Publicidad
Relacionado: La guía heterosexual para que tu chica te dé sexo anal
"Linda, ¿tenemos que apresurarnos con esto? ¿No puedes, más bien… lamerme el culo o algo?Le cuelgo sin decir adiós, como hace la gente en las películas. Me quedo en mi cama y fumo con la ventana abierta, satisfecha conmigo misma.
***
Publicidad
***
Publicidad
Relacionado: Lo que aprendí sobre la estimulación anal masculina
Pero a quién le importa lo que quiera el hombre. Los hombres convierten todo en fetiche. Son perros. Tarde o temprano van a ladrar.Se suponía que esto se tratara sobre lo que yo quiero.Quizás otras mujeres lo han deseado antes, pero quién sabe lo que otras quieren. Lo único que sé es que las fantasías no nacen en una burbuja y la mía empezó cuando el sexo con mi novio comenzó a decaer.
***
Publicidad
***
Relacionado: Cómo convencer a tu novia de tener sexo anal
Mientras seguimos acurrucados, la fantasía corre por mi cabeza: "Mételo en tu boca. Hazlo con clase… como te gusta", le diré mientras él lame la corona de la silicona, moviéndose con ritmo, con la cabeza de lado a lado, mirando ilusionado con sus ojos azules.Pienso cogérmelo en el brazo del sofá, tomando cada esquina de una cobija para penetrarlo más profundamente. Pero henos aquí, pensando en qué tan cogibles son los mamíferos de las caricaturas.
Publicidad
Relacionado: El fetiche de meterse huevos alienígenas
Publicidad
En la madrugada tanteo en busca del arnés.Él permanece en silencio, debajo mío, mientras yo presiono su carne con la punta de silicona. Por un momento pienso que no va a funcionar pero luego ahí está el espacio, el deslizamiento, y él enloquece, mostrando los dientes. Lo sujeto con mis codos y me quedo quieta por un buen rato. Me empiezo a mover, lentamente, y sus gemidos se vuelven melódicos, su verga se empieza ver dura contra su estómago.¡Pobres hombres! Esto es mucho trabajo, todo el asunto de penetrar una y otra vez, calculando, y penetrando, sabiendo que pueden herir a la persona que está abajo."Ahora tú me montas", le ordeno, exhausta.Pero en el cambio, a él se le ablanda."Sigamos", le digo, la falta de sueño me deja trastornada. "El arnés me roza rico. Creo que me puedo venir. ¡Todavía la tengo dura!".Si algo sé, es que mis deseos están indisolublemente enredados con los de los hombres, pero claro, tengo algunos sólo míos. Seguramente el hecho de que los novios raramente quieran satisfacer mis fantasías tiene que ver. Esa es la tragedia de la pervertida.Tal vez el pegging (#thetrend) se trata únicamente de venganza. Pero qué importa."Ni loco. No puedo seguir", dice él mientras cae en mis piernas. "Lo siento amor, Pero eso fue todo"."Está bien", digo. "No te tienes que disculpar. Estuviste genial."Nos quedamos así por un momento. "Pero te puedes disculpar por todos los hombres", añado. Él levanta su cabeza de mis muslos. "Me disculpo por todos los hombres. En serio".