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Dinero

Cualquiera puede atracar un banco

Esta es la historia de cómo un simple fotógrafo, al que la policía ya había echado el ojo, supuestamente robó 439.000 euros en 11 atracos realizados a lo largo de cuatro años.
Foto vía FB

“Hey”, me escribió mi novia una mañana de primavera de 2013. “Creo que han atracado mi banco”.

El mensaje era para hacerme saber que se encontraba bien y por si pudiera interesarme, ya que me dedico al periodismo de noticias policiales en la zona de Filadelfia. Mi novia había ido a depositar dinero en el banco que está una calle más arriba de donde vivimos cuando vio a un grupo de policías en la puerta de la sucursal. Enseguida sospechó que alguien había hecho un reintegro, pero de los ilegales.

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Y tenía razón. Si hubiera estado dentro del banco esa mañana, habría visto entrar a un hombre corpulento, vestido con traje y corbata, guantes de látex verdes y una capucha en la cabeza, como en El hombre elefante, blandiendo una pistola semiautomática negra en una mano y una bolsa en la otra mientras ordenaba a todo el mundo que se echara al suelo para a continuación escapar con un botín de más de 25.000 euros en efectivo.


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Posteriormente, la policía comunicó que no era la primera vez que el tipo cometía un robo. El FBI le atribuía varios otros atracos a mano armada perpetrados en bancos de los condados de Bucks y Montgomery, zonas rurales y de la periferia del norte de Filadelfia, en 2012. Había constancia de otros robos de características similares en 2013, y los federales creían que también fueron obra del mismo hombre, ya que todos tenían su “sello” característico, esa predilección por ponerse una bolsa y un gorro llamativo en la cabeza y que le valió el apelativo del “Bandido del gorro de paja”.

En julio de 2016, el Bandido del gorro de paja era sospechoso de casi una docena de atracos a sucursales bancarias en un radio de unos 50 km. Su apodo pueblerino contrastaba totalmente con el miedo que infundía a la gente, que se preguntaba dónde y cuándo volvería a actuar.

Boyle comenzó sus escarceos con la delincuencia en 2007, año en que fue arrestado en el oeste de Pensilvania por robarle el monedero a una mujer mientras trabajaba como fotógrafo en una ceremonia de graduación

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“Afortunadamente, en ninguno de los 11 atracos se produjeron disparos. Sin embargo, creemos que es solo cuestión de tiempo que alguien acabe herido”, apuntó en octubre el agente del FBI Christian Zajac, en una rueda de prensa en la que pedían la colaboración ciudadana para identificar a un hombre del que se creía que “se ocultaba a plena vista”.

El 20 de abril, finalmente se desenmascaró a un sospechoso. El Departamento de Justicia de EUA anunció que Richard Boyle —un hombre de 57 años propietario de un negocio de fotografía aérea poco rentable en el barrio acomodado de Plumstead Township— había sido imputado por un gran jurado por una serie de atracos perpetrados a lo largo de cuatro años y con los que se llevó casi 440.000 euros.

Enjambres de reporteros se arremolinaban frente a la modesta casa de Boyle para entrevistar a los vecinos. Unos aseguraban no salir de su asombro al saber que tenían por vecino a un delincuente de esa envergadura y otros recordaban haber mantenido una agradable charla con él sobre los Philadelphia Eagles. Sin embargo, los que realmente conocían a Boyle no se sorprendieron con la noticia.

Según los documentos del caso, Boyle comenzó sus escarceos con la delincuencia en 2007, año en que fue arrestado en el oeste de Pensilvania por robarle el monedero a una mujer mientras trabajaba como fotógrafo en una ceremonia de graduación. Boyle usó la tarjeta de crédito de la mujer para comprar artículos por valor de cientos de dólares.

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El 4 de mayo de ese año, Boyle entró en un banco a unos 5 km de su casa y —sin pistola ni máscara— pidió educadamente a la empleada que le entregara dinero, según la acusación. Boyle salió de allí con casi 3.000 euros. Durante los siguientes nueve meses, atracó otros siete bancos a menos de 40 km de su casa y utilizando el mismo método.

Su mayor botín fue de 32.000 euros, el día después de Navidad. El siguiente atracó que cometió sería el último, al menos durante un tiempo. El 12 de febrero de 2008, unos testigos tomaron nota de la matrícula del BMW en que Boyle huía a toda velocidad de un banco del que momentos antes había robado 9.300 euros. Gracias a este dato, Boyle fue arrestado ese mismo día.

En la cárcel, Boyle aprovechó para perfeccionar su técnica de atracador

Boyle admitió haber cometido ocho atracos, robando un total de más de 84.000 euros. El caso fue llevado por las autoridades locales y Boyle fue condenado a entre tres y medio y diez años de prisión estatal. El juez aseguró que fue benévolo con Boyle, quien, entre lágrimas, pidió perdón a las víctimas y a su familia durante la audiencia de sentencia. En parte, la sentencia fue menor debido a que Boyle no usó pistola durante los atracos, según contaban los periódicos.

Boyle salió de prisión en agosto de 2011, varios meses después de asegurar a la comisión de libertad condicional que la primera vez que robó un banco fue por miedo a perder su casa, pero que las siguientes veces fue por “avaricia y pereza”.

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Abrumado por la carga de tener que devolver más de 84.000 euros robados a los bancos y la amenaza del desahucio tras acumular una deuda de alquiler de casi 7.600 euros, el 8 de junio de 2012, Boyle se puso una máscara, un sombrero de paja, cogió una pistola y volvió presuntamente a la delincuencia, esta vez atracando un banco a 22 km de su casa y llevándose más de 42.000 euros en efectivo.

"El bandido del sombrero de paja". Foto vía FBI

“Lo que ocurrió, por supuesto, es que en la cárcel, donde terminan los atracadores, acabó de perfeccionar la profesión”, señala el agente del FBI jubilado Bill Rehder, que estuvo casi dos décadas supervisando la Brigada de Atracos a Entidades Bancarias del FBI en Los Ángeles. “Todos comparten sus experiencias. ¿De qué otra cosa van a hablar? Seguramente en la cárcel aprendió cómo llevarse mucho más dinero con un solo robo y a repartir mejor los atracos por la zona”.

Rehder, que hoy ofrece servicios de asesoramiento en materia de seguridad a instituciones financieras, y a quien la CBS una vez describió como "el arma secreta de EUA en la guerra contra los atracadores de bancos", cuenta que una persona que fuera a un banco y lo atracara sin ir armado con pistola, se llevaría una media de entre 1.700 y 2.100 euros. Sin embargo, un atracador armado puede sacar de media unos 21.000 euros o más por golpe y, de paso, “dar un susto de muerte a todos los presentes”, señala.

Boyle pasó a un sistema más metódico y aterrador: ordenar a empleados y clientes del banco, a punta de pistola, que se tiren al suelo o se metan en una sala en la parte trasera y luego pedir a uno de los empleados que abran la caja fuerte y vacíen los cajeros

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Efectivamente, esta vez Boyle pasó a un sistema más metódico y aterrador: ordenar a empleados y clientes del banco, a punta de pistola, que se tiren al suelo o se metan en una sala en la parte trasera y luego pedir a uno de los empleados que abran la caja fuerte y vacíen los cajeros. El tiempo de espera entre atracos también fue mayor, llegando incluso a pasar hasta seis meses después de un robo especialmente fructuoso, como el que perpetró en enero de 2015.

Durante su segunda etapa, según la acusación, Boyle se dedicó a blanquear parte del dinero robado a través de Sky Eye View, un negocio de fotografía con drones que había montado como tapadera para su agente de libertad condicional y del que decía que le estaba generando “beneficios sustanciosos” cuando en realidad había producido unas ganancias totales de tan solo 1.700 euros.

En esta ocasión no fueron los sombreros los que llevaron a los investigadores a la pista de Boyle. Según los federales, Boyle había adoptado el hábito de hacer una llamada a los servicios de emergencia minutos antes de cometer el atraco para distraer a la policía local, otra técnica que Rehder cree que aprendió en la cárcel. Sin embargo, el FBI logró rastrear las llamadas.

Cómo robar un banco

Un portavoz del FBI señaló que no harían más declaraciones sobre los detalles de la investigación, lo que incluiría aclarar si sospechaban que Boyle pudiera ser el “Bandido del sombrero de paja”, dados sus antecedentes.

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“Si lo hubieran considerado sospechoso, supongo que lo habrían puesto bajo vigilancia, y no parece que fuera el caso”, sugirió Rehder, y añadió que, desde los atentados del 11-S, los atracos a bancos pasaron a un segundo plano para el FBI; “es el asunto de menor prioridad para la oficina, en estos momentos”.

Esta vez el juicio de Boyle es de competencia federal, por lo que el hombre se enfrenta a una condena de 232 años en prisión si se le declara culpable.

Eso es mucho tiempo para sacarse un máster en robo de bancos, aunque esta vez seguramente Boyle no tenga la oportunidad de poner en práctica sus conocimientos adquiridos.

Sigue a Michael Goldberg en Twitter.

Este artículo se publicó originalmente en VICE US.