Testimonios de las jornaleras de Huelva que denuncian acoso sexual
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Testimonios de las jornaleras de Huelva que denuncian acoso sexual

'Mientras trabajamos, él viene y nos manosea'.

Huelva se conoce como la huerta de frutos rojos de Europa. Su fresa se exporta a países como Francia, Alemania y Holanda durante los meses de campaña, que duran desde febrero hasta julio. Es la mano de obra migrante la que hace posible la recogida de toneladas y toneladas de fruta, a un precio muy competitivo. Más de 25.000 migrantes se trasladaron a la provincia para buscar trabajo y unas 17.000 mujeres marroquíes fueron contratadas en origen este año. Un grupo de estas jornaleras ha decidido plantar cara y denunciar los abusos laborales e incluso sexuales que sufren durante la campaña.

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Antonio Abaz, activista de la zona, explica que "los agricultores se aseguran en origen de que estas mujeres no puedan quejarse ante los abusos laborales a los que son sometidas". Contratan a mujeres con menores a su cargo, rurales, con pocos estudios, sin conocimiento del castellano y con una deuda obtenida en Marruecos, ya que muchas pagan a las personas que se encargan de buscar a las trabajadoras, para asegurarse un trabajo en España.

"No existen más denuncias por dos motivos: Miedo a las represalias en el país de origen y el miedo a perder el trabajo que, pese a tener unas condiciones laborales lamentables, es su única fuente de ingresos durante el año", cuenta Abaz.

Fátima* es un ejemplo de este grupo de mujeres que tiene miedo a denunciar porque tiene tres hijos menores a su cargo, y sin este trabajo no podrá costearles los estudios el año que viene. Durante la entrevista me cuenta que pese a consciente de que la están explotando, "no puedo levantar la cabeza por miedo a ser despedida y enviada de vuelta a Marruecos", que vive hacinada junto a otras 7 mujeres en un contenedor de obra habilitado como vivienda, y que no hay cerradura en la puerta. "Los manijeros [capataz de una cuadrilla de trabajadores del campo] entran y salen cuando quieren, incluso mientras nos cambiamos de ropa. No podemos negarnos o nos despiden", sentencia.

También cuenta que la obligan a trabajar más rápido de lo exigido en contrato o será despedida, que no puede preguntar por sus horas extras o pedir explicaciones en los pagos o será despedida. Si enferma también pierde el trabajo.

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"Dentro de cada casa siempre hay una mujer que ya lleva trabajando años en la misma finca y que hace las veces de informadora cuando hablamos de si deberíamos denunciar o no, si salimos de la finca, si hablamos con asistentes sociales, si nos quejamos del duro trabajo o si enfermamos. También no hacen falsas traducciones de nuestras nóminas o contratos. Estas mismas mujeres son las que salen en los medios negando que existan tales abusos laborales o sexuales, pues conocen el idioma y nosotras no".

Fátima afirma que aunque la golpeasen o fuese testigo de una agresión tanto física como sexual, no levantaría la cabeza. No puede, no tiene esa opción. Pero cuando le pregunto si ella ha sufrido algún abuso sexual, rompe a llorar y repite que "no puedo decir nada, tengo miedo, no puedo perder mi trabajo y necesito volver el año que viene". A día de hoy Fátima ha vuelto a Marruecos tras finalizar la temporada.

"Su situación familiar en origen las deja en una posición extremadamente vulnerable y como consecuencia de esta explotación laboral, llega el abuso sexual. Conocemos muchos casos pero no podemos actuar sin una denuncia que de paso a una investigación", me explica un guardia civil en la puerta de los juzgados de Almonte (Huelva).

En el interior, se recogen 4 testimonios en vídeo de 4 jornaleras que sí decidieron denunciar los abusos sexuales a los que estaban siendo sometidas. Hay un imputado, que es el encargado de los campos y a su vez el hermano del dueño de la finca. Ahora están a la espera de juicio.

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De vuelta a los campos, hablamos con estas 4 mujeres, que ahora han sido trasladadas a otra finca lejos de la persona que supuestamente abusó de ellas, me explican que había una quinta compañera que huyó a Marruecos cuando uno de los manijeros le robó el pasaporte y se negó a devolvérselo si no mantenía relaciones con él.

"Hemos sufrido todo tipo de abusos. Mientras trabajamos, él viene y nos manosea. Cuando intentamos negarnos, nos amenaza con quitarnos días de trabajo. Luego viene a nuestras casas - cortijos dentro de los campos proporcionados por los agricultores contratantes- y entra sin avisar, en medio de la noche y comienza a pedirnos tener relaciones con él, si somos varias en la habitación podemos defendernos, pero en una ocasión, yo estaba sola, y comenzó a tocarme el pecho, me exigía sexo anal, me zarandeaba, me amenazaba con llamar a mi familia y mentirles diciendo que en realidad venia a España a realizar trabajos sexuales. Entonces una compañera apareció y conseguimos echarlo entre las dos. Cuando vamos a ducharnos entra en los baños a mirar. Nos ofrece más días de trabajo o mejora de nuestras condiciones laborales si mantenemos relaciones con él e igualmente nos castiga quitándonos días de peonada si nos negamos. Nos hace comentarios de todo tipo, algunos muy obscenos. Toca nuestra ropa interior tendida en las alambradas de la finca. Nos da miedo salir solas de la casa, sobre todo por la noche, porque hemos visto lo que ha pasado con otras compañeras que han sido forzadas a tener relaciones. Nosotras hemos denunciado porque nunca queremos volver a trabajar en el campo, preferimos limpiar casas".

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Días antes de esta entrevista, consigo hablar con ellas a través de las puertas de la finca, pero apareció un vigilante de la misma para interesarse sobre nuestra presencia. Le incomoda que hablemos con ellas y nos invita a irnos. Para no causar problemas a las 4 jornaleras nos alejamos hacia el coche pero somos testigos de una amenaza. El vigilante les dice en árabe: "¿No habéis hecho ya suficiente? Mañana mismo voy a informar al dueño de lo que estáis haciendo y espero que os manden de vuelta a casa, estáis llamando mucho la atención".

Cuando cae la noche, nos llaman y nos citan en otro lado de la finca ya que saldrán a hurtadillas del campo lejos de las miradas del vigilante. Nos cuentan que esa misma tarde dos supuestos abogados enviados por Marruecos han ido a hablar con ellas para representarlas en el juicio, que no deben confiar en los abogados españoles, que no declararan nada en los días posteriores y que no informaran a nadie de su presencia. Esto nos da una idea de lo poco que interesa que estos abusos salgan a la luz y de que hay mucha gente implicada para silenciarlas.

Los esfuerzos de los activistas no son suficientes porque un mes después de la toma de declaraciones, estas 4 mujeres ya han sido devueltas a Marruecos pese a estar a la espera de juicio.

Puedes ver más fotos a continuación.

*Fátima no es su nombre real, hemos usado un nombre ficticio para garantizar su seguridad.

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