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Hablamos con los primeros 'millennials' sobre la vida antes de internet

Haber crecido con un Nokia 3310 no te salvará del aislamiento que provoca internet en tus relaciones personales.
teléfono móvil viejo
Imagen vía Pexels/Free to use
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Mis fotos de la infancia han sido hechas con cámaras analógicas, esas con negativos que llevabas a revelar. Todas esas fotografías impresas están ahora pegadas en álbumes de gran grosor que mi madre guarda, por orden cronológico, en su desván.

Tenía 13 años cuando tuve mi primer móvil. La pantalla solo tenía dos colores: blanco y negro, y era uno de esos modelos con tapa. Los smartphones eran aún un concepto desconocido para los consumidores y, en cuanto a los ordenadores, lo normal era tener uno por casa, siendo necesario hacer turnos con el resto de tu familia para googlear mierdas, jugar a juegos en línea o mirar porno.

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Luego llegaron los torrents, esa plataforma donde descargabas pelis con LimeWire. Y el MySpace, los blogs y, después, el Hi5; todo esto ocurría mientras en Blogger seguíamos escribiendo algo parecido a un diario online. De esta forma, fue empezando esta obsesión que define el siglo XXI, en la que todos creemos que nuestra opinión importa y, por eso, debemos colgarla en todas las plataformas online que tenemos, para compartir nuestras vidas como si a alguien le importasen una mierda.

Es así como se refleja la transición tan bestia del antes y el ahora que nosotros, los millennials, hemos sufrido. Vimos cómo los teléfonos fijos perdieron su utilidad y sus cables —hasta su inevitable extinción— y cómo los móviles han ganado color, bluetooth, cámara, internet y aplicaciones. Olvidamos los números de teléfono que hace años habíamos memorizado y tiramos a la basura nuestras agendas telefónicas. Pasamos de las cintas de casete a los CD y del Discman al MP3, antes de que Apple dominase nuestros bolsillos, así como nuestros sueldos y ahorros.


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Estrenamos las redes sociales, nuestros dedos se adaptaron a la velocidad del teclado y el mundo online, olvidamos el sentimiento de esperar el estreno de una peli o de tener que saber las respuestas para todo, porque Wikipedia las sabe por nosotros. Hemos visto cómo nuestros caprichos se han vuelto cada vez más inmediatos y mutables y nuestro narcisismo alcanza niveles sin precedentes. Hemos sido los pioneros de esta generación tecnológica, los primeros en vivirla en su máximo potencial por primera vez.

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A veces pienso en cómo la gente se comunicaba antes con sus amigos extranjeros —han pasado años desde la última vez que entré en una oficina de Correos— o cómo conseguían encontrarse o cancelar planes sin móviles. No sé cómo caminaban por la calle sin escuchar Spotify y mucho menos cómo llegaban a cualquier sitio antes de Google Maps (¡¿quién entiende un mapa en papel?!). Pero así han vivido nuestros padres, y todas las generaciones anteriores, incluso un poco la primera hornada de millennials. Así que decidí preguntarles cómo era vivir en esa época remota en la que cuando te gustaba un chico le tenías que llamar al teléfono fijo… Y quien lo cogía era su madre.

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Deborah, 47

VICE: ¿Cómo de importantes eran los papelitos que se pasaban en clase de mesa en mesa con cotilleos y declaraciones de amor?
Pues muy similar al WhatsApp actual; o sea, MUY importante. Un chico se te declaraba con un mensaje en papel escrito, pero quizás acababa en manos del resto de la clase.

¿Cómo era ligar antes de los móviles e internet?
Todo era mucho menos directo y más complicado, pero también mas imprevisible y cautivador. Todo empezaba a raíz de una primera conversación, baile, mirada… De ahí el chico te pedía o no el teléfono de tu casa. En el hipotético caso de que el chico llamara, entonces tenía que coincidir que tú estuvieses en casa. Si no, alguien de tu familia te cogía el recado, y quizás te lo daba o no. Era muy normal que los hermanos no dieran los recados. En el caso de que no llamara o no hubiera intercambio de teléfono, si querías volver a verlo repetías hasta la saciedad el lugar y hora del primer encuentro. A partir de ahí las artes de seducción, creo, tenían que ser mucho más sofisticadas, pues había que rematar la faena in situ, ya que no existía la alternativa de mensajes. Además si el chico era de otro entorno, no había ninguna forma de saber nada de él. Eso puede ser bueno o malo. A mí lo que me gustaba de las relaciones es que eran mucho más íntimas.

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¿Cómo era buscar trabajo antes de LinkedIn?
En mi caso era vía contactos. Yo les llevaba mi CV personalmente. Cuando se trataba de contratar a gente, en mi caso, que trabajaba con una compañía muy grande, con unos 800 empleados, existía un departamento de Recursos Humanos. Este departamento utilizaba, según cada caso, una agencias de selección de personal, o, en ciertos momentos, gente recomendada por otros empleados. También poníamos anuncios en la prensa escrita.

Para estudiar y hacer trabajos para el cole tenías que buscar la info en libros y leerlos. Hoy, tus hijas lo hacen por internet. ¿Notas algún cambio en su forma de pensar por ello?
Pues me parece mucho mejor el sistema actual. Aparte de que es mucho más efectivo, la capacidad de síntesis sigue siendo profunda. Quizás ahora se va más al grano y te pierdes información más genérica.

Cuando eras adolescente, en el momento en el que ponías la pata fuera de casa, tus padres no tenían forma de saber dónde estabas hasta que volvieses. ¿Lo ves mejor hoy en día, con el control, el móvil, los localizadores…?
En cuanto al control de los padres sobre los hijos que llevan móvil, depende mucho en el uso que hace cada padre de ello. Yo, por ejemplo, no utilizo el localizador, ya que eso me parece enfermizo y puede crear actitudes engañosas. Los niños que he conocido que tienen el localizador activado por sus padres, les engañan. Sin embargo, a mí sí me gusta que mis hijas me puedan llamar en cualquier momento si tienen algún problema. Es una herramienta útil.

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Pedro, 37 años

VICE: Kim Kardashian dijo una vez que las compras online han sido la mejor invención hasta ahora. ¿A ti cuánto te ha cambiado la vida este concepto?
Las compras online, aunque no hayan cambiado verdaderamente mi vida, han facilitado el acceso a mucho de lo que antes era complicado o imposible de conseguir. Libros no traducidos o álbumes de música especiales que no se vendían en el país. Además, ahora con las tiendas online, es mucho más fácil comparar precios.

¿Cómo era ligar antes de las aplicaciones de encuentros, los likes y los stories de Instagram? ¿Ha sido internet un cambio importante en este sentido, liberador y sin fronteras, o crees que ha matado el romanticismo?
Antes de las aplicaciones y de Facebook, los blogs eran muy importantes. Ha sido una herramienta gracias a la que hice muchas amistades. Nunca me ha sido muy fácil lo de ligar de forma clásica, en bares o discotecas, la frontalidad de las primeras impresiones en persona nunca ha sido mi mejor talento. Confieso que, para mí, internet me cambio bastante la vida en ese sentido.

¿Cómo seguías a tus grupos de música favoritos antes de Google?
¡Era superdifícil! No podía saber si habían estrenado nuevos álbumes o temas, o cuándo y por dónde irían de gira. Tampoco podía conocer a nuevos artistas. Era complicado. Mi gusto musical siempre ha sido muy poco mainstream, por eso lo único de lo que podía tirar para seguir a las bandas que me gustaban eran CD con temas sueltos de diferentes grupos que venían con las revistas de música o a través de lo que contaban en programas de radio poco conocidos que algunas emisoras pasaban a horas poco respetables de la noche.

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Otra cosa que ha cambiado mucho ha sido el acceso al porno. ¿Qué era mas fácil de esconder, las revistas de antes o el historial del ordenador de ahora?
Nunca he tenido ese problema porque en mi casa yo era el único que utilizaba el ordenador. Pero, sin entrar en detalles, te puedo decir que antes de internet, se estaba en la edad de las tinieblas en este tema.

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Llum, 39 años

VICE: ¿Cómo era ligar antes de las apps de encuentros y de los likes?
Llum: Me parecía mucho más divertida la manera de ligar antes de estas aplicaciones. Había más incertidumbre, no sabías dónde ni cuándo ibas a conseguir encontrarte con esa persona, tenías que encontrarla por la calle o por el bar al que solías ir. Era un trabajo más de acercarte y coquetear. Lo que es obvio y sencillo no me funciona, tiene que haber una previa, un coqueteo, un no saber qué va pasar.

En ese sentido, ¿ha matado internet el romanticismo o lo ha liberado?
Creo que ha desaparecido el coqueteo y que el romanticismo, ahora es más tipo "te doy tres likes y ya sé que si quedamos, follamos". También me parece un poco impersonal lo de que haya gente que, después de haber pasado lo que se supone que tenía que pasar (es decir, el polvo), bloquea a la otra persona en Tinder. Me parece todo más distante y frío. Pero claro, internet también tiene una parte muy buena, de liberar a la juventud, hay menos tabúes en cuanto al sexo y en cuanto a la liberación, sobre todo de las mujeres, que también tenemos deseo sexual y, hoy más que nunca, lo podemos comentar y vivir.

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¿Cómo seguías a tus grupos de música favorita antes de internet?
Pues en la radio, básicamente. O ibas a las tiendas de discos para mirar lo que había salido de nuevo de la banda que te gustaba. En la época de los vinilos, pues vinilos, después las casetes, que te los hacías grabando de la radio y siempre se quedaba ahí alguna voz o frase del locutor de la radio. Era otra cosa. Realmente, ahora tenemos todo mucho más a mano y es mucho más fácil descubrir grupos nuevos.

¿Crees que internet ha venido a darnos más libertad, o que la libertad que sentimos es una ilusión y que, en realidad, cuando eras joven eras mucho más libre de lo que son los jóvenes de hoy?
Internet ha traído muchas cosas buenas, lo único que yo sí que veo como algo más triste es que nos aislamos, nos escondemos detrás de pantallas. Internet nos hace cobardes, no nos atrevemos a ir a alguien y decirle que nos gusta, o que ya no nos gusta y queremos dejarlo. Creo que la gente se ha vuelto más cobarde.


Hasta con las relaciones de compañeros de piso, que en vez de ir a la habitación a decirte algo te lo escriben por WhatsApp. Es el mismo caso que cuando estás con tus amigos en un bar y estás mandándole mensajes a otra persona que no está ahí. Habla con tus amigos en el bar y ya hablarás mañana con la otra persona, ¿no?

O el problema de quedar. Antes quedabas a una hora y no te quedaba otra que estar ahí a la hora marcada. Igual te esperabas una hora, porque a la otra persona le había pasado algo y no te podía avisar. Era otra movida, otro mundo, pero bueno, cada cosa tiene su lado bueno y malo. Tenemos que intentar que esto no nos aísle y no nos separe de nuestras emociones, que podamos seguir hablando con nuestros amigos, parejas y rollitos sobre lo que sentimos. Por nosotros mismos y por los demás.