“Lo vi al perro y desde entonces no hice más que buscar ese brillo para mí. Para empezar, me quedé con el cachorro. Le puse Estreya y así se sigue llamando y eso que yo misma cambié de nombre. Me llamo China, Josephine Star Iron y Tararira ahora. De entonces conservo sólo, y traducido, el Fierro, que ni siquiera era mío, y el Star, que elegí cuando elegí a Estreya”. En Las aventuras de la China Iron, su más reciente novela, finalista del premio International Booker Prize 2020, Gabriela Cabezón Cámara se apropia de la literatura gauchesca; toma el gran libro nacional argentino, El gaucho Martín Fierro, de José Hernández, y le escribe una historia a la “China” (del quechua: muchacha), el arquetipo de mujer que se construye en este subgénero, por demás misógino.
La escritora no solo le pone nombre propio a un personaje genérico y prácticamente invisible, sino que además construye a una protagonista disidente —incluye conceptos queer, como por ejemplo “almas dobles”—, cultiva un erotismo con perspectiva feminista y desarrolla un mundo utópico y libre de opresión.
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Sentada sobre un pedazo de tierra o en un sillón de tres cuerpos, Cabezón Cámara vive rodeada de perros y gatos. Su forma de construir en la literatura y en la vida, tan en manada, muestra un amor por lo interespecial que subyace en su obra como una constante.
Autora de La Virgen Cabeza (2009), Le viste la cara a Dios (2011) —publicada en versión gráfica como Beya (2013)— y Romance de la negra rubia (2014), novelas en las que pone en primer plano problemáticas estructurales de odio hacia las mujeres, con su trabajo abrió y sigue abriendo espacio para lo contrahegemónico en la literatura y, por ende, también en el mundo.
Cabezón Cámara es una de las escritoras vivas más potentes de Latinoamérica.
“Creo que las mujeres y las disidencias tenemos que pagar siempre un precio más alto y que eso no cambió: se nos pide más que a los varones. Creo que hacemos lo mismo que en el resto de la vida: agrandamos, hacemos elástico el universal. Les que escribimos hacemos justamente eso: agrandamos el universal, lo llenamos de agujeros, le rompemos el patrón. Sólo con ocupar un lugar en ese panteón de chabones que ha sido siempre la literatura lo estamos haciendo. Después viene lo que escribimos”, dice.
ue editora de la sección Cultura del diario Clarín, da talleres de escritura y es parte del plantel docente de la carrera de Artes de la Escritura de la Universidad Nacional de las Artes. Cuando reflexiona sobre el presente, pone el foco en la lucha contra la ferocidad del patriarcado: “No tenemos que olvidarnos de que somos el enemigo imaginario, ese otro con alguna diferencia que se toma para dar cohesión y soslayar las diferencias al interior del grupo que se quiere denominar ‘nosotros’, de todas las ultraderechas contemporáneas”.
Gabriela es una de lxs cincuenta líderes en disidencia sexual y de género cuya vida celebramos en nuestra quinta edición, ORGULLO.
A Inés la encuentras en Instagram y Twitter como @inesripari.