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Drogas

Cada vez compramos más drogas a través de las redes sociales

La gente está comprando material por Snapchat. WhatsApp y Kik, pero ¿cuáles son las ventajas y los inconvenientes de hacerlo?
MW
London, GB
MA
traducido por Mario Abad
shotta
Imágenes via Shotta Texts LDN 

Si has comprado drogas en los últimos 20 años, seguramente habrás tenido una de esas conversaciones telefónicas con el camello a base de eufemismos. Quizá empezarías preguntándole, “Estooo, ¿estás con Charlie?”, lo que llevará a una serie de malentendidos que al final te obligarán a soltar, “Que si me puedes pasar un gramo de coca, tío”. Entonces, tu camello te dirá que si estás gilipollas o qué te pasa, y te pondrá a la cola para la entrega.

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Por suerte, esas llamadas son historia, porque ahora la gente pilla droga por Snapchat y WhatsApp. Es menos incómodo y todo el mundo piensa que es un método más seguro que llamar por teléfono. Sin embargo, un nuevo estudio sobre el uso de redes sociales y aplicaciones de mensajería privada ha revelado que estas plataformas no son tan secretas como la gente cree.

El estudio, titulado #Drugsforsale: Un análisis del uso de las redes sociales y las aplicaciones de mensajería cifrada para el suministro y la adquisición de drogas, reveló que las aplicaciones para móviles se están “convirtiendo rápidamente en una opción” para la compra de drogas recreativas porque constituyen “un método rápido y cómodo mediante el que comprador y vendedor pueden ponerse en contacto”.


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Básicamente, las aplicaciones son el término medio entre navegar por los mercados de la dark web y buscar un camello de carne y hueso, pero evitando muchos de los inconvenientes de ambos. Comprar droga en la dark web implica convertir dinero en bitcoins y luego intentar desesperadamente completar la transacción antes de que el mercado de criptodivisas caiga en picado y tu dinero de repente no valga nada. Y luego, a ver, sinceramente: ¿quién compra droga a un desconocido por la calle en 2018? Según el estudio, la comodidad y la velocidad para cerrar los tratos eran las mayores ventajas de comprar droga a través de aplicaciones.

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Zach, de 22 años, explicó a los investigadores: “Simplemente me parece una forma sencilla y moderna de comprar cosas. Estoy bastante harto de la dark web porque nunca he sabido bien cómo funciona y siempre tenía que pedir ayuda a un amigo. Con las aplicaciones es superfácil y en cero coma puedes contactar con desconocidos con los que nunca habría podido hablar antes. Muchos de los camellos de esta zona solo están en Snapchat; si no tuviera esa aplicación, tendría que seguir confiando en que alguien se me acercara por la calle o en un bar a ofrecerme algo”.

Más de tres cuartas partes de las personas entrevistadas para el estudio aseguraron usar Snapchat para comprar droga. Instagram era el segundo en popularidad, usado por una de cada cinco personas. También se citaron WhatsApp, Kik y Wickr, así como Tinder y Grindr. Por norma general, estas plataformas facilitan el contacto entre comprador y vendedor, y luego las transacciones se efectúan a través de servicios de comunicación cifrada.

La doctora Leah Moyle, profesora de Criminología en la Universidad de Londres y una de las autoras del estudio, señala que la cosa se puso interesante cuando se preguntó a los entrevistados por qué usaban aplicaciones para buscar droga. Y es que, en unos pocos años, hemos pasado de la paranoia total, pensando que los móviles de los camellos estaban intervenidos, al más absoluto pasotismo, llegando incluso a publicar fotos de pastis y coca en redes sociales.

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Esta fue la explicación que Mark, de 23 años, dio a los investigadores: “Me di cuenta rápidamente de que Snapchat era totalmente seguro, como WhatsApp. Las autoridades no tienen acceso a los datos que se transmiten a través de esas plataformas”. Moyle señala que la opinión de Mark la compartían los otros 358 compradores de droga de todo el mundo a los que entrevistaron. “La gente creía que estas aplicaciones incluyen funciones de seguridad que protegen sus mensajes. En general, se sentían seguros y creían que las posibilidades de que las autoridades los pillaran eran bajas”.

Sin embargo, la realidad es que estas aplicaciones no ofrecen la seguridad que muchos usuarios creen, ya que funciones como la del cifrado de extremo a extremo o la duración limitada de los mensajes suelen tener letra pequeña que es importante no obviar.

Por ejemplo: los investigadores dijeron que los snaps de Snapchat que no han sido abiertos se mantienen en servidores y son susceptibles de ser puestos a disposición de las autoridades en caso de que se solicitara. Instagram comparte los contenidos y la información de los usuarios con su empresa matriz, Facebook, y con empresas de publicidad de terceros.

De forma similar, WhatsApp permite que se comparta información de usuarios con Facebook. Aunque Wickr tiene una función de autodestrucción de los mensajes, no puede impedir que se hagan capturas de pantalla de los mismos. Kik guarda un registro de las direcciones IP de sus usuarios, al igual que las aplicaciones de citas Grindr y Tinder. Y aunque Facebook Messenger ofrece un servicio de cifrado de extremo a extremo, no es una función que venga establecida de forma predeterminada. Además, tal y como ha admitido la propia compañía, ya ha facilitado mensajes privados a compañías tecnológicas en el pasado.

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Los investigadores elaboraron una lista en la que enumeran los fallos y las ventajas de seguridad de cada una de esas aplicaciones usadas para comprar drogas. Si te interesa, puedes consultarla en el informe.

Por otro lado, aunque compres drogas a través de aplicaciones, sigues teniendo que encontrarte con el camello cara a cara. Investigaciones anteriores sugieren que parte del encanto de comprar en la dark web era el no tener que quedar con nadie para que te entregue la droga.

Pero este estudio ha revelado que a los usuarios de aplicaciones les incomoda que les entreguen la droga a domicilio. Mientras que hay personas que usa las aplicaciones para contactar con camellos que ya conocen, muchas de las entrevistadas aseguran que han quedado con desconocidos a través de estas para comprar droga. Menos de una cuarta parte de las personas encuestadas consideraban peligroso encontrarse con un camello desconocido.

La seguridad no era el único pretexto para comprar droga a través de las redes sociales. Los usuarios también afirmaban que estas plataformas les permitían valorar la calidad de la mercancía antes de comprarla. Lucy, de 19 años, señaló: “La primera vez que compré Xanax fue mediante Snapchat, porque podía ver cómo el camello abría las cajas precintadas en sus stories y eso me daba seguridad a la hora de consumirlas… Nunca compraría nada que no hubiera probado previamente, a no ser que estuviera desesperada”.

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En algunos casos, los usuarios tenían en cuenta factores como el número de comentarios o “me gusta” en Instagram como indicadores de confianza, como si fueran las reseñas de TripAdvisor. Sin embargo, Danny, de 23 años, aseguró que la información disponible sobre los productos en las aplicaciones era “mucho menor que la que hay en la dark web, pero muy superior a la que encuentras en la calle”.

“Ese era uno de los aspectos de este proyecto que más me interesaban”, asegura Moyle. “El hecho de poder ver el producto de antemano, ya sea mediante un vídeo o foto que te envíe el camello, parecía dar cierta tranquilidad a los compradores”. Sin embargo, Moyle señala que es preocupante que se piense que es posible evaluar la calidad de la sustancia mediante un story de Instagram o una foto: “No hay forma de valorarlo a simple vista”.

Las aplicaciones también están cambiando la forma en que los camellos llevan a cabo su negocio. Moyle afirma que las redes sociales ofrecen la oportunidad de encontrar nuevos clientes, con los que posteriormente cierran tratos mediante mensajes privados: “Muchas veces, comprador y vendedor se ponen en contacto a través de las redes sociales y luego el camello suele solicitar que se trate la logística del trato por WhatsApp”.

Asimismo, los compradores afirmaron que las aplicaciones facilitan el acceso a una gama mucho más amplia de sustancias que las que había antiguamente. Tim, de 23 años, dijo a los investigadores que “lo mejor de las aplicaciones” era el acceso a una gran variedad de drogas, y añadió que “es muy raro encontrar a un camello por la calle que lleve drogas psicodélicas en este país [Reino Unido]”. “No podía conseguir oxy ni codeína de ninguna otra forma porque no conocía a nadie que la vendiera; la primera vez que las compré fue a través de aplicaciones”, dice Jess, de 23 años y residente en Inglaterra.

Eso puede ser preocupante, sobre todo si quien compra no tiene experiencia y presupone cosas erróneas sobre la calidad. “Lo que nos preocupa es la mayor exposición a sustancias a las que la gente joven no estaría expuesta si no usaran las redes sociales”.

Si hay una cosa que el estudio deja bien claro es que se puede usar cualquier red social para comprar drogas. Comprar pastillas por Instagram parece mucho más cómodo que intentar buscar a quien te las venda en una discoteca. Y además, tienes más variedad. Sin embargo, no hay garantías de que el story que te ha puesto el camello como prueba sea uno que acaba de grabar o es antiguo.

@mark_wilding

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