Canas falsas y política: hablamos con el peluquero de Iván Duque y Álvaro Uribe

“Uribe tiene el vicio de que ahora le pone la cabeza a cualquiera”, recuerda, con picardía, el esteticista tulueño José Luis Botero. “Pero durante sus ocho años de gobierno solo me la ponía a mí”. Con la mirada fija sobre el suntuoso jardín interior de su centro de estética en la carrera 16 con calle 85, por donde se pasea su gata Naomi, los recuerdos de Botero se van desenrollando con el brillo aterciopelado de una alfombra roja. “Yo iba cada mes a Palacio: me recogían aquí al frente de mi peluquería y me llevaban allá. Le hacía a Álvaro su corte, le manejaba su remolino, él me contaba sus cosas. En poco tiempo me volví un servidor público de los servidores públicos”.

Lo dice con una serenidad presuntuosa. Y tiene con qué: en sus treinta y cinco años de carrera como peluquero, por sus manos han desfilado las cabezas de, por lo menos, tres expresidentes, dos primeras damas, más de una decena de ministros, embajadores, fiscales y contralores, un incontable número de actrices del jet set e, incluso, la de la mano de Dios. “Yo hice escuela con mi maestro Humberto Quevedo, que era el peluquero de César Gaviria y de los Turbay. Lo acompañé en ese recorrido, aprendí cómo era eso de peluquear políticos y celebridades y, al independizarme quince años después, me tocó el turno a mí”. El primero en ponerle la cabeza fue Álvaro Uribe Vélez. Y no en cualquier momento: acababa de ganar en primera vuelta y se preparaba para su posesión como Presidente de la República.

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“Después de Álvaro llegaron todos corriendo”, afirma, con la sutil altivez de quien sabe que es el mejor en lo que hace. Llegó corriendo, entre otras, Carolina Barco, hija del expresidente Virgilio Barco, que durante el gobierno de Uribe fue embajadora de Colombia en Estados Unidos y ministra de Relaciones Exteriores. Llegó la polémica excontralora Sandra Morelli. Llegó Juan Manuel Santos, para hacerse el look con el que daría su discurso de posesión en su primer mandato. Llegaron Poncho Rentería, Margarita Rosa de Francisco, Carolina Sabino, Zharick León. Llegó, también, Diego Armando Maradona, a quien atendió una tarde de 2005 en Cartagena, justo para su primera aparición en el país en pleno proceso de rehabilitación y después de haberse implantado el bypass gástrico. Y este año tenía que llegar, por supuesto, el senador y candidato Iván Duque.

José Luis Botero en el jardín de su peluquería | Foto: Sebastián Comba

En su santuario de tijeras, champús, tinturas y secadores, Botero se ha vuelto el guardián de los secretos más íntimos de la derecha colombiana. No se los cuenta a nadie, ni aunque le piquen la lengua, ni aunque para muchos sean solo “chismes de peluquería”. Hablamos con él sobre cómo es manejar el copete de Uribe, sobre el papel del cuidado estético en la carrera por la Presidencia —ahora que la imagen personal de los candidatos está en el centro de la discusión pública por los debates y su exposición televisiva— y, claro, sobre si es verdad la popular teoría de que, para hacerlo ver más viejo, a Duque le están pintando canas.

VICE: Como me has contado, en tu trayectoria te has vuelto el peluquero preferido de los políticos, sobre todo de Uribe, su bancada y su viejo gabinete. ¿Qué es lo que tú les haces para que prefieran venir a ti y no a donde cualquier otro peluquero?
José Luis Botero: Porque lo hago muy bien, pongo mi trabajo en práctica y les da resultados a todos. Ellos se sienten y se ven bien. La gente empieza a decirles que cómo están de bien, se dan cuenta de que su aspecto físico, su look es sobresaliente. Uno lo que está haciendo, básicamente, es ayudarlos a ellos a manejar una imagen. Cada uno tiene un estilo particular, distinto, que cierta gente sabe cómo manejar. Ellos eligen con quién quieren estar dependiendo de cómo se quieran ver.

Por mi trayectoria y mi escuela con Humberto Quevedo, gente como Álvaro ya sabe que yo voy a hacerlos ver lo mejor posible. Los artistas de Hollywood en lo que más invierten plata es en su imagen personal, porque eso es lo que ellos venden: su imagen. Se gastan fortunas, porque saben que eso es clave cuando se vuelven personas públicas. El político es igual, debe vender su imagen porque es una persona pública: tiene que estar muy bien presentado y muy bien vestido para tener credibilidad. Eso es lo que yo he sabido darles.

¿Y cuál fue la primera gran cabeza política que pasó por tus manos?
La de Álvaro Uribe. Después de Álvaro llegaron todos corriendo: llegó Carolina Barco, los ministros de su Gobierno. Ahora estoy con Iván Duque, estamos esperando qué va a pasar. Lo que pinta es que va salir triunfador, que me parece maravilloso.

Con su imagen, los políticos tratan de proyectar ciertos atributos: experiencia, juventud, rebeldía, elegancia… ¿Tú tienes eso en cuenta a la hora de hacerle un diseño de imagen a un político? ¿Ellos lo piden?
No, yo solo pienso en una cosa: que ellos estén bien presentados. En el caso de Álvaro, lo que siempre tuvimos en mente fue hacerle un buen corte y que estuviera bien presentado. Lo mismo en las mujeres: resaltar sus colores, que sean discretas y presentables en público. También ahora con Iván. Anda rondando el cuento de que se pinta las canas…

“Hay otros problemas mucho más importantes en un país como Colombia que está tan caótico ahora. ¿Qué les puede importar a ellos que los gays adoptemos hijos o nos casemos?”: José Luis Botero

¿Y es cierto? ¿Tú le estás pintando las canas a Duque para que se parezca a Uribe?
¡Mentira! Los críticos están cansados y se van a cansar de inventarle cosas. ¡Ya no saben qué más inventarle! Como saben que va punteando en las encuestas y que va a quedar de triunfador, salieron con el cuento de las canas falsas, cogieron a Iván de payaso. Que se pinta las canas es completamente falso. Ninguno de los políticos a los que he manejado se tintura el pelo. Todas las canas son naturales, ellos son hombres serios a quienes no les queda tiempo ni se les pasa por la cabeza tinturarse sus canas: ni para ponérselas ni para quitárselas.

¿Por qué en esas fotos parece entonces que se hubiera envejecido en dos meses?
Eso sí ni idea, eso es del crecimiento y la caída de cada quien, del cuerpo de cada quien.

¿Y cómo es el paso a paso para hacerle el estilo a alguien como Uribe?
Es lo mismo que con cualquier otro, es una persona demasiadamente sencilla. Yo lo que hago es revisar cuál es el mejor corte para él y, de ahí en adelante, mantenerlo. Como profesional uno sabe cómo son las peculiaridades de cada pelo: uno sabe sus remolinos, sus quiebres. Lo que hago es llevar bien la imagen y saberlo cortar para resaltarlo lo mejor posible.

¿Nunca te ha contrariado ser homosexual y uribista entre políticos que, como la bancada del Centro Democrático, se oponen al matrimonio y la adopción gay?
No, la verdad yo creo que estamos viviendo otros problemas distintos. No tanto de la orientación sexual. A mí me da risa muchas veces, por ejemplo en el debate de jóvenes, que alguien preguntaba sobre la adopción. ¿Qué les puede importar a los políticos la adopción de parejas gays? Eso para ellos está allá atrás: hay otros problemas mucho más importantes en un país como Colombia que está tan caótico ahora. ¿Qué les puede importar a ellos que los gays adoptemos hijos o nos casemos?

Por las manos de Botero pasó casi todo el gabinete de Uribe cuando era presidente | Foto: Sebastián Comba

Pero al final sus decisiones sí tienen consecuencias, muchas veces terribles, sobre la vida de los homosexuales…
No necesitamos que la ley nos apoye para poder criar un muchacho. Perfectamente lo podemos criar sin ni siquiera tener papeles firmados. Humberto Quevedo, mi maestro, tiene tres hijos y nunca ha firmado un papel. ¿De qué le sirve la ley? De nada. Mientras los educa como los está educando, los saca como profesionales, no hay problema. No tenemos que preocuparnos a estas alturas del partido por temas como esos. ¿Eso pa’ qué? Cada uno que haga su vida como quiera. Como dicen vulgarmente: ¡que se arrejunten! Y ya, suficiente.

¿Estás aplicando eso que funcionó en la cabeza a Uribe a la cabeza de Duque?
Cada personaje es distinto. El pelo de Álvaro es muy distinto al pelo de Iván. Como te digo, uno tiene que escarbar para encontrar un buen look dependiendo de la persona. Si tienen un remolino, uno debe saber manejar el remolino; si tienen el pelo crespo, toca saber manejar el crespo; si lo tienen liso, uno debe manejarlo liso.

¿Y cuál es el más difícil de manejar? El copete de Uribe se ve complicado…
(Risas). Pues sí ha habido varios. El de Álvaro no fue fácil, pues tiene ondulaciones y ese famoso copete que luego le sacaron a relucir. Eso fue historia: a mí me tocó empezar a manejarle ese remolino que tenía allí para que no se descontrolara. Yo puedo durar una hora, hora y media en una sesión, porque también echamos charla, le escucha uno los cuentos y se le pueden ir uno hasta dos horas. Carolina Barco también era difícil, porque su tipo de pelo era muy liso, había que tratarlo con mucho cuidado.

José Luis Botero peluqueando a Álvaro Uribe | Foto: Cortesía José Luis Botero

¿Y cómo te va con los crespos de Duque?
Muy bien, aunque por estos días vi que se metió no sé por dónde y eso se le volvió nada. Ahora tocará que cuando vuelva se le haga otro corte que le funcione mejor para ese trajín de la campaña.

¿Consideras que el trabajo de imagen y lo que tú haces con su pelo puede determinar que la gente vote por ellos o no?
Yo aprendí algo en la vida: todo entra por los ojos. Si la gente los ve bien presentados, claro que van a enganchar más. Un look puede resaltar la idea de que el candidato está más preparado, que es serio. Aunque eso no es igual para todos: cada candidato decide cómo presentarse y qué quiere proyectar. Pero lógicamente que la imagen y la apariencia física influyen, mucho más en política.

Hablando de eso, ¿a cuál de los candidatos le harías un cambio extremo?
¡Uy, a muchos! ¡A Petro le faltan años luz!

¿Y sí atenderías a Petro? ¿Qué le harías para “mejorarle” la imagen?
Todo… ¡Mejor dicho! Refacción, latonería y pintura. Tocaría primero sentarse con él a ver cómo se quiere sentir, cómo se quiere ver, si le interesa un cambio de look para lo que él necesita. No que sea una cosa estrambótica, porque ellos no reflejan eso, pero sí llevarle una buena imagen, que ahora no tiene.

¿Y a Fajardo?
Uy, claro, es que lo de ese hombre es… Fatal. ¡Qué falta de presentación, qué falta de todo! Si viniera a mí, lo dejo bien puesto con un buen corte, arreglando ese corte desordenado, y te juro que se dispara en las encuestas. (Risas).

¿Entonces para ti un mechudo no podría llegar a ser Presidente?
No creo, hasta ahora no he visto a ningún desbaratado en el mundo que sea presidente. Ningún mal vestido, ningún pelilargo, nada. Siempre los ves con estilos clásicos, impecables. Sus vestidos están impecables, sus corbatas, sus camisas. No verás nunca a ningún presidente rocanrrolero, con chaquetas de taches ni botas de colores.

“Yo aprendí algo en la vida: todo entra por los ojos. Si la gente ve a un candidato bien presentado, claro que van a enganchar más”: José Luis Botero

Uno tiene la idea de que los políticos les cuentan sus chismes a sus peluqueros. ¿Los expresidentes y ministros que tú atiendes te charlan de sus cosas íntimas? ¿Te ha tocado guardar muchos secretos?
¡Uf, mejor dicho! Yo podría escribir un libro que se llamara Hazañas y patrañas de los políticos. Me los conozco todos. Pero esas son cosas tan privadas que no se pueden contar. Ellos lo saben y por eso confían en mí: me pueden estar ahorcando y no cuento nada. Son cosas demasiadamente privadas, uno aplica la reserva del sumario.

¿Alguna vez ha venido un político que detestes al que le hayas negado un corte?
Jamás, jamás. Antes de que fuera presidente, yo atendía a Juan Manuel Santos. Lo atendí dos veces, pero nunca más me volvió a buscar después de que se peleó con Álvaro. Yo dije que bueno, que eran ellos los que se lo perdían. Pero uno como peluquero también es un servidor público, uno está para atender al público y que la gente se sienta bien.

¿Cómo es la preparación de la cara de un político para salir a un debate televisivo?
A todos obviamente los maquillan para quitarles los brillos de la piel, porque en esos estudios hace mucho calor. Yo no he hecho eso específicamente, pero sí preparé a Iván para sus videos de campaña. Lo peiné y le arreglé la piel para los videos.

Si queda Duque, entonces, volverías a Palacio…
Esperemos que así sea, como cuando lo hice con Álvaro Uribe.