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Drogas

Las peores cosas que la gente ha dicho ciega de coca

“¿No soy yo la persona más triunfadora que conoces?”.
Captura de pantalla: thelonelyisland / YouTube, via 

La cocaína nos convierte en seres horribles. No siempre, pero con bastante frecuencia. Esto lo sabes porque, durante el poco tiempo que llevas en este mundo, seguramente te habrás encontrado con más de uno de esos monologuistas que no paran de hablar de sí mismos sin pestañear ni una vez. O tal vez incluso hayas sido uno de ellos.

En cualquier caso, la gente que se pone plasta con la coca al menos se puede consolar sabiendo que no son lo peor. Y es que, como ya informamos anteriormente, un estudio de la Universidad de Maastricht reveló que basta con una puntita de polvo blanco para afectar a la capacidad de reconocer las emociones negativas de la gente, lo que explica que cuando vas bien puesto de coca te enrolles hablando de temas que no le interesan a nadie más que a ti y, en cambio, tengas la sensación de que lo que cuentas es de máximo interés.

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Lo bueno de comportarse como un capullo cuando te metes coca es que luego, al recordarlo como anécdota, es divertido. Eso a menos que la hayas cagado mucho.

Este último punto nos interesa, así que decidimos preguntar a varias personas qué era lo peor que habían dicho mientras iban puestas de coca. Estas fueron sus respuestas.

“Una vez, mientras todo el mundo iba encocado y pasándoselo bien, dije: ‘¿Qué es aquello de lo que más os arrepentís en la vida?’. Me cargué el buen rollo de la fiesta de golpe”.

“Creo que lo más chungo que suelo decir es ‘Arriba el IRA’”.

“Sé que nos acabamos de conocer, pero —y en serio, no es porque haya bebido ni esnifado coca— me encantaría quedar para comer juntos mañana”.

“Lo curioso es que la coca es una droga muy creativa. Crea verdaderas oportunidades”.

“Mi problema es que todo lo que diga seguramente sea lo peor, aunque en ese momento piense que es superinteresante y que todo el mundo debe escucharlo. A la mañana siguiente me levanto muerta de vergüenza, pero mi cerebro acude al rescate y me hace olvidar todos los detalles. Así que, para abreviar: todo lo que digo”.

“’Tú me gustas; tú, no’. Esto fue lo que les dije a los dos jefes de mi novio”.

“¿Nos pillamos otra papelina? Solo son las 4 de la mañana”.

"El día que a mi amigo lo ascendieron en el trabajo, estábamos ‘celebrándolo’ en el bar y me preguntó, muy serio: ‘¿No soy yo la persona más triunfadora que conoces?’”.

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“Este club privado está empezando a parecer la terminal 5 del aeropuerto de Heathrow”.

“Dirigiéndome a un grupo de 20 amigos: ‘¿Seguimos la fiesta en mi casa?’. Eso lo hago mucho, y me arrepiento en cuanto lo he dicho, porque mi piso es muy pequeño”.

“’La tía es una pasada. Bebía sangre y se liaba con su hermano’. Nunca lo he superado”.

“Tuve una conversación de unas dos horas con alguien en una fiesta del trabajo, en la que hablábamos muy en serio de montar una empresa de marketing que solo hiciera anuncios para Snapchat. Desde entonces no hemos vuelto a hablar del tema”.

“Alguna variante de ‘Tía, tenemos que quedar más a menudo y hablar de nuestras cosas’ con alguna amiga con la que hago exactamente eso todos los fines de semana”.

“Hablemos de trabajo un momento”.

“En una fiesta les metí una rallada bestial sobre una rutina de ejercicio que hice solo una vez en mi vida a dos chicas a las que claramente les importaba una mierda”.

“Luego, esa misma noche, le pregunté muy seria a alguien si quería ver mis abdominales, aunque no se me marquen nada y solo llevaba dos semanas entrenando. Fatal”.

“Seguramente yo sea la mejor ilustradora que conozco en Londres. No quiero parecer una zorra arrogante, pero es que es verdad”.

“No fue por algo que dije exactamente, pero una vez me metí un montón de coca y luego me fui a una sauna muy intensa en Berlín, una combinación que no puede ser nada buena para el corazón. Me alegro de que al final no acabara en la portada de los periódicos: ‘Joven promesa de la fotografía muere en una sauna por consumir cocaína’”.

“¡Comprémonos unos billetes a Los Ángeles!”.

“Uf, de todo. Pero si tuviera que elegir, sería una vez, recientemente, en la que me pasé 40 minutos de reloj hablando de un álbum de SZA a la gente. Ese fue el momento más patético que he tenido en mucho tiempo”.

“Sí, bueno, yo pienso mucho en Dios y el cosmos. No sé demasiado del tema porque pensar mucho en ello hace que me explote la cabeza, pero sí, pienso mucho en ello”.