Abres una bolsa de patatas fritas y no eres capaz de parar de comer. ¡Ya lo decía aquel anuncio! Cuando haces “pop” ya no hay stop. ¿Qué tienen las jodidas para que sean tan adictivas? Aún sin hambre te las comerías.
Lo mismo me pasa con la Nutella, la pizza y los cacahuetes. Me pregunto por qué ese extraño fenómeno no se repite con las acelgas, las zanahorias o la coliflor. Me imagino poniéndome fina a base de rábanos y se me encoge el estómago solo de pensarlo.
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La doctora Reina García Closas es investigadora y coautora del libro Emodieta. Según explica hay alimentos muy sabrosos, denominados “confort” que podrían inducir procesos adictivos.
Los hidratos de carbono refinados producen en nuestro cerebro un aumento de la serotonina, endorfinas, dopamina y opioides y por eso cuando tomamos estos alimentos sentimos efectos sedantes y placenteros a la vez. “La adicción a cualquier droga podría compararse con la adicción a los alimentos”, asegura Reina, “pues todas actúan igual a nivel cerebral”. Reina García Closas asegura que el 40% de los obesos y el 10% de las personas delgadas son adictos a los alimentos mientras que el 8-12% del total de la población somos proclives genéticamente a la adicción.
Estudios como el publicado por la U.S. National Library of Medicine determinan que los efectos producidos por una proteïna liberada en la digestión de determinados alimentos como el queso, pueden compararse perfectamente a los de las drogas e incluso enganchar más que algunas.
VICE: ¿Cuáles serían estos alimentos que tanto nos enganchan?
Reina García: Son los alimentos procesados con alto contenido en grasas y/o hidratos de carbono refinados, aditivos y aromas, que los hacen muy apetitosos, sabrosos y atractivos a los sentidos. Suelen ser alimentos muy calóricos y de baja densidad nutricional (bajos en nutrientes).
¿Por qué pueden resultar tan adictivos como las drogas?
Porque atenúan de forma inmediata la ansiedad, el estrés y otras emociones negativas (soledad, depresión, aburrimiento, etc) y hacen que nos sintamos mejor. Nos aportan una sensación de gratificación o recompensa inmediata, y se convierten en un refuerzo muy poderoso para tomarlos cuando no nos sentimos bien. El sabor dulce lo asociamos inconscientemente con la ternura, el cariño y el amor, porque nos retrotrae a la infancia ya que el primer alimento con el que tenemos contacto es la leche materna (o artificial), que es dulce.
Cuando comemos donuts, pizza o patatas fritas, ¿qué pasa dentro de nuestro cerebro?
Los hidratos de carbono refinados producen en el cerebro un aumento de los neurotransmisores serotonina y dopamina, así como de otras sustancias (endorfinas y opioides), que producen unos efectos sedantes y placenteros similares a los que producen los derivados del opio.Además, las grasas modulan la palatabilidad de los alimentos, su sabor, textura y olor, haciéndolos más apetecibles y sabrosos.En situaciones de estrés crónico, se produce un aumento en la intensidad del valor de recompensa que nos producen los alimentos muy apetitosos y calóricos. En este contexto de estrés, el riesgo de adicción a los alimentos está aumentando.
¿Por qué alimentos como el sushi también pueden crear adicción?
En realidad, cualquier alimento que nos retrotraiga a un momento de gran placer o confort o a una experiencia previa muy agradable asociada a él, en algún momento de la vida, puede llegar a crear adicción. Esos momentos de gran placer quedan grabados en el centro de gratificación del cerebro, y desde ese momento, cualquier circunstancia de estrés, ansiedad o desazón hará que nos sintamos impulsados inconscientemente a tomar ese alimento para buscar alivio. De todos modos, más que adicción al sushi, puede existir “abuso” de consumo. Lo que diferencia el abuso de la dependencia son sus consecuencias negativas. Por otra parte, la diferencia entre abuso y adicción o dependencia no es dicotómica, sino que se da un continuo entre ambas.
¿Hay algún estudio científico al respecto que lo confirme?
Sí, en los últimos años se han publicado varios estudios neurocientíficos y epidemiológicos que ponen en evidencia la existencia de la adicción a la comida.Los estudios neurocientíficos han demostrado que personas proclives a la adicción tienen niveles bajos de receptores de dopamina en determinadas áreas del cerebro. Se ha descubierto que las personas obesas, al igual que las adictas a la cocaína, también tiene niveles bajos de dopamina cerebral. Estudios con resonancia magnética cerebral han demostrado también que en las personas adictas a la comida se activan las mismas áreas cerebrales ante la visión del alimento que en las adictas a la cocaína.
¿Te puedes llegar a enganchar de los croissants igual que a la droga? Cuáles son las características de las personas a las que les afecta esta adicción?
Las personas con tendencia a la adicción a la comida, son personas que pueden tener tendencia a cualquier otro tipo de adicción, ya sea el tabaco, alcohol, compras, juego, móvil, internet, ejercicio, trabajo o drogas ilegales.Todas ellas tienen una predisposición genética y unas características de personalidad. Tienden a ser hipersensibles, muy empáticas (se ponen en la piel de los demás fácilmente) pero no saben protegerse, impulsivas, compulsivas y amantes de las conductas de riesgo. Además tienden a ser inseguras, con baja autoestima e incapacidad para resolver conflictos. Tienden a no sentirse queridos por su esencia, por lo que son, sino por lo que aparentan ser o tener. Suelen sentir un vacío interior.
¿Cuándo se considera que hay una adicción a una determinada comida?
Cuando la persona se ve impulsada a comer a pesar de sus consecuencias negativas, como por un mandato interior, y no por propia elección, sin hambre, y sin ser capaz de controlar mediante la voluntad ese impulso. Aún más, uno puede considerarse adicto potencial a la comida si trata de ejercer un severo control sobre el impulso de comer, independientemente de la cantidad o frecuencia con que coma, o si tiene la sensación de que la comida lo domina.
Los síntomas que presenta la adicción a la comida, según los resultados de un estudio de la Universidad de Yale son tres:
1-Consumo de grandes cantidades de alimentos en cortos periodos de tiempo, es decir, comer de modo compulsivo
2-Deseos e intentos repetidos de parar de comer, pero sin conseguirlo
3-imposibilidad de dejar de comer a pesar de conocer las consecuencias negativas que conlleva.
¿Se puede uno desenganchar uno? ¿Cómo?
Sí, es posible superar la adicción a la comida, como es posible superar la adicción a cualquier otra sustancia. El proceso puede ser largo y requiere de la ayuda de profesionales expertos.
Un elemento en contra es que la comida no está socialmente mal vista y que hemos de comer cada día… Además, no podemos evitar estar en contacto diario con aquellos alimentos susceptibles de adicción pues los alimentos “confort” se encuentran por doquier y se publicitan.
El modo de afrontar la adicción a la comida tiene muchos rasgos en común con el modo de afrontar otras adicciones. Se debe aprender a afrontar las dificultades de la vida de un modo eficaz y a gestionar mejor las emociones. Se dice que la “adicción” es la “enfermedad de las emociones”. EL primer paso consistiría en aceptar el problema, no negarlo. El segundo en ser conscientes de los mensajes que nos envía la mente. Y en tercer lugar reprogramar nuestro sistema de creencias adictivo, de modo que adquiramos las herramientas y habilidades necesarias para gestionar adecuadamente nuestras emociones, es decir, manejar el estrés, la ansiedad y las tensiones de la vida. Además, debemos aprender a desarrollar actividades alternativas a la comida para enfrentarnos a las situaciones difíciles
¿Si estamos muy acostumbrados a ingerir un alimento determinado se puede quitar de golpe sin que tu cuerpo sienta “mono”?
Si, se puede quitar de golpe. De hecho, si estamos hablando de alimentos “confort”, que son los alimentos que nos causan la adicción, deben eliminarse de golpe. Al igual que a un alcohólico no le puedes decir que beba “solo” un poquito, o a un fumador que se fume sólo un cigarrillo, a un adicto a los dulces o al pan o al chocolate o a las patatas fritas, no le puedes decir que “solo se tome una”. Es imposible. El terapeuta que prescriba eso es que no entiende el proceso adictivo.
Los alimentos ricos en azúcares o en otros hidratos de carbono refinados (como los dulces, el pan blanco, arroz blanco, patatas, pasta blanca, los zumos, los refrescos) engordan porque producen elevaciones bruscas de azúcar (glucosa) y de insulina en sangre. Estas elevaciones favorecen la acumulación de grasa en el cuerpo, además de facilitar el que al cabo de poco tiempo volvamos a tener hambre selectiva por tomar este tipo de alimentos, entrando en un círculo vicioso.
¿Por qué los alimentos que suelen gustar a todo el mundo engordan?
Son los alimentos que inducen una mayor producción de dopamina y serotonina, las hormonas del placer y del bienestar…. Y los más apetitosos por su palatabilidad (por las grasas) y porque el sabor dulce es el que nos retrotrae a la infancia y a la sensación de recompensa (liberamos dopamina sólo con pensar en algo dulce, generalmente).