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Cultură

Los tipos de cliente con los que trato como prostituta

Hay de todo, desde el gay que quiere saber si es bisexual hasta el que se cree Richard Gere en 'Pretty Woman'.
Simon Doherty
London, GB

Ilustración por Dan Evans.

Llueva o nieve, haya crisis o abundancia, el trabajo sexual nunca se detiene. Está presente en todos lados, desde los hoteles más lujosos con losa radiante y una amplia variedad de postres hasta los callejones de mala muerte llenos de colillas de cigarros y condones usados. Y ocurre todo el tiempo, aun si nosotros —como sociedad— no tocamos mucho ese tema.

Sin embargo, cuando sí tocamos el tema, generalmente hablamos sobre las trabajadoras mismas, ya sea porque las descubrieron en una redada y las mandaron a centros de detención para inmigrantes o porque algún empresario con un vago entendimiento de la ley quiere abrir un café donde puedas ordenar un café con una felación incluida. Pero nunca hablamos sobre lo que mantiene vivo el negocio de las trabajadoras sexuales: los clientes.

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Para saber un poco más sobre esa parte del negocio, le pedí a Sarah, una escort y blogger de 22 años de edad, que me explicara su catálogo de clientes.

El cliente poderoso

El tipo de cliente socialmente fuerte; los que están muy seguros de sí mismos y normalmente tienen un trabajo exclusivo para gente muy capaz. Abogados, celebridades y gente de finanzas, por ejemplo. Gente a la que le gusta mucho hablar del enorme poder que posee.

Lo que buscan de la experiencia es que les suban o les destruyan el ego. Normalmente esos clientes quieren que los dominen. Son personas con un estilo de vida influyente y el poder de controlar a los demás. Por eso, a puertas cerradas, quieren que los regañen y los insulten, porque es lo contrario de cómo todos lo tratan en su vida diaria. Por ejemplo, a muchos de estos clientes les gusta que les den por el culo. O quieren que me aproveche de ellos económicamente y que les pida regalos caros. Tengo muchos zapatos caros que ni siquiera me gustan pero son regalos de mis clientes con fetiche de pies.

El cliente fiestero

Descubrí que los clientes normalmente desean o opuesto de lo que viven en lo que respecta al sexo. El "cliente fiestero", por ejemplo, es la antítesis del "cliente poderoso". Estos hombres quieren ser dueños de un ser humano por un momento. El cliente poderoso tiene automáticamente el dominio en un entorno social real, mientras que el cliente fiestero lo anhela.

Normalmente es muy macho y le encanta ir de fiesta: ama el perico, el chupe, rebosa confianza en la superficie pero en realidad es de lo que más carece. Es decir, sí tiene confianza —como la que ves en todos los swaggers o en las historias de peleas en un bar— pero solo sale a flote con la ayuda del alcohol o de las drogas. Después de unas líneas, sale del baño como un hombre nuevo, una fusión entre una estrella porno de los años 80 y un miembro del reparto de Jersey Shore.

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Siempre te pide que hagas lo que te haga sentir más cómoda para forzarte a ir más allá. Es casi como si esa lista de cosas que aclaraste que no estás dispuesta a hacer fuera un reto para ellos. "Seguro si yo lo hago te va a gustar", dice. Mmm, no creo. "¿Y si te pago más? ¿O si te doy una mejor crítica?". Entiende que no.


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El culpable

Ahí van las dos categorías principales. Pero hay tipos más raros que llegan de vez en cuando, como el güey que tiene un ataque repentino de culpa en pleno acto. El último que tuve fue un cliente, de alrededor de 35 años de edad, que llegó con un sombrero enorme puesto. Ya adentro, revisó dos veces que la puerta estuviera bien cerrada. Era la definición de paranoico. Luego, a media chupada, gritó "¡ESPERA! No puedo". Le pregunté si tenía algo que ver conmigo y dijo "No, tengo esposa; no puedo dejar de pensar en ella".

Mejor, la próxima vez que quieras sentir adrenalina, llévala a jugar gotcha. ¿Va?

El güey que se cree Richard Gere en 'Pretty Woman'

Estos hombres tienen una fantasía con reformar a una dama de la noche y darle una mejor vida porque, por lo visto, de pensar que puedo ser una buena chica sólo para ellos terminan todos prendidos y sudorosos. El último de esta especie me dijo que me iba a enseñar el negocio de las bienes raíces para "ya no tener que hacer esto".

El punto es que, preferiría ahogarme con mi propia saliva que tener que conducir un auto deportivo diminuto todo el día y tratar de convencer a las personas de que inviertan todo lo que tienen en departamentos que odian.

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El güey que se casa en la mañana

Este cliente reserva una habitación de hotel para terminar su despedida de soltero. Normalmente hace dos reservaciones y llega con su padrino. Los dos admiten que es su despedida de soltero y a veces me enseñan las fotos de sus futuras esposas en sus teléfonos. Algunos son muy atractivos.

Algunos anuncios. Fotovía Per Gosche.

El güey al que no se le para y quiere un reembolso

Ver a una trabajadora sexual puede ser una tarea abrumadora para algunos hombres —nosotras tenemos mucha experiencia, ellos tal vez no— y eso puede afectar su desempeño. Algunos se ríen y se van y otros tratan de recuperar su dinero. Pero obviamente así no funciona. No somos de esos abogados que si no ganan el caso, no cobran.

El güey que no coge

Tal vez su pareja falleció hace poco o acaba de salir de una relación muy larga y todavía no se adapta a la forma de ligar hoy en día. O tal vez está satisfecho con todos los aspectos de su matrimonio o relación a excepción del sexo. Hay muchos hombres que dicen: "Estoy muy enamorado de mi esposa y quiero estar con ella hasta que la muerte nos separe. Pero no quiero tener sexo con ella".

De hecho, he escuchado eso tantas veces que la idea del matrimonio ya no me llama la atención.

El virgen

Si un hombre cumple 20 años sin perder la virginidad, va a empezar a sentir el peso de la presión social. De vez en cuando llegan güeyes con amigos y me pagan para que los desflore. Todas las prostitutas han vivido algo así. A veces me pregunto cuántos hombres han perdido así su virginidad.


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El cliente sentimental

Tenía un cliente frecuente de 50 y tantos años de edad. La primera vez que lo vi, creí que iba a querer sexo pero dijo "Sólo quiero acostarme y abrazarte ¿se puede? Y tal vez platicar de cómo estuvo nuestro día". Era un viudo que extrañaba esa conexión, ese contacto piel con piel. O ese momento en el que los dos se sienten igual y solo quieren estar acostados, juntos. Este tipo de cliente es de los más difíciles porque quieres satisfacer esa necesidad pero al mismo tiempo quieres encontrar algo así para ti en el mundo real.

El cliente oscuro

Estas personas tienen lo que yo considero tendencias sexuales perversas. Confesar sus fantasías sería como un suicidio social. Son hombres que disfrutan hacerlo con chicas mayores de edad y pedirles se vistan como niñas. También se esfuerzan para hacer que la habitación parezca la recámara de una niña. La mayoría de las trabajadoras sexuales nunca aceptaría algo así pero es más común de lo que crees.

El güey cuya esposa llega en pleno acto

Las agencias que organizan tus citas reciben muchas llamadas de mujeres que dicen: "¿A dónde hablo? Mi esposo se la pasa llamando a este número". Ya se la saben; pasa todo el tiempo. Normalmente dicen que son una agencia de trabajo. Pero algunas esposas son muy persistentes y siguen a su esposo infiel hasta el departamento donde quedé de verlo. Y es imposible seguir si hay una mujer furiosa con el corazón roto gritando y golpeando la puerta.

Una vez, estaba a media cita con un hombre de mediana edad en un departamento en el centro de la ciudad cuando el intercom empezó a sonar una y otra vez. Los dos estábamos desnudos, haciéndolo y sin intenciones de parar. Normalmente eso significa que la agencia cometió un error pero esa vez, cuando llamé a la madame, dijo que ella no había sido. Así que contesté y escuché la voz de una mujer que decía "¿Hola?" una y otra vez. El tipo, que para ese momento ya estaba completamente vestido, salió por la otra puerta y corrió a su auto, que estaba estacionado en un supermercado cercano. Por eso siempre les decimos que se estacionen cerca y no justo afuera del departamento donde está la acción.

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El chico gay que quiere ver si es bisexual

No son muy comunes pero aparecen de vez en cuando. A veces se dan cuenta de que sí son bisexuales. Otras veces confirman que no.

El que gasta demasiado

Es bueno que un cliente gaste su dinero en ti pero, si se excede, llega un punto en el que empiezas a cuestionar sus razones. Es muy raro que un cliente frecuente vea solo a una chica. Por eso, si gastan 10 mil pesos en ti a la semana, sabes que está gastando mucho con la agencia en total. Casi siempre son los que quieren satisfacerte y no piden mucho. Les prende saber que tienen una mujer hermosa a la que satisfacen en la cama.

@oldspeak1