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La pesadilla inmobiliaria

La pesadilla inmobiliaria: duerme en una cama armario por 2200 euros al mes

35 metros cuadrados por más del doble del salario mínimo en nuestro país.
armario cama
Todas las imágenes vía Idealista 

'La pesadilla inmobiliaria del mes' es una sección en la que denunciamos los abusos más flagrantes y los pisos más sorprendentes del mercado inmobiliario en España. Si te has topado con algún palacio similar, escríbenos a esredaccion@vice.com.

¿Qué es?: Un "estupendo estudio" de 35 metros cuadrados, con estupendas vistas, "estilo asiático" —con esto se debe de referir a que tiene el tamaño aproximado de los hoteles cápsula— y "muy luminoso". Claro: un único ventanal es suficiente para que entre luz a toda la casa.

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¿Dónde está? En la zona de Argüelles; "el anunciante no quiere mostrar la dirección exacta", pero más o menos cerca de Moncloa, colmena de los estudiantes en la capital, más o menos cerca de Malasaña, más o menos cerca de Chamberí y más o menos cerca del Parque del Oeste. Porque en Madrid, ya sabes, todo está "más o menos cerca" de todo.

¿Qué se puede hacer ahí?: Argüelles es uno de esos barrios a caballo entre el ayer y el hoy, uno de esos rincones en los que se percibe claramente la pugna de Madrid por dejar de ser una capital de provincia venida a más en cuyos bares se sirven torreznos con pelos para pasar a convertirse en una capital europea que ofrece exactamente lo mismo que todas las capitales europeas: tostadas de aguacate a precios desorbitados, museos que custodian una historia de la cual la mayoría se avergüenza y garitos en los que cada vez más guiris y cada vez menos locales bailan el mismo techno que podrían bailar en sus ciudades mientras comen las mismas pastillas de mierda que podrían comer en sus ciudades. Tus opciones, pues, son múltiples. Además, dada su cercanía con Moncloa, uno de los barrios estudiantiles por excelencia, en Argüelles proliferan los bares y franquicias de "Cubos a cinco euros" y las cadenas de comida rápida.

¿Cuánto cuesta?: 2200 euros al mes. 40 metros cuadrados, 35 de ellos útiles. ¯\_(ツ)_/¯

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Desde que allá por 2017 inauguramos "La pesadilla inmobiliaria", en esta sección hemos tratado de visibilizar distintas aberraciones del sector de la vivienda: casas del tamaño de una caja de zapatos ofrecidas como estudios —el eufemismo estrella—, pisos con pintadas satánicas, extiendas chinas reconvertidas —previa reforma y obtención de licencia, claro— en viviendas, casas de muñecas en azoteas… Todas tenían su particularidad, su tara, el detonante que las convertía en mierdas gordas, en abusos, en pesadillas, en fin, inmobiliarias.

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Sin embargo, nunca hasta ahora una vivienda que podría ser el decorado de una sitcom americana había protagonizado la sección. Pues bien, el momento ha llegado, lo que no deja de ser la confirmación de que "nos mean y nos dicen que llueve", de que la glamurización de la precariedad ha llegado a límites insospechados. Hoy presentamos el apartamento de 35 metros cuadrados útiles por el módico precio de 2200 euros. Es decir, más del doble del salario mínimo interprofesional en nuestro país.

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Se trata de un estudio con "estupendas vistas" a la boina de contaminación que flota sobre las cabezas de los madrileños. A decir verdad, es lo único que tiene el estudio, vistas: una de las paredes de la vivienda es un enorme ventanal. Las otras tres, miseria decorada con gusto de casino de carretera comarcal. El salón/cuarto consta de una mesa de comedor, un sofá, una televisión, una cama de esas que se pliegan a la pared para no ocupar espacio y una estantería de Ikea, todo ello recubierto por espejos para que, eso sí, tengas sensación de profundidad en lugar de de profunda estafa.

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Para ponerle la guinda del pastel al "estilo asiático" que se respira en la vivienda, los propietarios han decidido ofrecer un futón que puedes colocar en el poco hueco que queda entre el sofá y la cama cuando está abierta o en el escaso metro cuadrado que ocupa la cocina.

Los cuadros con motivos orientales completan el pack de este caramelito inmobiliario cuyo precio —repito, por si no había quedado claro, 2200 euros— viene a significar lo mismo que nuestra devoción por el carsharing, el couchsurfing o el freeganismo: en primer lugar, que somos gilipollas; en segundo, que hemos normalizado tanto los abusos económicos como la precariedad. Pero, ¿quién quiere justicia social cuando tiene una pequeña pantalla o un enorme ventanal por el cual mirar al mundo y olvidarse de que tanto su vida como su casa son una basura sobrevalorada?

Sigue a Ana Iris Simón en @anairissimon.

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