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mujeres en el deporte

¿Por qué critican a las atletas por tener un físico “masculino”? | ES | Translation

Al hacerse más fuertes y musculosas a través del deporte, las mujeres prueban que la anatomía no es destino y que el género no determina la habilidad ni el poder. Pero la sociedad no siempre ve esto como algo bueno.
PA Images

Hay toda una gran cantidad de mierda sexista basada en la idea de que el papel del hombre es proteger a la mujer. Desde los tipos que quitan la silla para que las mujeres se sienten en los realities de citas a esa broma que hace mi padre de que irá a limpiar su pistola cada que viene algún novio a casa, la idea del hombre como el noble protector es un lugar común patriarcal tan gastado como Arsene Wenger diciendo que "yo no vi nada". Está fundado en una suposición irrisoria: que las mujeres son seres débiles y frágiles y necesitan protección provista por los hombres fuertes.

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La lista de cosas que debemos hacer para desmantelar el patriarcado es más vieja que los pases que Sam Allardyce exigirá que sus jugadores ejecuten en el campo, pero poner en entredicho la idea de la fragilidad de la mujer es una de las más importantes. Deshacerse de la caballerosidad es crucial —no sólo porque estamos en 2016 y no hay necesidad de que un hombre camine junto al tráfico en la banqueta para proteger a tu dama del lodo que salpicaban las mulas. Decir "no gracias" a la caballerosidad es todo un tema porque implica confrontar al modo en el que asignamos fortaleza y debilidad según el género. Al codificar a la fortaleza como un rasgo decididamente masculino, las mujeres entonces se les descarta por su debilidad. Aunque esto parece inofensivo cuando se manifiesta en el acto de que un hombre cede su lugar en el transporte público, hace más daño cuando aparece en no querer darle a una mujer las claves de las bombas nucleares porque crees que su útero podría provocarle una histeria apocalíptica.

La noción prevalente y perjudicial de la fragilidad femenina se manifiesta físicamente en el tipo de cuerpos que pensamos son "femeninos" y aquellos que pensamos son "masculinos". La mujer ideal es gentil y menuda, definida así en comparación con la musculosa hegemonía masculina que está ahí para protegerla. La fortaleza femenina es algo atemorizante porque desafía la idea de que las mujeres necesitan a los hombres para su protección Eliminada esta dependencia, a los hombres se les quita un poco del poder que tienen como líderes, protectores y dueños naturales de la mujer.

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Como Serena Williams, Jessica Ennis-Hill ha sido criticada por su físico "masculino" // PA Images

Las disciplinas deportivas codificadas como "apropiadamente femeninas" corresponden muy de cerca con el tipo de cuerpos que desarrollan. Si no me cren, por favor escuchen a la boba política conservadora Helen Grant decir que la clave para incrementar la participación de mujeres en el deporte es proveerlas de "lo que ellas quieren". Así como aquella película chafa de principios de los dos miles con el mismo título ("What women want"), esta frase "lo que ellas quieren", se refiere a tópicos reduccionistas de feminidad como puede ser equipos de porristas u otro tipo de deporte femenino en el que se puedan quemar calorías sin comprometer las posibilidades de que los hombres te encuentren apetecible. Es realmente sencillo aceptar a una atleta que sobresale en un deporte que desarrolla una figura femenina aceptable, como gimnasia o patinaje artístico. Por otro lado, las mujeres que desafían la feminidad a través de su práctica atlética parecen menos aceptables para aquellos falos con patas que atacan a Serena Williams, Rebecca Addlington o Jessica Ennis-Hill por cómo se ven. La sociedad percibe a las mujeres fuertes y musculosas como antinaturales por atreverse a habitar un cuerpo que está codificado como masculino.

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Hace unos meses, caí en un stalkeo autocompasivo en Instagram, de esos en los que vas 75 semanas atrás en las de tu novio de prepa con su esposa y su hijo. En el proceso me encontré con Daisy, una amiga de la escuela que yo sabía que luchó contra un desorden alimenticio durante sus años formativos. Por esos años yo también comencé a tomar laxantes, así que entre periodos de pasar hambre y de ejercitarnos obsesivamente, teníamos mucho en común. De ahí mi sorpresa al ver videos de Daisy cargando 120kg y exhibiendo un cuerpo increíblemente torneado en su cuenta de Instagram.

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Daisy trabajando

Cuando le pregunté qué fue lo que produjo ese cambio tan inmenso, me dijo que levantar pesas la "había curado por completo" al enseñarle a regocijarse por hacerse más grande porque quería decir que estaba fortaleciéndose. Al fomentar un tipo de cuerpo que se aleja del ideal de fragilidad femenina, Daisy me dijo que se sentía "empoderada" a través de hacer realidad su fortaleza; esto comenzó a volverse el tema de mis conversaciones con mujeres involucradas en los tipos de deportes que crean cuerpos "poco femeninos".

Mi amiga Maddie y un grupo de amigas fundaron la liga de roller derby en Edinburgo en 2008, así que se podrán imaginar que ella es una cabrona. Cuando hablamos, Maddie me dijo que en los primeros años de la escena de roller derby en Edinburgo, la gente le decía, "Me gusta tener un trasero grande —es muy útil en el roller derby porque usas la cadera bastante", y muchos miembros de la comunidad apreciaban su capacidad de copar espacio en un deporte en el que su tamaño era una ventaja, y no una fuente de vergüenza.

Al involucrarse cada vez más en sus deportes, los cuerpos de las mujeres con las que hablé rebasaron la estética y comenzaron a ser un fin para lograr un objetivo mayor. Para Maddie, el roller derby le dio una comunidad en la que las mujeres organizaban un deporte en sus propios términos, según el modelo del do-it-yourself. Para Daisy y para mi amiga Rhona —que juega rugby para Escocia— el objetivo era lograr el éxito competitivo en sus propios deportes. Rhona me dijo que cuando era adolescente no quería verse musculosa o fuerte, pero que ahora tiene que serlo para estar en el equipo y tener éxito. Así mismo, Daisy me dijo: "No lo hago por algo estético, para nada, ni en Crossfit. No puedes pensar así y ser buena. Tienes que lograr que tu cuerpo se olvide de eso. Se trata de algo más que cómo te ves".

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La seleccionada internacional escocesa Rhona asediada por inglesas desde todos los ángulos

Saqué muchas cosas de hablar con Daisy, Maddie y Rhona –en particular que tengo la fortaleza física de flan y que no sobreviviría un apocalipsis zombie. Pero, quizá más importante aún, aprendí que al construir ese tipo de físico que la sociedad considera poco femenino, estas mujeres comenzaron a utilizar sus cuerpos de un modo instrumenta, como una extensión activa de su propia voluntad, y no simplemente como algo al servicio de la mirada masculina. Cuando hablábamos, Maddie me hizo que mis ojos feministas lloraran cuando dijo: "He disfrutado usar mi cuerpo para lograr una meta y pienso 'Wow, me concentro mucho más en cómo muevo las piernas que ya no me preocupo por lo gruesos que son mis muslos'." Y aunque Maddie lo articuló con la elucuencia de una mujer que ha escrito un libro acerca del roller derby (en serio, es una chingona) lo mismo surgió una y otra vez en las conversaciones.

Como sucede con cualquier acto que desafíe las normas patriarcales y las diferencias de genero preestablecidas, las mujeres que representan un desafió a la noción de fragilidad femenina son asediadas por el tipo de pendejetes que posan con las manos como pistolas cuando están de fiesta. Rhona me dijo que sufría mucho cuando era más joven: la gente le decía hombre por jugar rugby y se preocupaba por lo que la sociedad pensara cuando empezó un programa de pesas. Dijo que se preocupaba por volverse demasiado musculosa antes de la fiesta de graduación, como si ser una chica de 16 años no fuera suficiente desmadre como para todavía tener que preocuparte por que la gente se burle de ti por empeñarte en trabajar duro en un deporte en el que eres buena. Cuando fui al gimnasio de Crossfit de Daisy, su entrenadora Angie me dijo que a pesar de haber alcanzado el máximo nivel internacional posible, su familia aún le dice que parece hombre y le reprochan que se concentre tanto en su fortaleza física.

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La liga Auld Reekie Roller Girls de la que Maddie es cofundadora en Edinburgo // Credito: Xys Xysio Photography

ILo evidente de todas estas conversaciones fue que el proceso de hacerse de inmensa fuerza física viene acompañado del tipo de músculo emocional necesario para soportar los ataques que estas mujeres reciben por el deporte que practican. Daisy me dijo que una de sus inspiraciones es Lauren Fischer, una leyenda en el CrossFit y quien encabeza la campaña Growing Up Strong que busca motivar a las jóvenes a abrazar su fortaleza y a amar sus cuerpos musculosos. Daisy me dijo que ella aspira a tener ese nivel de confianza en su nuevo cuerpo, porque el poder que siente dentro del gimnasio de CrossFit con frecuencia se ve disminuido cuando sale de fiesta y se siente fuera de lugar junto a las demás mujeres.

Al practicar deportes como el CrossFit, rugby o roller derby, las mujeres con las que hablé alcanzaron un nuevo sentido de pertenencia sobre sus cuerpos. Daisy, Maddie y Rhona dejaron de procuparse si estaban lastimadas o moreteadas por el entrenamiento porque encontrar un empoderamiento en el desarrollo de sus cuerpos como algo más que cáscaras estéticas que sirven para adornar una escena creada por y para los hombres. Eso es muy importante y todas ellas son increíbles.

Al ser más fuertes y musculosas gracias a los deportes, las mujeres comprueban inequívocamente que la anatomía no es destino, y que el género no es una determinante de habilidad o de poder. Al mostrar que la fortaleza no conoce de género, demuestran que la idea de que el hombre es el protector natural de la mujer es una mentira. Al personificar el desafío a la narrativa que nos hemos comprado acerca de la figura femenina ideal, estas mujeres reescriben la historia de la fragilidad femenina.

@EmiliaBona