Un bizcocho, un brownie, en yogur, infusiones, hervirla en leche, en aceite… Hay mil formas de integrar el THC de la marihuana en tu organismo sin necesidad de fumarla. De hecho, la hija de Bob Marley hizo un libro con 70 recetas. Las más famosas son las dos primeras, obviamente, y producen unos efectos psicoactivos que puedes haber experimentado alguna vez.
El primer problema viene con la preparación: hay que descarboxilarla convenientemente para que no pierda sus propiedades milagrosas, como calentarla durante 35-40 minutos en el horno a 120 ºC. Así te aseguras de que el THC está on fire para tus fechorías.
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El segundo son las cantidades, tanto en tu receta como en la ingesta. Lo mismo le echas de más por eso de “por si acaso” e intoxicas al personal, o si te comes un cacho de bizcocho y no te sube, te da por engullir otro más antes de que tu sistema digestivo absorba el condimento, lo pase al torrente sanguíneo y recale en tu cerebro. Os recuerdo que el efecto no es inmediato, y puede subir a los 30 o 45 minutos.
Alguno de estos fallos o la imprudencia hacen que la marihuana pase a ser el enemigo público número uno de esa fiesta, tarde o ratito de desconexión. Estas son las salvajadas más bestias provocadas por la ingesta de maría que he encontrado preguntando a amigos, conocidos y conocidos de conocidos.
Los nombres de los protagonistas han sido cambiados para asegurar el anonimato.
¡Viva Ámsterdam!
Aunque no fue mi primera opción, terminé haciendo mi Erasmus en la capital mundial de los tulipanes, las prostitutas en escaparates y los coffee shops. Antes fumaba ocasionalmente, pero durante esos meses fue un desfase. Tenía pocas asignaturas y bastante accesibles, así que aproveché para descubrir las distintas formas de utilizar la marihuana.
Estaba de rollo con un chico muy majo alemán. Con él pasábamos tardes enteras fumando y otras prácticas maravillosas que no hace falta que explique. En los seis meses probé muchísimos tipos de marihuana, comí muffins, bizcochos, ensalada con aceite de maría o bombones.
“Vinieron la policía y los bomberos, echaron la puerta abajo porque un vecino los llamó tras ver humo de un fuego en el patio de la casa”
Estos fueron los más bestias porque metimos una variante de marihuana muy fuerte y creo que en algún punto de la descarboxilación la pifiamos. Preparamos como 30 o 40, para una fiesta de varios Erasmus y a la hora no quedaba nada…
No recuerdo muy bien nada de lo de después… Solo sé que vinieron la policía y los bomberos, echaron la puerta abajo porque un vecino los llamó tras ver humo de un fuego en el patio de la casa. A uno le dio por cantar como un chamán alrededor de la hoguera. Además, los polis se encontraron con un trío en el lavabo y varios vomitando en la cocina. La verdad es que fueron muy benévolos y no nos cayó ningún puro, salvo pagar 400 euros entre todos por los desperfectos de la casa. Not bad.
Carla, 25 años
La gala de los Óscar
En mi uni retransmitían los Óscar cada año porque es la facultad de Comunicación. Era la edición de Birdman, Wiplash, Childhood y La teoría del todo y caía en domingo. El caso es que justo antes de que comenzara la proyección, uno de mis colegas sacó el bizcocho de maría que repartimos entre cuatro. Hasta aquí todo OK, solo que esperábamos la exaltación propia del evento y solo encontramos apalanque mientras veíamos a Neil Patrick Harris haciendo chistes malos.
Llevaba como una hora de gala y era taaaan aburrida que notaba cómo me crecían las uñas de los pies. En serio, de repente me sumergí en la teoría de Stephen Hawking pensando en el tiempo y el espacio, el espacio y el tiempo, con una torrija tan grande y especial que bien podría ser un paparajote. Seguí pensando y pensando hasta que me di cuenta de que era miércoles por la tarde y me encontraba en el sofá de casa viendo la tele. Me pasé tres días empanado deambulando por la vida.
Pol, 23 años
Un Cola-Cao y a la cama
Nunca he sido de drogas. A ver, un buen tequilazo tras otro con mis amigas y partir tarima siempre es bien, pero ni los porros ni las “cosas raras” nunca me han llamado la atención. Hasta ESE DÍA.
Estábamos de vacaciones en Cádiz e hicimos migas con unos chicos muy salaos que nos invitaron a pasar el día a su cobertizo con piscinita y tal. Bien, pues uno de ellos se preparó un Cola-Cao con leche de marihuana. Me fascinó el concepto y me fascinó más cuando lo probé porque terminé con un primer vaso de leche alterada con cacao, seguido de otro vaso y un tercer bol con Choco Krispis.
“Perdí toda la dignidad cuando logré salir del baño y me resbalé en el patio delante de todos y me hice un esguince en el tobillo”
Era como subir la apuesta todo el rato sin consciencia alguna porque estaba que te mueres. Al cabo de la hora, comencé a encontrarme mal. Oía cosas, pensaba que los de mi alrededor me espiaban todo el rato, como si tramara algo. Me iba al baño y estaba como asustada, hasta que comencé a vomitar como nunca. Horrible.
Perdí toda la dignidad cuando logré salir del baño y me resbalé en el patio delante de todos y me hice un esguince en el tobillo. Esto ocurrió el tercer día de la semana tan ansiada de vacaciones. Nunca más.
Elena, 26 años
Alucinaciones sobre la carretera
El artífice de la delicia es mi amigo Juanki, un fumeta profesional que desde hace tiempo juega con distintos tipos de hierba. El tipo sabe lo que hace y al parecer esta vez elaboró el bizcocho con una variable potente (creo que sensi star) y me sentó como un tiro, aunque degustar ese postre después de una barbacoa era una maravilla. Estaba riquísimo porque lo preparó con nata y fresas. Creo recordar que comí dos cachos en intervalos espaciados pero con un ansia considerable.
Después de las risas y la flipada con colegas durante horas, pillé el coche para volver a casa. El pedo era tremendo. Me metí en la cabina del conductor y la carretera se estiraba y se estrechaba, y se contraía y expandía. Una locura, pero no la GRAN LOCURA. A los pocos minutos, comencé a ver peatones en mi carril. Los esquivaba metiéndome en el carril en contradirección y otros peatones se ponían en medio.
Así fui haciendo eses a 70 o 80 km/h mientras los pocos coches que me iba encontrando me maldecían con su claxon. No sé cómo sobreviví ni por qué, pero desde entonces siento que la vida me ha dado otra oportunidad. Paso de los bizcochos de maría.
Jose, 28 años
Soplar las velas y flipar
¿Contexto? Finales del primer curso universitario. Fuimos a la masía de los abuelos de uno de clase a celebrar su cumple. La ingenuidad y temeridad de los 18 años hizo que algunos comiéramos todo el bizcocho que el bueno de Arnau, otro amigo del grupo, preparó con cariño y leche de marihuana para la ocasión.
“Muchos de nosotros comenzamos a reírnos mientras nos babeábamos encima”
Hicimos un círculo y comenzamos a jugar a ” Un limón, medio limón” y poco a poco algunos de nosotros comenzamos a sentir una especie de parálisis lingual y comenzamos a balbucear: “Un lemfón, mecio, finfón, tresh, linfones, mefio tifón”. Era lamentable. Muchos de nosotros comenzamos a reírnos mientras nos babeábamos encima. De repente me encontraba en una fiesta de cumpleaños de imbéciles y todo por haber querido ponernos ciegos de otra forma. El ciego duró como 6 horas.
Marc, 25 años