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Expertos dicen que realmente no eres «adicto» al café

El Dr. Samuel A. Ball de la Universidad de Yale —un profesor de psiquiatría y también presidente y CEO de The National Center on Addiction and Substance Abuse (El Centro Nacional de Adicciones y Abuso de Sustancias)— quiere que sepas que no eres realmente adicto al café.

Sí, dice que amas el café. Realmente lo amas. Y si lo dejas, puede que te sientas desdichado y sufras los síntomas de abstinencia. La gente reporta de todo: dolores de cabeza, letargo, falta de concentración, depresión, dolores musculares, estreñimiento. Todo cuando dejan de tomar su taza de café diaria.

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Pero Ball dice que es porque los amantes del café son dependientes psicológicamente de la cafeína y quisiera informarte que la dependencia psicológica no es la única prueba que existe cuando se habla de adicción.

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Según la definición de dependencia a las drogas de la American Psychiatric Association (Asociación Americana de Psiquiatría), existen cuatro criterios que deben reunirse para conformar una adicción verdadera: «síntomas de abstinencia, desarrollo de tolerancia a la sustancia con el paso del tiempo, uso de la sustancia a pesar de agravar problemas médicos o mentales y varios intentos fallidos por dejar la sustancia».

En EEUU más del 80 por ciento de los adultos consumen el equivalente a dos tazas de café al día; mientras que, según Euromonitor, en América Latina la cultura del café está al alza, donde la mayoría de países prefieren consumir café que té, excepto Chile y Bolivia. Y aunque la cafeína es la droga psicoactiva más usada en el mundo, los expertos no se ponen de acuerdo para determinar si la gente puede ser adicta o no a ella.

Algunos investigadores dicen que la adicción al café es, de hecho, algo real. Un estudio de 1994 publicado en The Journal of the American Medical Association, patrocinado por el National Institute on Drug Abuse (Instituto Nacional de Abuso a las Drogas), descubrió que un pequeño porcentaje de consumidores de café son verdaderos adictos. En ese estudio, una participante no podía siquiera levantarse a trabajar cuando sufría de abstinencia a la cafeína. Otra canceló la fiesta de cumpleaños de su hijo debido a la falta de café. Y una mujer embarazada pasó a una tienda mientras estaba en labor de parto para comprar una bebida con cafeína.

En este sentido, cuando MUNCHIES contactó al Dr. Roland Griffiths, un profesor de psiquiatría y ciencias del comportamiento en la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, nos comentó que, «No estoy de acuerdo con el Dr. Ball», y se refirió a dos análisis que ha dirigido junto a otros investigadores, a saber: trastorno por consumo de cafeína y abstinencia de la cafeína.

Aún así, el profesor Ball comentó a Business Insider que a pesar de que «muchas personas de varios países aman el café», la verdadera adicción transforma tu vida; la dependencia al café no. «La adicción es un tipo muy específico de desorden mental», dijo. La diferencia respecto al apego que sientes por tu café es que probablemente no experimentas consecuencias más graves debido a su ingesta y a pesar de dichas consecuencias, continúas el consumo y sigues desarrollando ese comportamiento».

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Lo que es más, la gente no «se preocupa mucho por el uso» del café, a tal grado que beber café «se convierta en el foco de su existencia en detrimento de su familia, amigos, empleo y otros intereses».

Dr. John F. Kelly, un profesor de psiquiatría en medicina de las adicciones en la Escuela Médica de Harvard, parece estar de acuerdo con las aseveraciones de Ball. Nos comentó que el café «no causa intoxicación y deterioro psicológico, asimismo la adicción se define en gran parte por el uso continuo a pesar de las consecuencias dañinas. La cafeína no produce consecuencias dañinas».

Así es, Ball dice que la cafeína está en la misma categoría que la nicotina, cocaína y metanfetamina; todos estimulantes que generan dependencia psicológica. Ah, y puede ser que experimentes síntomas de abstinencia si dejas de beber café.

«Pero eso no es lo mismo que llamarlo adicción, porque no existen consecuencias negativas importantes. No hay un interés por el café que afecte tu trabajo, amistad, familia».

Quizá el Dr. Ball no ha conocido a los que somos muy intensos. Después de todo, se requiere un cierto tipo de desesperación para estar hurgando en los basureros de Starbucks a media noche en busca de granos de café usados para chuparlos un poco. O bueno, eso cuenta el primo de un amigo.

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