximo a lo que debemos renunciar? ¿Nuestras manos? Eso puede ser lio.

Photo by Jimmy Chen

No debe ser confundido con una Cita a ciegas - un programa de citas de realidad en los que los concursantes tienen que estar el uno con el otro en la oscuridad total hasta que en el último momento las luces se encienden – "Cenar en la Oscuridad" promete un cambio de escena.

Un menú fijo en la oscuridad cuesta $99 dólares, sin incluir las bebidas, libaciones que agregan costo – tu camarero preguntándote sin vergüenza si "te gustaría otro trago" a lo que accedes – y hace duplicar la cuenta. Que esto contradice a la noción entera del menú fijo apunta al auto engaño de los restaurantes finos, de lo que somos alegremente cómplices;

Puede que este no sea exactamente el lugar para la primera cita, pero tal vez la segunda, o la tercera que el ansioso postulante que necesite una experiencia interesante. Lo más triste es ver una cita donde la pareja desencantada mira alrededor del comedor intentando fijar su mirada en otra cosa que no sea el otro. Ahora no tienen porque hacerlo.

La frívola utopía de ser ciego –cuya aflicción permanente es una pesadilla – está a la vuelta de la esquina. Un profesional entrenado te guiará hasta ahí.