FYI.

This story is over 5 years old.

especial moda 2013

Guarros volantes

Me encontraba deambulando por una sala de espera de clase business en el aeropuerto JFK, matando el tiempo antes que saliera mi vuelo, cuando vi entrar a dos mujeres, una americana y otra iltaliana. Intentad decirme quién era una y quién la otra.

Ilustración de Michael Shaeffer

Me encontraba deambulando por una sala de espera de clase business en el aeropuerto JFK, matando el tiempo antes que saliera mi vuelo, cuando vi entrar a dos mujeres, una americana y otra iltaliana. Intentad decirme quién era una y quién la otra.

   La primera era alta y esbelta y llevaba un abrigo acolchado, jeans ceñidos, gafas de aviador y unas botas de tacón alto que podrían haber salido en la portada de Gilt ese mismo día. Desprendía un aire de clase, dinero y tranquilidad, como si se hubiera arreglado para ir a la oficina del cirujano plástico para una puesta a punto.

Publicidad

   La segunda llevaba unas Uggs y un pantalón de chándal gris con la palabra PINK garabateada en la parte de atrás. Completaba el estilazo un suéter de otro color y un moño desmadejado que más parecía un revuelto de fideos que un peinado. En resumen: la americana. América, he aquí una revelación: la gente de otras nacionalidades se pitorrea de nuestra aparente incapacidad para vestir como adultos cuando vamos en avión. No es un secreto que la mayoría llevamos unas pintas de mierda.

   “Creo que no hay mujer norteamericana que haya visto en un avión que no llevara unos pantalones de yoga de Victoria’s Secret”, me dijo Naoise, una irlandesa bastante al tanto de la moda. “Pantalones de yoga, un suéter holgado de alguna universidad y mocasines Minnetonka. Esto es algo de lo que mis amigos y yo hablamos mucho. En los aviones, los americanos visten como si se estuvieran yendo a la cama o se les acabara de morir alguien”.

   En los días en que los viajes por aire era todavía algo nuevo y excitante, volar por los cielos a bordo de una increíble obra de ingeniería era una ocasión especial para la que la gente intentaba tener el mejor aspecto posible. Hoy en día, volar es para muchas personas el menos inconveniente medio de desplazarse. Tampoco la Administración de Seguridad en el Transporte facilita las cosas con su insistencia en que nos quitemos los zapatos y cualquier accesorio que llevemos y pasemos baje el detector de metales sujetándonos los pantalones como criminales. Provoca que la gente quiera vestir “confortable”.

Publicidad

   En algún momento, los norteamericanos decidieron que preferían la comodidad al glamour. “Creo que mucha gente aprovecha los vuelos para ponerse como le dé la gana, aunque sean vuelos de una o dos horas”, me dijo Amira, una joven que ha pasado tiempo entre EE.UU y Oriente medio. El estereotipo de que los americanos son seres que bajan tambaleándose de los aviones con almohadas, Crocs y shorts con bolsillos, sin importales lo que los demás puedan pensar al verles, es real. No es extraño que todo el mundo odie a Estados Unidos. Si vamos a seguir bombardeando a todo quisque, al menos podríamos no hacerlo visitiendo pantalones de pijama en público.

Más cositas del Especial de Moda de 2013:

De nîmes

Chop, drop and roll

Tejanos a diario