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Durante un partido de la primera división checa entre el FK Pibram y el Slavia de Praga, el cuarto árbitro empezó a comportarse de una forma… extraña. Al parecer, el trencilla auxiliar no confiaba demasiado en la labor de uno de los jueces de línea y se dedicó a ser su sombra.
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Čtvrtý sudí. Co to je? #PRISLA pic.twitter.com/fuq0u9U1C2
— Zdeněk Brož (@ydenbroy) 11 de maig de 2016
¿Pero qué haces, hombre de dios?
Cuando todo el estadio estaba más pendiente del árbitro que del partido, y tras verlo corriendo arriba y abajo durante 10 minutos, los responsables de seguridad le obligaron a sentarse en el banquillo. Según el medio checo CT Sport, el colegiado se pasó toda la segunda parte calmadito y en silencio en su banquillo.
No querríamos extraer conclusiones precipitadas, pero inferimos que debía estar pasando un resacote cojonudo.
La primera deducción es simple: estaba borracho porque sus amigos no le dejaron irse temprano a casa y llegó al partido aun con el puntillo ese en el que uno se cree capaz de todo y no se da cuenta que está haciendo el ridículo. Después de verlo unos minutos, uno se llega a preguntar si sus amigos no le pusieron algo más en el cubata además del alcohol.
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