Los noventa produjeron un montón de reliquias nostálgicas millennial-friendly, pero ninguna encapsula la década mejor que las películas del Renacimiento Disney. Un periodo de tiempo que se alargó unos diez años en los que Disney tuvo una era dorada de películas animadas aclamadas por la crítica como La bella y la bestia, Aladdin y El Rey León.
El único error en la forma en la que algunas personas recuerdan este Renacimiento es que en la mayoría de los casos, solamente incluyen los diez films que fueron producidos por la Walt Disney Feature Animation (ahora conocida como Walt Disney Animation Studios). Suelen dejar inadvertidas algunas joyas como A Goofy Movie de 1995, una película que sin dudas es de las más negras de esa era, como una vez lo resaltó el blog Black Nerd Problems.
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A pesar de no ser aceptada por algunos nerds de Tumblr como un film del Renacimiento de Disney por haber sido producido por los DisneyToon Studios, A Goofy Move es considerada por muchos como un clásico de culto entre los millennials negros.
Estéticamente, las referencias culturales del film están claras. Desde la protagonista siendo una chica flaca y delgada llamada Roxanne, al chico blanco llamado Bobby que se metía en los mismos problemas que Max pero que se sentía de cierta manera menos preocupado de que sus papás se dieran cuenta. El mundo que esta película llamaba hogar definitivamente se sentía familiar entre los jóvenes negros. Incluso la manera en la que la ropa de los personajes era dibujada, se sentía innegablemente hip-hop. El saco ancho de Max fácilmente pudo haber tenido “Hilfiger” escrito al frente.
Emocionalmente, la trama de la película también se sentía particularmente afín a la experiencia afroamericana, con el director del colegio de Max llamando a su padre alegando que el joven adolescente había incitado un “frenesí desenfrenado” entre sus compañeros de clase vestido como el “miembro de una pandilla” y aconsejándole a Goofy poner a raya a su hijo antes de que terminara en “una silla eléctrica”.
En consecuencia, esa tonta respuesta terminó de rasgar una ya muy endeble relación entre un padre preocupado y su presuntamente hijo “en riesgo”. Sobre la narración de la película, su director Kevin Lima una vez dijo: “En vez de simplemente mantener a Goofy de una dimensión, como ha sido en el pasado, quisimos darle un lado emocional que agregara al arco narrativo de la película. Queríamos que la audiencia viera sus sentimientos y no solo sus payasadas”.
A Goofy Movie fue básicamente Fences de August Wilson, con la excepción de que tiene perros que hablan y un final feliz marcado por Tevin Campbell cantando una canción celebrando que padre e hijo finalmente se reconciliaron y haciéndole la voz a un personaje originalmente creado para Bobby Brown.
Como cualquier relato épico, la historia de cómo Disney terminó decidiendo entre Campbell y Brown al considerar quién sería su primer actor negro en su primera película de negros (no lo podemos tener todo) tiene múltiples cánones y lineas de tiempo a considerar. Todo empezó alrededor de 1989.
Con el éxito de La Sirenita ese noviembre, el Renacimiento Disney comenzó oficialmente a final de año. En una rápida sucesión de eventos, un cangrejo llamado Sebastián nos dio “Under the Sea”, La Bella y la Bestia consiguió un Óscar por una canción con el mismo nombre, Aladino montó a la Princesa Jasmine en una alfombra mágica y cantó “A Whole New World” en el que fácilmente es el momento más cool en la historia de los films animados. Encima de todo esto Elton John escribió con Tim Rice cinco canciones para El Rey León que serán cantadas en Broadway hasta el fin de los tiempos.
Ya por 1995, el Renacimiento estaba estaba viento en popa y era casi que mandatorio que los soundtracks fueran tan buenos o incluso mejores que las mismas películas, lo que llevo a Disney hasta el pélvico mundo de Bobby Brown.
Por los tiempos en los que se estreno La Sirenita, la estrella infantil convertida en símbolo sexual estaba en pleno auge por el lanzamiento de “My Prerogative“, su mayor éxito hasta el momento. Como quedó documentado recientemente en The New Edition Story de BET, a principios de los noventa el álbum Don’t Be Cruel de Brown estaba facturando en forma, lo que hizo que se embarcara en una gira larga y súper exitosa con Al B. Sure! y sus viejos compañeros de N.E, todo en la misma época en la que se casó con Whitney Houston. El tipo realmente estaba viviendo el mejor momento de su vida, lo cual incluía ser contratado para hacer la voz de la estrella de pop ficticia Powerline, en A Goofy Movie.
Entregándole a Bobby Brown el sonido de su música, el activo más valioso de los films de su era de Renacimiento, Disney reforzó los méritos de A Goofy Movie como un esfuerzo decididamente negro.
Mirando hacia atrás y sabiendo lo que sabemos de él hoy en día, elegir a Bobby Brown para hacer la voz de un personaje para niños puede parecer una decisión equivocada. Aún así y a pesar de sus locuras, problemas y explosiones, Brown ya se había probado como una buena opción para canciones de películas cuando alcanzó la cima de los listados con “On Our Own” del soundtrack de Ghostbusters II.
En ese entonces, Disney se quedó con Brown, esperando duplicar ese tipo de éxito R&B. El problema vino al final de la producción de la película, cuando la controversial estrella tuvo que internarse en el Betty Ford Center por una dependencia al alcohol y a las drogas. Ahí fue cuando Tevin Campbell tuvo que ser llamado a reemplazarlo como la voz de Powerline y como resultado, el universo nos regaló la obra maestra de Campbell, “I 2 I”.
Aunque se ha hablado muy poco acerca de porqué Disney eligió al notoriamente solitario Campbell como el reemplazo de Brown, uno se puede imaginar que un adolescente con una imagen fresca sería la próxima opción lógica cuando tu embajador del R&B original se vuelve adicto a la cocaína y a la heroína. Habiéndole ya cantado “Happy Birthday” a Ashley Banks y habiendo sido presentado al mundo por Quincy Jones (también en 1989), Campbell poseía una mezcla única entre de appeal adolescente y sensibilidades R&B.
Hoy en día, los millennials negros tenemos suerte de que Disney no entrara en pánico y decidiera quedarse con el sonido negro a pesar de haber perdido a Brown. Pudimos haber recibido alguna canción edulcorada de Madonna o algo al final de la película que la hubiera hecho perder su vibra.
Con todo y eso, hay que admitir que es muy probable que la decisión de quedarse con el sonido negro para esta película negra tuviera que ver con lo adelantada que Disney tenía la peli cuando la vacante de Brown quedó libre. Para el momento que Campbell dio su voz, era claro que la estaba prestando a un personaje dibujado a la imagen de su predecesor.
Con su traje espacial monocromático, figura asimétrica y un show luminoso sobre el escenario, Powerline ya se había moldeado visualmente inspirándose en Bobby Brown. Pero en cuanto a su voz y música, pudo que el personaje hubiera terminado beneficiándose por la perdida. Seguramente hubiera sido igual de negra si Bobby Brown hubiera participado finalmente pero seguramente, no hubiera jammeado así de fuerte.
“Stand Out” y “I 2 I”, las dos colaboraciones de Campbell para el soundtrack de la película, fueron producidas, grabadas y mezcladas por David Z, alias el tipo que hizo la ingeniería para los mejores discos de Prince en los ochenta, incluyendo Purple Rain. La conexión entre David Z y Campbell se remonta al trabajo de Campbell en el disco Graffiti Bridge de Prince, siendo previamente un protegido de la leyenda de Minneapolis en el tiempo que Brown estaba punteando y el Renacimiento Disney comenzaba.
Aparte de que la producción de ambos tracks estuvo totalmente fuera del camino de Brown, Campbell también tenía una voz mucho más soul y alta, mejor equipada para entregar ese tipo de sentimiento que viene de un padre negro y su hijo reconciliando sus diferencias mientras hacen acrobacias en una pantalla de televisión al mismo maldito tiempo.
Una imagen exagerada de la presencia dinámica de Bobby Brown en el escenario y su cercanía a la grandeza, crearon un personaje tan grande y tan negro que solo una voz como la de Tevin Campbell podía llenar ese espacio vacío.
Las canciones que Brown grabó para el film terminaron siendo un poco más suaves de lo que se esperaba. Presuntamente se remixearon y se pusieron en su críticamente lamentado y notablemente sensual cuarto álbum Forever, así que podría pensarse que las canciones para Disney de Brown hubieran quedado mejor en una versión adulta de la película, dónde Max se queda en el barrio a hangear con Roxanne en casa mientras que Goofy sale de pesca solo.
Más de 20 años después, tanto A Goofy Movie como “I 2 I” mantienen lugares únicos en los cánones de Disney para los millennials negros, lugares que ninguna otra película o canción de Disney habitan.
Durante los años que siguieron e inmediatamente después de 1995, aplaudieron a Mufasa en el Serengeti durante El Rey León, Pocahontas nos advirtió de los peligros de los hombres blancos y Mulan confrontó los roles de género e introdujo al mundo a su primer personaje animado bisexual que incidentalmente, era una persona de color. Como sea, ninguno de esos personajes utilizaron la misma ropa, tuvieron las mismas tragas de colegio o disfrutaban de los mismos artistas negros que su audiencia. Otras películas de la era del Renacimiento Disney tuvieron canciones que ganaron Premios Grammy y Premios de la Academia, temas que han sido cantados en teatros y óperas alrededor del mundo, pero ninguna se siente tan fresca como la oda de Powerline a las relaciones interpersonales. Pocas cosas son tan auténticamente negras como esa inexplicablemente sensación calientita de sentir algo en lugar de simplemente gustarle o amarlo. Ese sentimiento abstracto es lo que conecta el ethos negro con la idea del “soul” y los chicos negros de otros personajes de caricaturas racialmente ambiguos.
De “Stand Out” a “I 2 I” y cualquier otra referencia cultural en la mitad, no es una locura pensar que los millennials negros vieron A Goofy Movie y sintieron esa conexión.