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Los anuncios son muy directos: edad, altura, signo del zodiaco, peso, ocupación, logros profesionales, lugar de nacimiento… Este último dato es muy importante, ya que determina el lugar en que la pareja podrá obtener prestaciones de salud y derechos de propiedad. Pocas veces se incluye una foto, las aficiones de los candidatos, sus rasgos de personalidad o sus manías."Estoy muy preocupada", me explica la Señora Tsai cuando me agacho junto a ella para charlar. Parece estar canalizando su estado de ansiedad en la bufanda azul de punto que teje a la misma velocidad con la que habla. El anuncio en el que promociona a su hija reposa sobre un paraguas abierto."¡Mi hija cumplirá pronto 26 años y todavía no tiene novio! Todos mis amigos ya tienen a sus hijos casados y yo ya no sé qué hacer", se lamenta. "A los 26 ya será demasiado vieja".
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Yo conozco la historia. Hace cuatro años, mi padre me organizó una cita a ciegas en China con el hijo de su socio de Tianjin. Ninguno de los dos sabíamos que aquello era una cita. Por aquel entonces yo ya tenía novio, y el hijo del socio de mi padre tampoco tenía idea de lo que ocurría. Para nosotros simplemente era una comida con nuestras respectivas familias.No fue hasta un año después, cuando acababa de terminar mi relación y todavía estaba recomponiéndome, que mi padre me confesó que aquel almuerzo lo habían hecho para saber si éramos compatibles y me preguntó si me interesaría salir con aquel chico.Por mucho tiempo estuve enfadada con mi padre. Tenía novio cuando organizaron la cita e incluso me habían dicho que les gustaba. La comida había sido idea del socio de mi padre y él aceptó planearla sólo para satisfacerlo. Pese a que mi padre admitió que era yo quien debía decidir si quería casarme y con quién hacerlo, el hecho de que intentara entrometerse me hizo sentir muy vulnerable.
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La mayoría de los asistentes son madres deseosas de encontrar un buen partido para sus hijos. Hay abuelos encorvados, comparando notas, conversando animadamente cuando ven datos que son de su agrado. A pesar de todo es un gesto adorable, finalmente es el amor el que los mueve.Veo a un joven que se acerca, dubitativo, a un anuncio y a su dueña. "¿Su familia es de Jiangsu?", pregunta, refiriéndose a una provincia de China cercana a Shanghái.La mujer lo mira con suspicacia, sorprendida. Su mirada deja claro que no tiene la menor intención de continuar con la conversación."Sí", responde seca."¡Yo también soy de Jiangsu!"La mujer le dedica una media sonrisa e instantes después la conversación muere.De vez en cuando puede encontrarse a algún soltero en el mercado, pero es raro ver a mujeres solteras. Según me han contado, para las mujeres solteras es vergonzoso asistir a esta clase de sitios. Y lo creo: incluso los candidatos más determinados pierden la templanza a la hora de abordar a un padre o a una madre. Son hombres valientes; van a hablar directamente con el filtro. Nadie en China es más crítico con un soltero que una madre orgullosa.Mientras camino entre la muchedumbre, observándolo todo, me doy cuenta de que a mi lado hay un tipo respirando profundamente.Lo observo, confundida."Hola, me llamo David", se presenta con un inglés chapurreado y evita mirarme a los ojos.
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