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Violenta CDMX

Fuimos por el #PitoDeMancera y estas son nuestras primeras impresiones

El Silbato Vive Segura no tiene un protocolo claro de uso y parece trasladar la responsabilidad de protección sobre los hombros de las mismas víctimas.

A pesar de las críticas por su ingenuidad, su color rosita, las burlas y los hashtags, los pitos de Mancera (en realidad se llaman Silbato Vive Segura) ya están siendo entregados en las principales estaciones del metro en CDMX.

Nosotros fuimos por el nuestro para ver cómo era la entrega, lo que piden para darlo y, sobre todo, para ver el asesoramiento y material que lo acompañan.

¿Cuándo se debe usar el silbato? ¿Antes, durante, después de la agresión? ¿Cuando ya tengas la mano de un sujeto adentro del brassiere? ¿Cuando te venga chistando desde el asiento de enfrente? ¿Cuando ya se va del lugar donde mostró sus miserias? Se debe decidir sabiamente porque, como se verá más adelante, tocar el silbato de forma equivocada puede acarrear serias consecuencias. Sigamos.

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Tal como lo dice uno de los folletos, no puedes usar este pito en las calles porque ahí ya hay mecanismos que te mantienen segura, como esos míticos botones ciudadanos que encuentras cada que pasa el cometa Halley.

¿Cómo funciona el poderoso pito? Sencillo: silbas y el agresor se queda inhibido automáticamente, tal como se ve en este video.

Una vez que el agresor se queda pasmado como compu vieja, sigue hacer una genkidama y que los demás pacíficamente lo rodeen y se queden quietecitos hasta que la policía llegue. Porque todos sabemos que, aun sin un programa de educación sexual y cívica, nuestra sociedad suele prestar atención a las mujeres que piden auxilio cuando son acosadas y cuando esta sociedad reacciona lo hace de forma no agresiva, sin linchamientos y esas cosas abominables.

Pero ojo, persona agredida, que si estás echando mentiras para arruinar la vida de un hombre, no tienes forma de probar la agresión, decidiste hacer la línea de conga más grande del metro o le prestaste el pito al niño para que se entretenga, la furia justiciera caerá sobre ti y vas a tener que pagarlo con una sanción administrativa.

La CDMX pensó en todo y si alguno de nosotros no sabe qué hacer cuando alguien es agredido, también proporciona un curso exprés de solidaridad.

Luego de la defensa ciudadana llega la caballería. La policía acude como suele hacerlo, atrapa al malo y lo lleva a donde corresponde para que lo juzguen. Un proceso impoluto y a prueba de fallas. La persona agredida ya ni siquiera tendrá que ir a un lado de su agresor en la patrulla, sino enfrente, lejos, lejos del trauma. ¡Qué armonía!

Fuera de broma, ni el silbato o los folletos informativos sirven para detener un problema tan complejo como el acoso. No asegura que las agresiones no se den o que el sistema para sancionarlas ya esté saneado y funcione como debe ser. No tiene un protocolo claro de uso y parece poner la responsabilidad de protección en los hombros de las mismas víctimas.

Y aunque la sanción social, es decir, el exponer al agresor frente a todos los demás puede funcionar en ocasiones (como en el caso de Las hijas de la violencia), no es una solución sistémica y a la altura de las políticas en las que el gobierno debe gastar. Porque sí, se desembolsó un milloncito en pitos de plástico hechos en Canadá.

Para finalizar, lo bueno: los requisitos para obtenerlo son pocos, lo que facilita bastante el trámite que es formarte en una fila nutrida, tener credencial con fotografía y recibir un folleto. Lo malo: no todo el personal parece estar capacitado en las espinosas cuestiones de género que esta medida va a acarrear; vimos a una de las encargadas preguntarle a otra si los silbatos también podían ser para los hombres que se arremolinaban enfrente del módulo. ¿Y ahora qué pito nos va a salvar del binarismo de género?

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