Ilustración sobre un calendario semanal lleno de tareas y reuniones
Ilustración por Claudia Chinyere Akole
Salud

¿Debo hablar sobre mi salud mental con mi jefe?

Si tu jefe te cuestiona en busca de detalles, no necesitas compartirle información si así lo prefieres.

Artículo publicado originalmente por VICE en inglés.

Las conversaciones sobre salud mental son cada vez más comunes, pero no necesariamente existe un entendimiento compartido sobre cómo abordar el tema en el trabajo, lo que significa que las personas no siempre obtienen el apoyo y la ayuda que necesitan. Aquí tienes una guía para principiantes sobre cómo abordar la conversación sobre tu salud mental en el ámbito laboral.

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¿Debo revelar mi condición de salud mental a mi jefe?

Si bien una mayor sinceridad sobre la salud mental es algo bueno, la realidad es que pueden existir riesgos al revelar una afección de salud mental en el trabajo. En muchos casos, las personas que hablan con su jefe sobre su depresión o ansiedad terminan siendo etiquetadas erróneamente como demasiado frágiles para manejar un proyecto en particular, se les niega un ascenso para el que estaban perfectamente calificadas o se les discrimina de otras maneras.

Por eso, el curso de acción más seguro es revelar una afección de salud mental —o cualquier afección de salud— solo cuando quieras solicitar una adaptación específica para ayudarte a controlarla. Esto se debe a que en realidad no hay nada (ético) que tu jefe pueda hacer con esa información. Además, podría suponer que lo estás buscando para pedirle ayuda de alguna manera... y luego tomar medidas que no estén alineadas con lo que realmente querías (como retirarte de un proyecto que considera demasiado estresante).

No significa que revelar tus problemas de salud mental siempre saldrá mal, por supuesto. A veces no sucede, y si tienes un jefe que haya manejado adecuadamente los casos de salud mental con anterioridad, es posible que tomes una decisión diferente.

¿Qué pasa si solo quiero tomarme un tiempo fuera del trabajo para tomar terapia?

¡Anímate y pídelo! La forma más fácil de abordarlo es como lo harías con cualquier otra cita médica periódica. No es necesario explicar que es para tomar terapia, de la misma manera en que no necesitarías explicar que una cita médica recurrente es para recibir tratamiento contra una alergia o quimioterapia. Simplemente puedes decir algo como: “Voy a tener una cita médica semanal periódica en el futuro próximo. Tendré que salir una hora antes todos los jueves. ¿Podría llegar temprano esos días para equilibrar mis horas laborales?”.

Para muchos jefes, es todo lo que necesitan saber. Pero si tu jefe te cuestiona en busca de detalles —lo que podría suceder si está preocupado o simplemente porque es entrometido—, no necesitas compartirle más información si así lo prefieres. Basta con responder algo como: “No hay nada de qué preocuparse, solo es algo que necesito que me concedan”.

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¿Qué pasa si necesito un tipo de adaptación diferente?

De la misma forma en que es posible solicitar adaptaciones en tu lugar de trabajo para una afección física (como un taburete si no puedes permanecer de pie durante periodos prolongados o un software de lectura de pantalla si tiene una discapacidad visual), es posible que también necesites adaptaciones para una afección de salud mental.

Puedes iniciar ese proceso informando a tu departamento de Recursos Humanos que estás realizando una solicitud oficial de adaptación conforme lo requiere la ley. Es posible que te pidan presentar la solicitud por escrito o que tu médico complete el papeleo, pero ni tu médico ni tú tienen la obligación de revelar tu diagnóstico específico al hacerlo. A partir de ese momento, tu jefe debe iniciar un proceso interactivo para determinar qué adaptaciones te funcionarán. Tienen permitido sugerir una adaptación diferente a la que solicitaste, pero si tu sugerencia no funciona, tienes el derecho a explicarlo y pedir algo distinto.

Una advertencia: si bien algunas leyes brindan protecciones adicionales, podría ser necesario comprobar que tu condición “limita sustancialmente una o más actividades importantes de tu vida”, incluyendo tus interacciones con otras personas, tu habilidad para comunicarte, tus hábitos para comer, dormir, cuidar de ti mismo y regular tus pensamientos. Por lo general, la ley no enumera condiciones específicas, pero la depresión, el trastorno de estrés postraumático, la ansiedad y otros trastornos comunes de salud mental están cubiertos.

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¿Qué pasa si me meto en problemas por mi desempeño laboral y el motivo está relacionado con mi salud mental?

Si tu salud mental te está retrasando en la entrega de proyectos o tienes dificultades para lograr la calidad que tu jefe espera de tu trabajo, en algunos casos tiene sentido informarle a tu jefe lo que está sucediendo. Sin embargo, lo más importante es que lo acompañes con una explicación que le haga saber que estás trabajando activamente en el problema y estás buscando ayuda mediante terapia, medicamentos, etc. No es necesario —ni debes— entrar en detalles, pero reconocer que 1) entiendes que es un problema y 2) estás trabajando en solucionarlo puede tranquilizar a tu jefe. Tener esa conversación puede brindarte un período de gracia más prolongado para trabajar en tus problemas.

Advertencia: existe un riesgo al hacerlo, especialmente si tu jefe no es muy empático con los problemas de salud mental. Pero también existe el riesgo de no hacerlo, especialmente si no puedes resolver tus problemas laborales de la noche a la mañana. 

¿Qué pasa si creo que me están discriminando por mi salud mental?

La ley establece que es ilegal que tu jefe te discrimine por tener una condición de salud mental. Eso significa que no pueden despedirte, cambiar los tipos de proyectos que te asignen o negarte un ascenso únicamente por tu salud mental. Solo pueden tomar medidas basadas en tu salud mental si realmente no puedes realizar esas funciones esenciales, incluso con adaptaciones razonables.

Por supuesto, no significa que la discriminación ilegal no ocurra. Si crees que te están discriminando, puedes presentar una queja oficial ante el departamento de Recursos Humanos de tu empresa. También puedes consultar con un abogado sobre tus opciones. No significa iniciar directamente una demanda; si bien a veces termina siendo necesario, a menudo un abogado podrá negociar con tu empresa en tu nombre, o incluso guiarte sobre cómo abordar la situación tú mismo.