Testimonios de menores de 30 que se han esterilizado

Foto por el usuario TBT vía Pixabay

Hace 70 años, tener hijos no era una opción. Era el orden de la vida: conseguir marido, salir de casa de tus padres, tener hijos, criarlos y envejecer haciendo ganchillo.

Afortunadamente, las cosas han cambiado, y para la mayoría, traer a la vida a un nuevo ser humano se ha convertido en una decisión. En la última Encuesta Nacional de Salud realizada por el Ministerio de Salud en 2007, el método de planificación más usado en Colombia eran los anticonceptivos parenterales —inyección, parches, implantes subdérmicos, etc.—, usados por el 32,9 por ciento de la población, seguido por los anticonceptivos orales, con el 33,3 por ciento; los dispositivos intrauterinos, con el 17,6 por ciento, y la ligadura de trompas, en el 7,2 por ciento de la población.

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Aunque el porcentaje es minoritario, cada vez son más las personas que prefieren tomar una decisión definitiva y acabar con toda posibilidad de llegar a tener un hijo por accidente.

Y cada vez son más las personas que toman la decisión antes de los 25 años.

En muchos casos [que acepten tu esterilización], solo tiene éxito a base de insistencia

En 2010, se aprobó la Ley 1412 que autoriza la realización de la ligadura de trompas y de la vasectomía en Colombia. La ley es clara y concisa: hacerse la vasectomía o la ligadura de trompas es gratis. Los servicios de prestación de salud están obligados a financiar el procedimiento y cualquiera que no sea menor de edad se la puede hacer.

No hay más restricciones ni condiciones.

Sin embargo, cuando uno todavía no ha cumplido los treinta y el número de hijos no llega ni a uno, ir a un centro sanitario para someterse a una esterilización es una tarea complicada que, en muchos casos, solo tiene éxito a base de insistencia. Yo misma lo comprobé.

Fui a mi centro de salud a preguntar. La primera persona con la que hablé —una chica que no tendría más de 30 años— me explicó lo que tenía que hacer con la empatía de quien entiende la decisión y conoce las reacciones que recibiría en el proceso. Me explicó que, primero, debía pasar por un médico generalista que me remitiría a Profamilia (una entidad sin ánimo de lucro especializada en planificación familiar), y allí me realizaran la operación. Le pregunté cuánto costaba, me respondió que no lo sabía, pero que seguramente no serían más de 100.000 pesos (30 euros).

Me preguntó cuántos hijos tenía —no tengo ninguno—, me dijo que no estaba segura de si eso podía hacerse a mi edad y me dijo que creía que había acuerdos internacionales que tal vez no permitieran que me lo hiciera

Cuando fui a la cita con medicina general y dije que quería hacerme la ligadura de trompas, la doctora de turno tuvo una cadena de reacciones que se produjo en el siguiente orden: abrió los ojos, volvió a preguntarme mi edad, me preguntó cuántos hijos tenía —no tengo ninguno—, me dijo que no estaba segura de si eso podía hacerse a mi edad y me dijo que creía que había acuerdos internacionales que tal vez no permitieran que me lo hiciera. Pasaron cinco minutos de charla técnica, me dijo que le parecía una decisión muy responsable y que qué bien estaría el mundo si más personas pensaran como yo. Luego me aseguró que no podía derivarme a ningún lado y que debía hablar con un ginecólogo. Antes de irme, me dio un volante para un análisis de sangre que necesitaría para la operación y en el que se evaluarían mis valores de colesterol, triglicéridos, orina, etc.

Al día siguiente tuve cita con una ginecóloga. Le expliqué lo mismo. Apartó la vista de la pantalla y me miró: “No. Yo no te voy a hacer eso”. Después de explicarle por qué quería hacerlo, me dijo que no era conveniente por mi edad: con la operación, el ovario recibía menos sangre y oxígeno, podía producir menos estrógeno, podría sufrir una menopausia precoz y, de paso, tal vez osteoporosis.

El alarmismo con el que me lo explicó me pareció muy poco fiable. Cuando los tecnicismos terminaron, me miró a los ojos y, por un momento, se convirtió en una especie de tía preocupada. Me habló de su matrimonio. Me dijo que tenía que escuchar, que no sabía si iba a cambiar de idea cuando tuviera 34 años, y que no me negara la posibilidad de hacer lo que me diera la gana más adelante. ¿Y si lo que me da la gana es operarme? Antes de irme, me mandó los análisis que necesitaba para la operación, me dijo que con eso podía ir a otro ginécologo, que igual se podía negar a hacérmela porque los médicos no están obligados a realizar ninguna operación, y me dijo que, igual, podía ir con esos mismo análisis a Profamilia y que, seguramente, allí todo sería más fácil.

Cuando salí, estaba convencida de no tomar una decisión que ya estaba convencida de que no quería tomar, y pensé en lo difícil que debe de ser seguir empeñado en una decisión cuando todo el mundo dice que no y apela a la emotividad para convencerte.

Sin embargo, hay muchos que han superado todos los discursos, los cuestionamientos y las charlas emotivas e insisten hasta conseguir que les programen la operación. Hablé con cuatro personas que decidieron someterse a esterilización antes de los 25, a pesar de las advertencias de que se iban a arrepentir, para saber cómo fue el proceso y si hoy están arrepentidos. Además, hablamos con una persona que intentó hacerlo y, por los mismos obstáculos, no lo logró.

Mónica Gracia — 27 años. Estudiante de veterinaria.

Todas las fotos por Santiago Mesa

Yo me hice la operación a los 22 o 23 años. Para hacérmela, pedí cita con el médico general en mi centro de salud. Él obviamente me miró con extrañeza, me preguntó las razones y me remitió al ginecólogo, seguro de que no iban a aprobar nada. El ginecólogo me remitió a Profamilia diciéndome lo mismo, que no iban a aprobarlo. En Profamilia me hicieron la operación gratis. Durante todo el proceso me miraron con cara de “pobrecita” o como si estuviera loca. Me decían que era demasiado joven para estar segura, que después me arrepentiría. Fue gracioso porque creo que nadie tenía el procedimiento claro: el médico me dijo que el ginecólogo se encargaba de la autorización; el ginecólogo me dijo que era Profamilia; y en Profamilia me dijeron que si ya había pasado por medicina general y ginecología entonces ya estaba autorizada.

Yo era la única joven y sin hijos ese día

Nunca me pusieron problema por no haber tenido hijos, aunque varias de las mujeres que estaban el día de la operación (la cirugía de esterilización se hace colectivamente: varias personas son citadas el mismo día y van pasando a la sala por turnos) habían tenido problemas para hacérselo, a pesar de que todas tenían hijos. Yo era la única joven y sin hijos ese día. Creo que la clave fue ser muy seria con mi decisión y no dudar de lo que estaba diciendo.

El procedimiento que me hicieron se llama Pomeroy. Te ponen anestesia general y todo lo hacen a través de una pequeña incisión en el ombligo —laparoscopía—. Es muy rápido. Creo que para las mujeres que han tenido partos no es tan doloroso como para las que no han parido nunca. En mi caso fue muy doloroso y durante una semana tuve problemas para caminar. Pero realmente no es tan grave, solo es muy incómodo.

Yo nunca he querido tener hijos. Lo tengo claro desde que tenía 15 años. Por un lado, creo que el mundo está superpoblado, y por otro yo no tengo nada de instinto maternal, a veces ni siquiera puedo con mis sobrinos. No creo que pudiera ser una buena madre, entonces no, no me parece correcto. Además, en el caso de que llegue a arrepentirme, que dudo que pase, para mí adoptar es una opción.

Por un lado, creo que el mundo está superpoblado, y por otro yo no tengo nada de instinto maternal, a veces ni siquiera puedo con mis sobrinos. No creo que pudiera ser una buena madre

Mantuve en secreto mi operación para evitar comentarios, pero ahora soy muy abierta con el tema, y me siento orgullosa de haberlo hecho. No lo escondo. Aun así, no faltan los comentarios: me dicen que ahora puedo ir a lo loco, lo cual no tiene nada que ver, pero creo que la gente lo percibe de esa manera.

No me arrepiento, para nada. Es una de las mejores decisiones que he tomado, nunca he pensado que me he equivocado.

Juan Pablo Moreno — 27 años. Ecólogo.

Yo me hice la operación a los 22 años, por medio de Cafesalud. Cuando fui a informarme, me remitieron de una a otra sede. Allí me presenté, me dieron una información y me dijeron que la semana siguiente iban a programar a un grupo. Me dieron cita sin problemas. Ese día llegué y nos llevaron a mí y a otros ocho a una clínica en Facatativá, en una furgoneta. Allí se hizo todo. Yo era el menor, todos los demás tenían hijos. Nunca tuve ningún problema, todo fue muy fácil.

Desde el momento en que pregunté hasta que me hicieron la cirugía pasaron dos semanas. Tuve que pasar por una entrevista con un psicólogo, pero fue algo de tres minutos. “¿Cuáles son sus razones? Ah, vale, listo”.

Desde el momento en que pregunté hasta que me hicieron la cirugía pasaron dos semanas. Tuve que pasar por una entrevista con un psicólogo, pero fue algo de tres minutos

La operación la hacen con anestesia local y todo tarda entre 10 y 15 minutos. Hacen dos cortes en el escroto y ahí sacan los ductos y los cortan. Luego te dan unos puntos, que se disuelven solos. Tres meses después tuve que pedir una cita para hacer un análisis de esperma y ver si, en efecto, era estéril. El resultado salió azooespérmico, o sea que no tenía espermatozoides.

Lo hice principalmente porque, como ecólogo, pienso que uno de los problemas del mundo es la superpoblación. También lo hice por comodidad y porque el Estado lo paga.

En general no he recibido malos comentarios. Si hay gente que pregunta qué pasaría si me enamoro y de verdad quiere tener un hijo, a ellos les respondo que es un procedimiento reversible, aunque tiene un coste. Pero nunca he recibido comentarios machistas, como que he perdido la hombría, o algo así, por haberme operado.

Juan Camilo Restrepo — 23 años. Sociólogo.

Cuando salí del colegio tenía una novia. Ella tomaba pastillas y me decía que las hormonas le afectaban un montón. A mí eso siempre me pareció injusto. Luego ella decidió cambiar de método y optar por un implante [subdérmico] en el brazo. Durante la transición, no tuvimos cuidado y quedó embarazada. Tuvimos que abortar y eso fue todo un problema. Desde ese momento decidí planificar de alguna forma. Fui a mi servicio médico para informarme. Tenía 17 años y, por eso, me dijeron que no era posible, porque era menor de edad.

Cuando cumplí 18 volví a preguntar, me dijeron que antes tenía que ir a una cita de planificación y a otra de psicología. En la de planificación me dijeron los métodos disponibles para planificar que, para los hombres, se reducen al condón y ya. En la primera cita psicológica me fue muy bien, la psicóloga solo se limitó a aconsejarme, a decirme cuáles eran los requisitos y las implicaciones de hacerme la vasectomía. Pero tuve otra cita con una doctora que me dijo que yo era un joven inmaduro, que no tenía ni idea de la vida, que simplemente quería vivir una vida libidinosa y que solo buscaba poder dejar de usar condón. En el camino me dijeron algunas veces que si no tenía hijos no me la podía hacer, pero yo me había informado y sabía que, legalmente, no era una obligación tener hijos para hacerse la operación.

Terminé haciéndome la operación a los 21 años. El procedimiento fue incómodo. Todo es muy rápido y en un mismo día intervienen a mucha gente

Terminé haciéndome la operación a los 21 años. El procedimiento fue incómodo. Todo es muy rápido y en un mismo día intervienen a mucha gente. Estás enfrente de cinco médicos, cubierto solo con un batín y abierto de piernas. Al comienzo te ponen una inyección, que creo que es lo más doloroso, y después ya no sientes nada. La cirugía es muy rápida y estás consciente todo el tiempo. La recuperación también es rápida, a los dos días ya puedes caminar normalmente.

Seis meses después tuve que hacerme un espermograma para saber si era estéril, pero en los resultados salía que todavía tenía una cantidad muy baja de espermatozoides. La suposición era que mis conductos se habían abierto. Cuando eso pasó decidí volvérmela a hacer, pero tenía que volver a pasar por psicología. En la cita me dijeron que era muy raro lo que me había pasado y que lo pensara muy bien. Luego me fui de intercambio por un tiempo y volví hace poco. En este momento estoy haciéndome pruebas otra vez.

Estoy completamente decidido a volverlo a hacer porque siempre me ha parecido injusto que sean las chicas las que tienen que lidiar con la planificación. También creo que tener un hijo es una decisión superegoísta donde tú obligas a un ser a vivir en este mundo, porque tú quieres tener un hijo. Y por último, creo que tener un hijo no se ajusta a las cosas que quiero hacer en mi vida.

A la gente que me dice que no puedo estar seguro de que nunca voy a querer un hijo les digo que esto es reversible. Sí hay menos probabilidades de tener hijos, pero se puede revertir. Además, yo creo que un hijo no es tuyo porque sea su sangre y sea igualito a ti. Para mí es la crianza lo que hace al hijo, por lo que si decido tener hijos no descarto la posibilidad de adoptar. Si adopto a un niño y yo lo crío, ese sería mi hijo.

Del tema hablo muy abiertamente. Es algo que siempre comparto con mis parejas y que siento que, de hecho, fortalece el vínculo. Muchos de mis amigos me dicen que he tenido el valor de hacer lo que no todo el mundo tiene el valor de hacer pero le gustaría.

Yo estoy muy seguro de la decisión. Es algo que hice a conciencia y que creo que ha cambiado mucho en mí. Creo que es la mejor decisión que he tomado.

Laura Romero — 28 años. Psicóloga.

Decidí operarme hace cinco años, pero por varias razones no pude hacerlo en ese momento. Inicialmente fui a informarme a mi centro de salud pero ponían muchas barreras y yo quería hacérmela ya. El primer paso era pasar por medicina general, como todo, pero la verdad yo no quise ahondar más, quería algo fijo y sin mucho problema, así que fui directamente a Profamilia.

Allíme dijeron que primero tenía que ir a una cita con el psicólogo. La persona con la que tuve la cita cuestionó mi decisión. Siempre dan por sentado que tienes hijos y cuando se dan cuenta de que no los tienes la pregunta que siempre te hacen es: ¿y si tu pareja quiere tener hijos? O te dicen que te vas a arrepentir o que vas a cambiar de opinión. Una semana después tuve que ir a un segundo psicólogo, pero en esa época no me hice la operación. Un año después, cuando tenía 24 años, regresé nuevamente a Profamilia, les dije que ya había iniciado el proceso y que quería continuarlo. Ahí continué con el trámite y me operaron.

Cuando lo hice no había gente de mi edad, solo mujeres de 35 para arriba con varios hijos. La recuperación duró aproximadamente una semana. Fue un poco dolorosa, sobre todo porque en la cirugía te ponen un gas para que se expanda el abdomen y puedan realizarla. Ese gas tarda en eliminarse, y mientras pasa es incómodo. Al final la cirugía me terminó saliendo en 300.000 o 350.000 pesos (entre 90 y 100 euros), no recuerdo bien.

Mis razones para hacerlo son muchas, varían y se han ido alimentando con el tiempo. Inicialmente fue con el propósito de no contribuir a la sobrepoblación. Pero también lo hice porque cuestiono mucho el rol de la mujer en cuanto a la maternidad, nunca me he visto de esa manera y no comparto los discursos hegemónicos del deber ser mujer, de ser madre, tener hijos, tener determinada relación de pareja etc.

Inicialmente fue con el propósito de no contribuir a la sobrepoblación. Pero también lo hice porque cuestiono mucho el rol de la mujer en cuanto a la maternidad, nunca me he visto de esa manera y no comparto los discursos hegemónicos del deber ser mujer, de ser madre, tener hijos, tener determinada relación de pareja etc.

Además, considero que para ser madre no necesariamente tienes que serlo biológicamente. Yo también puedo ser madre adoptando, y pienso que es mejor darle calidad de vida a un niño que ya está en el mundo a traer uno nuevo. En aspecto, no me cierro a la posibilidad de ser madre, pero tampoco lo estoy buscando.

En este momento me siento muy satisfecha y contenta con la decisión, sobre todo satisfecha. Hasta el momento, lo que pienso al respecto no ha cambiado, ni he dudado de la decisión que tomé.

Ana Lizcano — 24 años. Asesora de un concejal.

Yo siempre he tenido problemas hormonales, y desde hace un tiempo he pensado que someterme a esta operación podría ser una forma de evitar esa situación. Cuando quise hacerlo me acerqué a mi centro de salud para informarme. En la cita, que fue con ginecología, pregunté si el procedimiento era posible y me dijeron que no, básicamente porque nunca he tenido hijos. Eso lo hice en un hospital de la Red Méderi, que como son católicos, no tienen permitido hacer ligadura de trompas, ni siquiera si uno ya ha tenido hijos.

Hasta hoy no he podido hacerlo y por ahora he dejado de preguntar. Pero para mí esto es una cosa inconstitucional, porque la Constitución dice que todas las personas pueden decidir cómo hacer familia y cómo tener hijos. Eso, para mí, significa que hacerse un tratamiento de fertilidad o infertilidad es un derecho. Pero los centros en muchos casos no hacen el procedimiento. Y la cosa es que uno no puede poner una denuncia porque en varias sentencias de la corte sobre el tema se especifica que el Estado no puede interceder en esos temas, porque no es un derecho fundamental como tal.

Para un hombre es mucho más fácil hacerse la cirugía, los centros de salud lo permiten sin tantos problemas. Pero a nosotras no nos dejan tomar la decisión definitiva, tenemos que quedarnos con los anticonceptivos o con el condón

Para un hombre es mucho más fácil hacerse la cirugía, los centros de salud lo permiten sin tantos problemas. Pero a nosotras no nos dejan tomar la decisión definitiva, tenemos que quedarnos con los anticonceptivos o con el condón. Otras formas de tomar la misma decisión: la de no ser madre.

La mayoría de la gente piensa que uno a esta edad no sabe lo que va a hacer con su vida, entonces te dicen que lo consideres, porque qué va a pasar cuando tengas 30 y quieras tener hijos. O qué va a pasar si te casas con un tipo que quiera ser padre y que lo más probable es que te deje. Como si uno no cumpliera su objetivo en la vida a menos de que sea madre, o como si no hubiera hombres que no quieren ser padres. Además, la probabilidad de que yo sea infértil es alta; en ese caso, ¿sería una mujer incompleta? ¿Entonces un hombre nunca me va a querer porque no puedo darle un hijo?