El colectivo trans que usa el folklore para luchar por la diversidad sexual

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Carnaval de Oruro: VICE en la gran fiesta andina

El colectivo trans que usa el folklore para luchar por la diversidad sexual

Desde 2002, los Galán encabezan uno de los bailes más representativos del carnaval de Oruro y en los últimos años se han convertido en un ícono del movimiento TLGB en Bolivia.

Carlos Parra tenía cinco años cuando vio por primera vez un travesti. Corría la década de los 70 en una Bolivia marcada por las dictaduras, y Ofelia, histórica transformista de las fiestas folklóricas, se contoneaba con unos tacones de infarto y un vestido minúsculo en el carnaval de Oruro.

"Mira esa señora mami", dijo boquiabierto.

"Es un hombre hijito", le contestó su madre.

Hoy Carlos —más conocido como París— es un tipo alto, esbelto y de facciones delicadas, y una de las cabezas visibles de la familia Galán, colectivo que lidera el movimiento TLGB en Bolivia. Al igual que lo hicieron sus antecesoras, lucha por el reconocimiento de las diversidades sexuales a través de lo más visceral de la cultura andina: el folklore.

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El primer baile de los Galán en el carnaval de Oruro. Foto cortesía de la Familia Galán.

Los Galán bailan en Oruro desde 2002 y han hecho del waphuri toda una institución carnavalesca. El personaje encabeza la danza de la kullawada o de los hilanderos y en los últimos años se ha convertido en un ícono del movimiento trans.


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En casa de París, un departamento amplio sobre una ladera paceña inundado de libros y fotos que narran varias décadas de activismo, los trajes y complementos de carnaval pelean por el protagonismo desde repisas, sillas y baúles donde laboriosamente los ha preparado para la visita.

Ruecas de fantasía, máscaras con narices ganchudas, mantillas de colores eléctricos, camisas con vuelo en las mangas y sombreros que parecen torres plagados de símbolos andinos construyen la versión travesti del waphuri Galán.

Su aparición en Oruro cada mes de febrero se convierte en un espectáculo casi de culto, de veneración, de gritos, algarabía y furor. "Y eso que al principio pensamos que no nos iban a aceptar porque cambiamos el traje original", sentencia.

Una semana antes de su primera actuación, los Galán decidieron transformar al waphuri. Con sus propias manos y a contrarreloj fabricaron una nueva imagen para el personaje. Sustituyeron la chaqueta hermética y acartonada por una torera inspirada en la que lucía el cantante mexicano Juan Gabriel en el concierto del Palacio de Bellas Artes a finales de los años 90.

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"Cuando nos vieron aparecer los demás bailarines que componen el bloque folklórico de la kullawada hubo varios segundos de silencio", relata David Aruquipa, quien asume Danna Galán como nombre político. "Se quedaron en shock", apostilla París. "Después salimos a bailar y cuando vieron la reacción del público se dieron cuenta de lo que habíamos creado".

Foto cortesía de la familia Galán.

Una larga historia de lucha

A mediados de la década de los 90, cuando la estigmatización al colectivo TLGB campaba a sus anchas y las ONG dirigían sus campañas sobre el VIH y el uso del condón a colectivos homosexuales, cuatro jóvenes sentados en una mesa del único bar gay de aquel entonces en La Paz, el Bronx, crearon lo que es hoy la familia Galán.

"La sexualidad siempre se ha visto de manera muy satelital nunca relacionada con el pueblo ni la cultura. Nosotros siempre hemos visto la fiesta como un espacio donde se teje lo más sensible, y en algún momento dijimos es más importante bailar ante medio millón de personas que estar dando talleres a 20", argumenta Danna mientras juguetea con una rueca.

El primer paso fue adoptar nombres de mujer como Leonela, Sabrina o París y el apellido Galán —ideado por Diana Sofía (actualmente en España)— para crear una simbiosis entre ambos sexos. Comenzaron actuando en los guetos y locales más hediondos de la ciudad y después pasaron a hacer giras por todo el país. Su presencia inundó desde el principio las calles no solo de una estética trans, sino de un discurso de libertades y derechos.

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En el folklore, personajes como el waphuri o la china morena (creada por los travestis de los años 70 y recuperada después por ellos) les han permitido reescribir la historia y hablar de derechos sexuales desde la cultura, rompiendo los moldes de la sociedad andina que todavía mantiene estructuras patriarcales, misóginas y transfóbicas.


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La familia Galán no solo se ha posicionado en lo festivo. En las últimas décadas ha sido partícipe de los procesos sociales y políticos trascendentales del país. En 2003 se sumaron a las protestas callejeras que tumbaron al gobierno neoliberal de Gonzalo Sánchez de Lozada y ayudaron a redactar la nueva Constitución de 2009 donde incluyeron artículos de reconocimiento de la orientación sexual e identidad de género y contra la discriminación.

"Se nota una apertura, porque nos hemos posicionado muy bien en espacios como el folklore que es muy machista, pero no es suficiente", se lamenta París.

El mayor éxito de la familia Galán —que hoy cuenta con Danna y París como líderes pero con numerosos simpatizantes— no ha sido ser un ícono trans del carnaval de Oruro, sino convertirse en el estandarte de los derechos y libertades del colectivo TLGB.

Con ciertas reservas revelan cómo será el traje de waphuri que lucirán el próximo 6 de febrero en Oruro. "Solo los colores", advierten. "Será chocolate y perla".

Cada año el waphuri marca tendencia y su diseño lo replican en otras fiestas folklóricas como el Gran Poder de La Paz, confirmando así su influencia social y poco a poco el fin de la discriminación sexual. Por eso seguirán bailando —como dicen ellos— hasta que la rueca les sirva de bastón.

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