Sam Knee tiene unas fotos estupendas de grupos ingleses de los 80

No hace mucho me topé con “A Scene In Between”, un libro de Sam Knee que es la culminación de absolutamente todo aquello que me ha estado interesando últimamente. Con “aquello” me estoy refiriendo a la escena independiente inglesa de los años 80, henchida de fuzz y feedback tal como la definieron grupos post-punk como My Bloody Valentine, The Jesus and Mary Chain, The Pastels y muchos otros artistas que siguen siendo favoritos de culto. Cada página está llena de fotos de muchas de las imágenes que me han atraído en años recientes –jeans ceñidos, gruesos zapatos de cuero, cinchas–, incluyendo muchas de Morrissey, cuyas camisas sueltas de rayón y tela tejana desvaída son para mí una fuente diaria de inspiración en el vestir.

La antología de Knee destaca lo que ya sabíamos: que la moda y la música se alimentan y avanzan gracias a su interacción. Cuando piensas en tu grupo favorito o te fijas en uno nuevo, es casi inevitable que busques una referencia visual para afianzarlos en el ojo de tu mente. La imagen y la música de un artista están entrelazadas de forma inextricable, y “A Scene In Between” enhebra esos hilos de un modo primoroso.

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Además de fotografías, el libro incluye contribuciones de los mejores grupos de entonces, entre ellas “una divagación sobre el vestir” de Stephen Pastel (de The Pastels, claro) y David Conway, de MBV. Como el mismo Sam señala, “A Scene In Between” es una crónica de “la nueva generación de chicos empeñados en parecerse a John Cale o Sterling Morrison en 1966”. Está hablando de los chicos de los 80, pero puedes ver la influencia de estos artistas en cómo visten muchos de los grupos y fans de la música de hoy. Basta con echar un vistazo a The Horrors y TOY, que se inspiran en el espectro de la escena más próximo a Velvet Underground, mientras que Palma Violets y Deerhunter siguen con las chaquetas holgadas y las camisetas de franjas a lo BMX Bandits y The Pastels. Aunque estos grupos actuales tienen su propia estética sonora, está claro que esta “escena intermedia” constituyó una etapa tan influyente como a la vez soslayada, como dice Knee.

Hablamos con el autor sobre la génesis del libro, de cómo fue hacerse adulto en Inglaterra en los años 80 y de los grupos que caracterizaron y dieron forma a esta era, y a su vida.

Primal Scream por Dave Driscoll en el Hammersmith, Londres, 1985.

VICE: Hola, Sam. Háblame un poco acerca de dónde creciste, y de cuándo empezó la música a influenciar seriamente en tu vida.

Sam: Crecí en Southend-On-Sea, en Essex, en el estuario del Támesis. [De allí son también The Horrors, por cierto]. Mi hermana mayor estaba chiflada por la música y le había seducido enormemente la explosión new wave de finales de los 70, tanto a un nivel musical como en el relacionado con el vestir. Fui un chaval afortunado, porque ella traía casa ruidos nuevos con bastante regularidad. Me sentaba en el suelo de su habitación y me quedaba embobado mientras ella ponía a buen volumen los últimos discos que había comprado o le habían prestado, entre ellos Ramones, Pistols, Saints, Heartbreakers, Motörhead, Sham 69, X-Ray Spex, todo ese rollo punk bailable basado en los riffs.

Un poco más tarde empezó a dejarme ir con ella a los conciertos. Para entonces ya estábamos a principios de los 80 e íbamos a ver cosas como The Fall, Killing Joke, Sex Gang Children, Ausgang y Birthday Party. También por esos tiempos –a través de mi hermana– descubrí a los Cramps, que me lo volvieron todo del revés y me descubrieron un camino inexplorado al garaje y la psicodelia de los 60, y a otros grupos como Gun Club, Scientists, Milkshakes, Prisoners. Me pillé el primer single de Jesus and Mary Chain cuando salió porque me gustaba la portada y porque el tío de la tienda de discos me dijo que me iba a molar, que era súper distorsionado y ruidoso. ¡Cuando más tarde lo puse en el tocadiscos, me dejaron patas arriba! Las dos caras eran un fabuloso barullo cacofónico. Y una de ellas era Vegetable Man, una versión de los Floyd etapa Syd Barrett que era genuino material para cabrear a los vecinos.

En la introducción del libro mencionas que esta era de la música y la moda ha sido en buena medida soslayada. ¿Por qué lo crees? ¿Fue este un factor importante en que decidieras hacer A Scene In Between?

Supongo que, al ser los años de mi juventud, los 80 son un período del que puede hablar con conocimiento de causa, ya que vi en directo a la mayoría de los grupos que salen en el libro y fui testigo de todos los complejos cambios de modas, tendencias y matices. Nunca pude entender por qué nadie hablaba de esta era maravillosa y rica. ¿Tal vez por ser demasiado difícil de definir? Demasiado real. Además, yo no soy crítico musical, así que hablar de la moda me parecía más adecuado. Ahora ya hay un montón de libros sobre la new wave, demasiados, y sobre lo que fuera que pasase después del 87/88, con el éxtasis y el grunge. Es todo de un aburrimiento terminal. “A Scene In Between” es un documento necesario de una era que rezumaba romanticismo y escapismo, del atroz mainstreamdel régimen de Thatcher a la protesta pacífica, los cortes de pelo a tazón, los anoraks años 60 y las guitarras con fuzz y feedback. ¿Qué más podíamos querer?

Una foto de Stephen Pastel hecha por Mark Flunder.

¿Te resultó difícil localizar a gente como Stephen Pastel y David Conway? Aunque son nombres conocidos, ¿crees que añaden una sensación de proximidad de cara al público? A mí me lo ha parecido. “A Scene In Between” tiene un toque “do it yourself”…

Hubo dos catalizadores para ver si el proyecto salía adelante o se desintegraba de nuevo en mi imaginación, y esos fueron Stephen y David. Respondieron con tanta calidez a mi embrión de libro que tenía que convertirse en realidad. Quise añadir gente relevante a la confección del libro para que le añadieran profundidad y una genuina sensación de aquellos tiempos, más allá de mis propias peroratas. La formación de MBV con Conway era fabulosa, puro arte pop ruidista que concentraba en sí mismo el signo de aquellos tiempos. A mí siempre me ha dejado perplejo que constantemente le dejen de lado en los anales de la historia de MBV, así que para mí era obligatorio incluir a David. Los Pastels fueron un grupo crucial en el devenir de la época, muy influyentes, de modo que hablar de esos tiempos desde la perspectiva de la moda supuso un fascinante trabajo de investigación. Quería que el libro fuera un tomo de gama alta sobre la moda juvenil, pero conservando al mismo tiempo un aire DIY indie.

Este libro es, principalmente, una crónica de estilos. ¿Por qué crees que la moda es tan importante para la música? Parece que siempre van de la mano.

Cuando era joven, la ropa que vestía, cómo la vestía y la música que escuchaba eran las decisiones críticas que hacía cada día, y la mayoría de mis amigos eran del mismo parecer. Para mí, es todo lo mismo: una no puede existir sin la otra.

Morrissey y The Smiths, por Martin Whitehead.

En tu opinión, ¿qué tenía la música de diferente entonces y que la de ahora no tenga?

En realidad todo se debió al momento. La escena independiente inglesa de mediados de los 80 evolucionó a partir de varias ramas de punk y post-punk, como Subway Sect, Swell Maps, Television Personalities; un renovado interés en el lado más ruidoso de la música mod y psych de los 60 gracias a recopilatorios como Chocolate Soup, Demention of Sound, Pebbles, etc, además de un saludable dosis del folk rock de The Byrds, Love… Todo eso se convirtió en moneda común.

Y lo más significativo fue que los Velvet Underground estaban experimentando un renacimiento enorme, en buena medida gracias al libro Up-Tight (publicado en 1983), lleno de fotografías de los dioses de Nueva York en todo su garajero esplendor en el vestir. Up-Tight se convirtió en una biblia de estilo para la nueva generación de chavales indie empeñados en parecerse a John Cale o Sterling Morrison hacia 1966. La colisión natural y al mismo tiempo de todos estos componentes generó el ruido de guitarras, que alcanzó su cima entre 1983 y 1988. La música comercial era tan hortera y sintética que las escenas indies se hicieron de lo más atractivas. Representaban una fabulosa fuga de lo que era la norma. La división no podía ser mayor, y tanto mejor por ello.

Spacemen 3, por Craig Wagstaff.

¿Tuviste durante esa época alguna experiencia en conciertos que te cambiara absolutamente para siempre?

La primera vez que vi a Spacemen 3 en un pub en Camden encontré completamente devastador su drone repetitivo, y además sentados en banquetas sin apenas apercibirse del público. Seriamente psicodélico.

Si pudieras mencionar un solo grupo o persona de los que salen en el libro que creas que sea el epítome de la escena musical inglesa de los 80 en términos de estilo, ¿cuál sería?

Siempre me ha encantado la imagen de entonces de Stephen Pastel. Creo que era un verdadero pionero de la moda underground y necesitaba abordar eso como se merecía. Prácticamente creó la arquetípica imagen de chico indie de los 80, mezclando a Vic Godard, Dan Treacy, con aquellos atuendos de los protagonistas de las películas dramáticas de los primeros 60. Una especie de modernista primerizo combinado con post-punk; una combinación sutil y original.

Jesus and Mary Chain, por James Finch.

¿Hay en el libro fotografías con las que llegases a conectar mientras las estabas compilando, que tengan detrás alguna historia interesante?

Recibí tanto material fantástico que me resultó bastante doloroso excluir algunas fotografías a medida que el espacio fue escaseando. Y he recibido más desde que se imprimió el libro. En cuanto a favoritas, hay una foto genial que James Finch les hizo a los JAMC a principios del 85 que proyecta un poder crudo y primitivo. Creo que estaban tocando tan alto que la cámara de James se derritió segundos después en un mar de distorsiones.

Hablemos ahora de la música de hoy. ¿Has descubierto últimamente algún grupo que te parezca que poseen las mismas cualidades que muchos de los que has cubierto en tu libro?

Si he de ser sincero, rara vez escucho cosas posteriores a 1987. Sé que esto suena miope y estrecho de miras, pero encuentro que me hace la vida más fácil. Dicho esto, he disfrutado mucho con el último LP de Paul Messis. Está en algún sitio entre los primeros TVPs y Rising Storm, las taciturnas leyendas de Nueva Inglaterra en los años 60. Muy bueno.

Philip King, de  Felt. 1986.

Orange Juice en 1981.

BMX Bandits.

A Scene In Between, de Sam Knee, ya está a la venta. Publica Cicada Books.

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